Cuando viajar en avión es una carrera de obstáculos

 

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Es sorprendente que, cuando me muevo por los aeropuertos españoles, y pido, con 61 años, asistencia en silla de ruedas hasta la puerta del avión (lo que significa que no subo ni bajo escaleras), debido a enfermedades no visibles o silenciosas, me vea juzgada por las diferentes personas con las que interactúo:

1. Coordinador del servicio de PMR (personas de movilidad reducida), principalmente en aeropuertos grandes.

2. Facturante: mostrador de facturación de la compañía aérea.

3. Persona que embarca el vuelo (compañía aérea).

4. Quien me embarca, personal PMR, me repregunta si bajo o subo escaleras, cuando el tipo de servicio solicitado ya indica que no.

Por todo ello, un viaje en avión es una carrera de obstáculos. Y claro, los que vivimos en islas, no nos queda otra que desplazarnos en avión.

Seguramente mi historia la han vivido muchas más personas. A las cuales les afecta, como a mí, en otros ámbitos de la vida diaria.

Soluciones sencillas, como mejoras en la formación del personal, facilitaría la vida de las personas que, por necesidad, requerimos este tipo de servicios, se vean o no, las enfermedades.

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