Cartas a la directora

Un final inesperado de la reforma de las pensiones

Fernando Marín

Viernes 2 de diciembre de 2022

5 minutos

Un final inesperado de la reforma de las pensiones
Fernando Marín

Viernes 2 de diciembre de 2022

5 minutos

Cartas al director (cintillo)

 

Si nada cambia a mejor, seguramente que esta será la última carta que escriba a 65YMÁS y también la que más ilusión me va a hacer que se publique.

Si tuviera tiempo me gustaría explicar todo lo que he sentido estos dos años en los que prácticamente he escrito una carta al mes: cuánto he aprendido de gramática, lo asombroso que era para mí que se publicara lo que escribía o lo orgulloso que me he sentido al creerme que estaba ayudando a los demás en algo que también afectaba a mi familia.

Evidentemente no lo voy a hacer porque las personas tienen cosas más importantes que hacer que leer lo que siente un desempleado cuando se pone nostálgico y, como no me siento especialmente optimista e inspirado, intentaré no irme demasiado por las ramas y que esta carta sea lo más corta posible, aunque conociéndome sé que va a ser difícil.

A nivel emocional, solo quiero decir que el día que se publicó mi anterior carta me derrumbé como hacía tiempo que no me pasaba. Ese día yo estaba especialmente nervioso, como siempre que sabía que se iba a publicar una carta mía, pero con el presentimiento de que algo iba a pasar. Antes de comprobar si se había publicado me dio por abrir una noticia que me llamó la atención de un medio digital no muy conocido y en seguida me di cuenta de que ese medio traía la noticia que yo siempre tuve la esperanza de que no iba a ver nunca. Había otros medios parecidos que traían la misma noticia y llegué a la conclusión de que lo que decían era verdad y de que mi mujer y yo nos teníamos que ir haciendo a la idea de que todas las ilusiones que habíamos puesto de tener una jubilación digna después de tanto esfuerzo habían desaparecido de golpe y porrazo.

Mi mujer y yo, los dos más cerca de los 60 que de los 50 años, definitivamente ya no íbamos a poder incluir nuestros mejores años en el periodo de cómputo. Yo porque perdí mi mejor trabajo a los 30 y mi mujer porque después de tener a nuestro hijo siempre ha trabajado a tiempo parcial y no podrá incluir las “mejores” cotizaciones a tiempo completo que tuvo antes.

De repente me di cuenta de que las personas de mi edad no entraban en los planes del Sr. Escrivá y de que el ministro había hecho la interpretación más inverosímil, demoledora  y lejos de la realidad posible para solucionar el problema actual que se plantea en la recomendación 5 del Pacto de Toledo sobre la necesidad de adecuar el periodo de computo a las personas que están en el final de su vida laboral con sus peores cotizaciones y a las que perjudica gravemente el actual sistema de calculo.

Esta recomendación dio como solución a esta realidad que todos los trabajadores y trabajadoras pudieran escoger sus mejores años cotizados de vida laboral para incluirlos dentro de los 25 años de cómputo y que no tuvieran que ser obligatoriamente los últimos.

El Sr. Escrivá, durante estos dos últimos años, se convirtió en el único abanderado defensor de cumplir con esta recomendación y yo, ingenuo de mí, no tuve más remedio que posicionarme de su lado y apoyarlo en su lucha desinteresada por las personas más indefensas y desfavorecidas (ningún sindicato ni partido político recogió el guante que lanzó el Pacto de Toledo). No sé en que estaría yo pensando para equivocarme y creerme que mi familia iba a ser uno de las beneficiadas de su lucha heroica.

Al final resulta que la nueva ley es una ley a cuentagotas y, a 15 años vista, que no tiene absolutamente nada que ver con lo que plantea el Pacto de Toledo para solucionar las realidades actuales que arrastran todas las crisis conocidas desde las crueles reconversiones de los años 80 (si el Pacto de Toledo quiere solucionar esta realidad es porque es consciente de todas las injusticias en el calculo de las pensiones que se están sucediendo desde hace años).

Así es la vida y así es la ley que pronto se aprobará y que se empezará a aplicar con cuentagotas a partir del 2027, a no ser que el espíritu navideño haga su aparición en el último momento y exista una amnistía para todos los mayores que han tenido que superar todas las adversidades posibles sin morir en el intento y que se les permita incluir sus mejores años cotizados en el computo establecido. Ya sabemos que es pecado cotizar más con 30 años de edad que al final de la vida laboral y que eso no se debe hacer porque luego no cuentan en el computo, pero es que no fue culpa nuestra que los siguientes años ya no fueran tan “mejores”.

Cuando mi mujer llegó a casa ese día del trabajo no pude esperar para abrazarme a ella buscando todo el consuelo que ella también habría necesitado muchas veces mientras yo me pasaba horas escribiendo, haciendo tareas de la casa o arreglándola, porque tiene 100 años y se está cayendo a cachos. Ella me dijo de corazón que no me preocupara, que si estaba tonto por pensar que necesitábamos algo más que estar bien el uno con el otro. Me sentí muy feliz por saber que de verdad ella pensaba así, pero también con miedo de no tener la misma fuerza que ella tiene para saber afrontar la vida siempre con alegría y ganas de vivir.

Ojalá que me tenga que despedir de vosotr@s otra vez con otra carta (esa sí que será la última) porque eso significará que el espíritu navideño se ha aparecido delante del Sr. Escrivá y le ha hecho recapacitar sobre el sufrimiento que espera a miles de familias humildes.

Un saludo a todos los pensionistas actuales y futuros, y gracias a 65YMÁS por ayudar a que tod@s estemos mejor informados en un asunto tan delicado como es la reforma de las pensiones.


Si eres lector o lectora de 65YMÁS y quieres denunciar cualquier situación de la que hayas sido testigo, dar tu opinión sobre cualquier tema de actualidad o sobre cualquier circunstancia que te afecte, puedes enviarnos una carta a nuestro diario. Es muy sencillo. Sólo tienes que entrar en CARTAS AL DIRECTOR o rellenar este formulario:

Carta director

Sobre el autor:

Fernando Marín