Hablar de accidentes hace que inmediatamente pensemos en el coche y la seguridad vial. Pero, en realidad, el peligro de sufrir un accidente está en muchos otros lugares más allá de la carretera, y en ocasiones en el que creemos más seguro: el hogar. Cuando viajamos, las posibilidades de sufrir un percance se elevan porque salimos de la rutina, nos movemos más y, con frecuencia, por lugares que no conocemos bien. Pero en casa, bien porque es donde más tiempo pasamos o bien por exceso de confianza, el riesgo se dispara. Un resbalón, una quemadura con aceite o con la plancha, una caída por intentar cambiar una bombilla subidos a una banqueta inestable, son algunas de las situaciones que se repiten a diario.
Lo cierto es que, según el Instituto Nacional de Estadística (INE) la segunda causa de muerte no natural en España son las caídas, con datos que se han duplicado en poco más de una década. Detrás de las estadísticas del INE tenemos a una población cada vez más envejecida, siendo la edad, del factor que más dispara el riesgo de sufrir una caída.
Según datos del Ministerio de Sanidad, el 30% de los mayores de 65 años se caen al menos una vez al año. El informe ‘Caídas en personas mayores. Estudio FALL-ER: registro multicéntrico de personas mayores de 65 los atendidas por una caída en servicios de urgencias españoles’ elaborado en 2022 por Fundación MAPFRE coincide en que un tercio de las personas mayores que viven en sus domicilios se cae cada año y cerca de la mitad de ellas se caen más de una vez.
Y aunque un socavón en el pavimento o un bordillo que no vemos puede provocar una caída en la calle, casi el 65% de todas las caídas se producen en el domicilio. La soledad no justifica esos accidentes, de hecho, en más de la mitad de los casos, junto a la persona que se cae, hay un familiar u otra persona que lo ve. Pero, sobre todo, como destaca el informe “las estadísticas sobre el número de afectados no son números, son nuestros padres y nuestras madres”.
Con el fin de dar respuesta a las necesidades y preocupaciones específicas de un colectivo cada vez más numeroso y exigente, MAPFRE ha desarrollado un seguro específico. Una de las principales diferencias de esta póliza es que sus coberturas no exigen secuelas que determinen un grado determinado de incapacidad. El Seguro de Accidentes sénior +55 cubre directamente la lesión, con la indemnización que corresponda, según el baremo. Cuenta también con asistencia en viaje con garantías de servicio o de indemnización.
Además ofrece un paquete de servicios asistenciales como las citadas ayudas a domicilio. Sesiones de rehabilitación o enfermería y servicios de orientación y atención personal integral para resolver dudas que se presenten ante situaciones de dependencia, aunque sea temporal o leve.
A medida que cumplimos años contar con un seguro de accidentes cobra relevancia. Este tipo de seguros han crecido entre enero y marzo un 2,08%, según los datos del servicio de estadísticas y estudios del sector asegurador, ICEA. Un 6% de los sénior ya cuenta con una de estas pólizas. Cifras que tienen un gran potencial de crecimiento, sobre todo ahora, que cuentan con productos especialmente diseñados para sus necesidades específicas, pensados por y para los sénior.
El beneficio más evidente de un seguro de accidentes es la protección financiera que ofrece. Tras un accidente, la póliza proporcionará una indemnización que permitirá afrontar todas las dificultades económicas que conlleva. Por otro lado, además de ofrecer cobertura en el entorno local, un seguro de accidentes extiende su protección a los viajes, proporcionando tranquilidad durante las vacaciones.
Los seguros hoy en día han dejado de ser un producto meramente indemnizatorio, para ser prestadores de servicios. Así, y entre las ventajas más valoradas por los consumidores se encuentra el acceso a cuidado de calidad y coberturas adicionales de salud.
La mitad de las personas que se han caído en su hogar, aseguran tener miedo de volver a sufrir una caída. Según el citado estudio FALL-ER, es una de las principales consecuencias psíquicas tras sufrir una caída. Seguros de accidentes como el diseñado por MAPFRE específicamente para el colectivo sénior supone para ellos un respaldo, una red de seguridad y una tranquilidad extraordinaria: en caso de sufrir un percance, saben que estarán protegidos económicamente y que contarán con los servicios adicionales que requieran.
La tranquilidad es también para las familias. Sufrir un accidente, especialmente para un sénior, va más allá de la lesión propiamente dicha. Significa que durante la recuperación, va a necesitar atención y ayuda, lo que para las familias puede suponer un auténtico quebradero de cabeza si trabajan o si viven lejos.
Los sénior de hoy en día están muy alejados del cliché de esas personas mayores sin apenas vida social ni actividad. A partir de los 55 años, y de los 65, los sénior tienen poder adquisitivo, capacidad de gasto, emprenden, viajan, salen y disfrutan de la vida. Al mismo tiempo, son prudentes y precavidos -son el grupo de edad que más seguros tienen contratados-, por lo que son conscientes de que pueden sufrir lesiones y accidentes y de que la edad, eleva el riesgo.
En parte por se un colectivo cada vez más dinámico, el Seguro de accidentes +55 contempla un abanico de situaciones y realidades amplísimo, que forman parte de los servicios adicionales que ofrece. Como por ejemplo el cuidado de las mascotas del sénior accidentado que no las pueda atender, un amplio número de horas de ayuda a domicilio para tareas como hacer la compra, lavandería o otras tareas del hogar, sesiones de enfermería o rehabilitación. Incluso el cuidado de ascendientes al cargo.
En muchos casos, los accidentes, especialmente en el hogar, son evitables. Mantenerse activo mediante la práctica de ejercicio adecuado a la capacidad funcional, ayuda a mantener la fuerza, la flexibilidad y la energía para ser independientes. Además, según el Ministerio de Sanidad, tener un entorno seguro también es clave para evitar las caídas. Para ello recomienda tener una buena iluminación, evitar las alfombras o asegurarse de que estén bien sujetas, evitar cables y objetos en las zonas de paso, usar calzado que no resbale y que sujete bien el pie, mantener aquello que más usamos al alcance de la mano y usar una escalera estable en lugar de taburetes para acceder a lugares altos.
Por último, Sanidad recomienda revisar la medicación, ya que tranquilizantes, pastillas para dormir o enfermedades como la diabetes o la tensión arterial más controladas pueden hacer que nos sintamos débil o mareado, lo que aumenta los riesgos.
