Rafael Fernández Cañas
Opinión

No necesitas una revolución: solo pequeños hábitos para una longevidad saludable

Rafael Fernández Cañas

Miércoles 18 de junio de 2025

3 minutos

No necesitas una revolución: solo pequeños hábitos para una longevidad saludable

Miércoles 18 de junio de 2025

3 minutos

Leyendo un artículo en Canal CEO que hacía una reflexión sobre altos directivos y vida saludable, pensé en nosotros, los mayores. En un mundo que nos empuja constantemente a hacer más, ir más rápido y reinventarnos una y otra vez, hemos llegado a creer que mejorar nuestra salud requiere grandes gestas. Como si para vivir más y mejor hubiera que empezar una nueva vida, cambiarlo todo, imponerse retos difíciles, suscribirse a dietas estrictas, entrenamientos imposibles o nuevas tecnologías cada mes.

Pero, ¿y si no hiciera falta tanto? ¿Y si el secreto de una longevidad saludable no estuviera en una revolución, sino en la suma de gestos diminutos, pero poderosos? ¿Y si el bienestar fuera, en realidad, una cuestión de costumbres sencillas, sostenidas en el tiempo?

Cada día tomamos cientos de microdecisiones. Algunas automáticas, otras conscientes. Y son esas pequeñas elecciones —comer fruta en lugar de bollería, caminar diez minutos más, llamar a un amigo, apagar el móvil media hora antes de dormir— las que acaban marcando la diferencia entre una vida arrastrada y una vida plena.

La doctora Beatriz Crespo, experta en medicina, alto rendimiento y longevidad, lo resume así: “Con dos minutos al día puedes cambiarlo todo”. En su libro Microhábitos Saludables, desmonta la creencia de que mejorar la salud exige grandes sacrificios. En lugar de eso, propone un enfoque amable y realista: pequeños hábitos que caben en cualquier agenda, incluso en la de los más ocupados… o los más cansados (mi mujer y mi madre se sonreirán al leer esto, seguro).

La clave está en la continuidad, no en la intensidad: beber un vaso de agua al despertar; tomar conciencia de la respiración antes de dormir; añadir un alimento saludable a cada comida; dedicar dos minutos a hablar con alguien que queremos; salir a caminar cada día, aunque solo sea por el barrio; cuidar el sueño, la piel, el silencio; respirar profundamente antes de responder con rabia; poner el móvil en “modo avión” al acostarnos, o acariciar, tocarnos con cariño, no solo cuidar a los demás, sino también cuidarnos.

La buena noticia es que para empezar no necesitamos nada externo. No hacen falta recursos, ni gimnasios, ni entrenadores personales. Solo una pequeña decisión diaria: empezar a cuidarnos sin castigarnos, escuchar nuestro cuerpo en lugar de imponerle un duro régimen, reconocer que no estamos en guerra con la edad, sino en camino hacia una madurez mejor vivida. ¿Quiero decir que no tenemos que hacer deporte, comer mejor o ponernos retos o metas? No, sino que no tenemos que hacer giros radicales en nuestra vida, ni de repente hacer maratones, rafting, puenting o parapente, ni en el sentido literal ni figurado.

Este enfoque, profundamente humano, no solo es más sostenible: es más compasivo. Más sabio. Más alineado con lo que de verdad importa en esta etapa de la vida. Porque no se trata de vivir más años, sino de vivirlos mejor.

Quizás ha llegado el momento de dejar de buscar soluciones milagrosas y empezar a confiar en el poder de lo cotidiano. En esas pequeñas rutinas que, al repetirse, se convierten en salud. En bienestar. En tiempo de calidad con los nuestros. En fuerza. En equilibrio. En nosotros.

No necesitamos una revolución, sólo un pequeño hábito. Hoy mismo. Esta tarde. Ahora.

Sobre el autor:

Rafael Fernández Cañas

Rafael Fernández Cañas

Rafael Fernández Cañas, experto en Economía de la longevidad, gestión de Talento Sénior y Diversidad Generacional, es director de Relaciones Institucionales en Comunicas, y asesor del diario 65YMÁS y de la Fundación Más Sénior.

Es periodista, licenciado en Ciencias de la Información y máster en Información Económica. Trabajó en La Voz de Asturias y Expansión, donde se especializó en información económica.

Fue jefe del gabinete del actual secretario general de UGT y Dircom del sindicato, y previamente desempeñó esas mismas funciones en la Federación de Industria de UGT.

Es profesor en relaciones institucionales y asuntos públicos en las universidades Antonio de Nebrija y Autónoma de Madrid.

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