Cualquier operación entraña ciertos riesgos y también los distintos niveles de sedación que pueden ser necesarios para evitar el dolor al paciente. La Sociedad Española de Anestesiología, Reanimación y Terapéutica del Dolor (@sedar_es) explica que existen varios tipos de anestesia: desde la más ligera, la sedación, hasta la anestesia general, la más profunda, sin olvidar la anestesia regional, que puede aplicarse de manera localizada o en forma de bloqueos espinales o periféricos.
El objetivo de cualquier anestesia en evitar el dolor durante una intervención quirúrgica mediante la administración de determinados medicamentos, vía intravenosa o por inhalación. Los efectos en el organismo son evidentes. Cuando la anestesia general es necesaria, la persona a quien se le aplica permanece inconsciente y su organismo experimenta una serie de alteraciones en la respiración, el ritmo cardiaco o el nivel de oxígeno en sangre, que deben estar perfectamente controlados por el equipo médico que participa en la intervención.
De entrada, la anestesia no reviste riesgos adicionales si se aplica a un adulto mayor, siempre que se realice una correcta pre evaluación antes de la anestesia que incluya un examen físico y detecte las posibles patologías asociadas que puedan influir en el desarrollo de la intervención. Según el estado general de salud y las características de cada paciente, se puede llegar a determinar el nivel de riesgo frente a la anestesia, recurriendo a la clasificación (del nivel 1 al 6) que determina la American Society of Anesthesiologists (@ASALifeline).
Conocer las características y posibles patologías que pueda padecer una persona mayor es esencial para prever cualquier reacción adversa frente a los fármacos que consiguen insensibilizarlo frente al dolor. Alergias, enfermedades respiratorias (EPOC o asma), dolencias del sistema cardiovascular (arritmias, arterioesclerosis o hipertensión)... Todo debe ser perfectamente evaluado antes de suministrar la anestesia en la dosis que resulte tan segura como efectiva.
Nuevos medicamentos y tecnologías innovadoras han hecho que las prácticas anestésicas actuales hayan disminuido de manera notable los riesgos y los problemas derivados en cualquier intervención quirúrgica.
Respecto a las personas mayores, las investigaciones más recientes se centran en averiguar si el uso de la anestesia general puede estar relacionado con un deterioro cognitivo post operatorio o incluso con el desarrollo de enfermedades como el Alzheimer u otros tipos de demencia. Esta relación podría apreciarse especialmente en adultos mayores de 70 años, pero es algo sobre lo que se continúa investigando a través de ensayos clínicos y estudios.