Prepara los pies para el calzado de otoño

El verano ya está en sus últimos días y es momento de adecuar los pies para el calzado cerrado. El uso de sandalias o zapatos descubiertos hacen que los pies, en general, tengan poca sujeción y estén más relajados, lo que hace que, al cambiar al calzado cerrado de manera brusca, sin que haya un tiempo de acomodación, los pies se resientan y aparezcan dolencias. Un situación frecuente en más del 80% de las mujeres, en las que el uso de calzado abierto es más habitual, respecto a los hombres.

Si bien llevar sandalias nos da comodidad por tener el pie libre y sin que se recaliente, también hace que esté más expuesto a la sequedad, se formen durezas en el talón y puntos de apoyo, pequeñas rozaduras no curadas o presencia de hongos que pueden proliferar en un entorno cerrado y húmedo. Además, cuando se llevan sandalias también se suelen llevar las uñas pintadas, lo que hace que estas no estén bien hidratadas.

Por todo ello es importante preparar correctamente los pies para el calzado cerrado, teniendo en cuenta diferentes aspectos como es el cuidado del pie y la buena elección del calzado y los materiales con los que está fabricado.

Cuidados para los pies

La vista a un podólogo es obligada. Solemos ir para hacernos una belleza de pies para lucir unas sandalias, pero con el tiempo frío, en ocasiones, olvidamos que los pies también necesitan de unos cuidados. El especialista puede hacer una puesta a punto que incluya un corte correcto de uñas y desde casa, además, puedes seguir estas recomendaciones:

• Uñas: elimina por completo el esmalte, hidrátalas para que no se quiebren o agrieten y revisa que tengan buen color, sin la presencia de hongos. Aunque te guste llevar las uñas pintadas, dales un respiro durante un tiempo.

• Revisa cualquier ampolla, pequeña herida o rozadura que puedas tener e intenta curarlas antes de ponerte zapato cerrado. No hacerlo podría agravar la lesión.

• Elimina de manera regular con piedra pómez y una crema exfoliante la piel muerta y durezas que hayan aparecido en verano.

• Hidrata la piel de los pies al ir a dormir y después de la ducha o baño, desde el tobillo hasta el extremo más distal, poniendo especial atención en el talón y las zonas de apoyo. Esto evitará que se formen las dolorosas ampollas.

Adapta tus pies al calzado cubierto

Adaptar el pie al calzado cerrado lleva su tiempo. Para minimizar las molestias y hacer que este periodo de transición sea lo más corto y molesto posible puedes adoptar estos hábitos.

• Procura que el calzado esté fabricado con materiales de calidad. Los de piel son la mejor opción porque permiten la transpiración y se adaptan a anatomía del pie.

• Usa calcetines o medias hechas de fibras naturales y de la talla adecuada. Con refuerzos en la zona del talón, de los dedos y de la esponja del pie. De esta manera minimizarás los problemas de ampollas, rozaduras, humedad excesiva o de tipo circulatorio.

• A pesar de tomar todas estas medidas, es posible que en los primeros días el pie no acabe de adecuarse, por lo que cuando te descalces date un baño de pies en agua tibia durante 10 minutos y hazte un automasaje con crema hidratante, ello te permitirá relajar tanto los músculos del pie como la piel.