'Viejos': del terror a la venganza

La plataforma de streaming española Filmin estrenó el pasado 21 de abril el thriller 'Viejos'. Está dirigido por Raúl Cerezo y Fernando González Gómez -que ya codirigieron 'La Pasajera'- y compitió en la Sección Oficial del Festival de Sitges. Los directores la definen como una película de terror, protagonizada por una familia "que bien podrían ser nuestros vecinos o nosotros mismos". "Cuenta una historia de tintes sociales espeluznantes, reales y cercanos que nos llevan al terror más epidérmico, pero que en ningún momento nos apartan de nuestros personajes y sus alientos", subrayan. 

'Viejos' parte de una situación a la que ya nos estamos acostumbrando: una ola de calor -aunque esta es más extrema que las que hemos vivido hasta ahora-. A medida que la trama avanza y los sucesos son cada vez más extraños, la temperatura va aumentando hasta alcanzar más de 50 grados y parecer que todo es una alucinación causada por el calor. 

La historia, protagonizada por Zorion Eguileor ('El hoyo'), Gustavo Salmerón ('Muchos hijos, un mono y un castillo') y Paula Gallego ('La Pasajera'), narra la historia de Manuel, un hombre de unos 75 años que tiene que mudarse con su hijo Mario y su familia tras un terrible suceso en el que su esposa Rosa (Ángela López Gamonal) murió. Después de lo sucedido, Manuel dice conversar con voces porque, como dice su nieta Naia al principio, "ser viejo es un asco, nadie te escucha y todo Dios pasa de ti". Pero a Manuel no le importa que no le escuchen, se ve que le dejó de importar hace mucho tiempo, porque su mujer le habla desde la fotografía de su mesilla. 

Naia, una adolescente de no más de 16 años, es la única que trata con respeto y cariño a su abuelo y la única que cree que el hombre necesita su ayuda y compañía y que no está loco, pese a que sus comportamientos son más extraños a cada minuto. Se escudan en que "es viejo" y hace "cosas de viejos" para ignorar un problema real, la parte social de denuncia del filme. Manuel es expatriado de su casa sin que nadie le haya preguntado su opinión, su compañera de vida se va de golpe y, para más inri, oye voces y ve presencias. 

Es una historia que, en palabras de los directores, "invita a afrontar la vejez, la madurez, la adolescencia y la convivencia en un entorno hostil lleno de conflictos que atacan duramente al núcleo familiar, desembocando en el más terrible y menos esperado de todos los finales". Un final que rompe con la ley de vida que aparece implícita y explícitamente durante los 95 minutos de película -el embarazo de la nuera de Manuel, el bebé de la vecina de en frente, la nieta adolescente, los adultos y los mayores- y por la que las personas nacen, viven y, una vez han vivido -y envejecido- lo suficiente, mueren. Pero no tiene por qué cumplirse, "¿y si nos morimos mañana?", dice Naia en una escena a su novio.

Aquí "los olvidados", esos "viejos" a los que mucha gente suele referirse de manera despectiva, tienen algo que decir y nada ni nadie se lo va a impedir. El inicio del final nace a raíz de una frase de Manuel: "Nunca nos habéis escuchado. Ahora es demasiado tarde".