Una joven de 29 años renuncia a una herencia de 4.200 millones porque no quiere ser tan rica

Se llama Marlene Engelhorn, tiene 29 años y ha renunciado a los 4.200 millones de euros que le corresponden por herencia. ¿La razón? No quiere ser tan rica.

Esta estudiante de Lengua y Literatura alemana en Viena es conocida por ser descendiente de los fundadores de la compañía BASF, una de las mayores empresas químicas del mundo y que en 2021 tuvo unos ingresos por valor de más de 78.000 millones de euros. 

Su abuela ocupa la posición número 687 en el ranking de personas más ricas del mundo, según la revista Forbes. Una fortuna generada a partir de los más de 150 años de la compañía. Su idea era que su nieta heredase todo lo amasado en todo ese tiempo –parte del negocio fue vendido a la suiza Hoffmann-La Roche en 1997– pero ella ha renunciado.

Engelhorn ha saltado a los titulares de la prensa alemana y austriaca por rechazar la parte que le tocaba por herencia, unos 4.200 millones. Cuando su abuela, a los 94 años, le contó todo lo que iba a ser suyo, reaccionó mal. "No sabía qué hacer con eso, pero después comencé a pedir consejo a gente de mi entorno, hablé con expertos y llegué a la conclusión de que no debería ser mi decisión qué hacer con el dinero de mi familia, por el cual no he trabajado yo", explica en una de las entrevistas que ha concedido recientemente. 

"No se trata de una cuestión de voluntad, sino de equidad. No he hecho nada para recibir este legado. Esto es pura suerte en la lotería del nacimiento y pura coincidencia", añade.

La joven, que dice de sí misma que siempre ha sido una "privilegiada" y no tiene sonrojo en denominarse "niña rica", lidera movimientos con una importante conciencia de clase, defiende una mayor redistribución de la riqueza y que aquellos que más dinero tienen, más impuestos deben pagar.

Asegura que no necesita tanto dinero. En primer lugar, porque no sabría qué hacer con él, y en segundo, porque considera que acumular demasiada riqueza solamente conlleva tensiones, problemas y malos entendidos. “No podría ser feliz”, afirma.