Con una mirada embaucadora color topacio que heredó de su madre, Dacia Maraini (1936) transmite con sus ojos la sabiduría de toda una vida dedicada a la cultura. Considerada como una de las grandes voces femeninas de la literatura italiana contemporánea, la autora italiana nacida en Florencia, que pasó su infancia en un campo de concentración japonés en la época de Musollini, ha sido también testigo excepcional de una de las épocas más gloriosas de la cultura italiana siendo colega de Pier Paolo Pasolini y Alberto Moravia en la espléndida Roma de los años 60.
Los años rotos (1963), Isolina (1980), La larga vida de Marianna Ucrìa (1990) y El tren de la última noche (2008) son algunas de sus novelas más relevantes, receptoras de numerosos premios y adaptadas al cine. A sus 82 años Maraini, referente del feminismo italiano, se adentra en su último libro Cuerpo feliz: Mujeres, revoluciones y un hijo perdido (2019, @Altamarea_Ed) en uno de los momentos más traumáticos de su vida – y tiene donde elegir–: "Decidí dialogar con la ficción de un hijo imaginario que perdí por complicaciones durante el embarazo. Un escritor tiene que meterse de lleno en el nudo, fue muy duro pero me ha servido como terapia", explica la autora a 65Ymás.
Fuente: Altamarea
Fragmento 'Cuerpo Feliz' leído por la autora Dacia Maraini en Madrid en el que cuenta cómo perdió a su hijo cuando apenas era un feto: "Fui salvada en contra de mi propia voluntad. Había que elegir entre el cuerpo de la madre o el del hijo".
Cuerpo feliz: mujeres, revoluciones y un hijo perdido
Lejos de ser pesimista, el libro recién publicado en España, es un canto al espíritu rebelde, a las mujeres olvidadas de la literatura como las místicas y a las complejidades del amor y la violencia que atraviesan juntos una madre y un hijo a lo largo de su vida. Ella asiste aterrorizada a cómo su hijo adolescente acaba empleando la violencia solo para reafirmarse en su propia 'Manada'. "Pero igual que ocurre en la vida real, descubre que no se puede dominar ni poseer a nadie", declara en la presentación del libro en la Embajada de Italia de Madrid (@ItalyinSPA).
Un libro que tal como ella cuenta ha escrito en su retiro del Abruzzo, en pleno corazón de Italia, rodeada de montañas en una casa con cristaleras a 1.200 metros de altura. "Hay un silencio total que hace que aunque la inspiración sea misteriosa, fluyan los personajes que vienen y me encuentran", relata la autora, que desprende la misma vitalidad que en su juventud, cuando doblaba películas junto a Pasolini para ganar un dinero extra. "Es algo que la gente no conoce. Pier Paolo elegía además, 'películas de calidad', con actores no profesionales para huir de lo "artificial", cuenta.
Negación histórica a la sociedad matriarcal
"Para mí la maternidad es una manera de estar en el mundo", opina Maraini que considera que durante siglos se ha negado la importancia de la sociedad matriarcal. Se debe, según la escritora a la herencia grecolatina y judeocristiana de la sociedad europea de la que se considera "nostálgica". "Cuento en el libro la historia del juicio a Orestes, que mató a su madre, pero no fue castigado por atentar contra la vida porque se consideraba que su portador era el semen masculino y no el vientre materno. Hay una división entre el poder del padre y de la madre que no ha sido cuestionado, hasta prácticamente ahora...", opina la escritora.
Respecto al feminismo considera que "como ideología no existe más, ahora es solo práctica. Ya no existe la utopía que había en los años 70. No obstante, creo que los derechos de las mujeres se están viendo amenazados y nos estamos alzando para defenderlos como se ha visto en las manifestaciones de los últimos años, pero no sé hacia qué dirección".
Combatir las injusticias
Es una de las preguntas que inundan el libro, entre ellas dónde está el origen del deseo humano de combatir las injusticias: ¿es innato o cultural?, se plantea. "Es un tema que me interesa mucho ya que yo he sido muy reivindicativa desde niña", explica Dacia que comienza su último libro con una escena de rebeldía en su infancia en Tokio como vía de escape a su indignación. "Las preguntas me atormentan hoy como me atormentaban entonces".
"Lo paradójico es que en los seres humanos esa rebelión está a veces manipulada, adormentada por los medios de comunicación o por cegueras históricas. Sino no se explica cómo en los años 30 un país que estaba en la vanguardia, cayó en manos de cuatro criminales. Es una verdadera desgracia que en tiempos de crisis se renuncie a la libertad de expresión y de pensamiento a favor de un líder que tome decisiones por tí", apunta Maraini en relación con los movimientos nazis en Alemania, apuntando los peligros actuales.
Dacia Mariani y Pier Paolo Pasolini. Fuente Flickr
Una mujer en la Italia de los años 60
A su regreso a Italia Maraini tuvo la oportunidad de formar parte del círculo de artistas e intelectuales de la Roma de los años 60. Un paseo por el bar Rosati, en Piazza del Popolo, bastaba para coincidir con Moravia, Pasolini, Calvino, Fellini, Visconti, Schifano, Guttuso… "Ser mujer en ese entorno no suponía nada diferente. Creo que eran personas excepcionales porque tenían respeto y delicadeza por las mujeres. También el amor que hace entenderse a las personas....", aclara Maraini, que fue pareja de Alberto Moravia a quien describe como un gran "cuentista".
"Recuerdo una anécdota cuando hicimos un viaje con Pasolini y Alberto por África. Después de 300 kilómetros recorridos en un todoterreno, Alberto aún tenía fuerzas para que fuésemos a bailar. Era increíble, una gran compañía, lleno de generosidad y vitalidad", recuerda. "Pasolini en cambio era muy introvertido y hablaba poco. Ha habido mucha confusión con él, tuvo muchas denuncias de agresión por su obra, porque como artistas era muy provocador, pero como persona no era capaz de matar ni a una mosca".
Maraini reconoce que ha crecido en un mundo de hombres, "los padres escritores de Aristóteles a Santo Tomás de Aquino eran todos hombres, hasta que en un determinado momento me he preguntado: ¿y cuáles son las madres?", apunta en defensa de las mujeres escritoras que repasa en su libro. "No es momento de dividir sino de unir fuerzas. Ojalá se comprenda que estar unidos, incluso en pequeños países como es el caso de Europa, no es una elección sino una necesidad", concluye.