Lunes 3 de noviembre de 2025
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Recibo una multa de 100 euros por circular a 41 km/h frente a un colegio de la calle Numancia, en Barcelona. Eran las 8:15 h del viernes 25 de julio. Delante de la escuela, una limitación de velocidad a 30 km/h, vigente para todo el año, excepto domingos, festivos y el mes de agosto. Por lo visto, se ignora que los colegios están cerrados en julio, por Navidad y en semana Santa.
Al margen de estas incongruencias, actualmente, con las obras de la calle Urgell, a quienes entran a Barcelona por la Avenida Diagonal, se les recomienda acceder al centro bajando por la calle Numancia. La consecuencia es que, en dicho punto, la acumulación de vehículos es impresionante y, cuando el semáforo permite avanzar y descongestionar la zona, los coches han de circular a no menos de 40 km/h., si no quieren entorpecer aún más el tráfico. Pero resulta que, a los pocos metros, se encuentra el citado colegio y, en consecuencia, la velocidad está limitada a 30 km/h. La señal es difícil de ver y distinguir debido a los autobuses que circulan por allí, los árboles, postes de luz y semáforos que hay en la acera.
Si el objetivo fuera advertir para circular con prudencia, bastaría con iluminar la señal con luces intermitentes, pero es evidente que el propósito es generar sanciones e ingresos, aprovechándose de los numerosos colegios que, en circunstancias parecidas, se encuentra repartidos por la ciudad. Burdo y vergonzoso sistema de recaudación.
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