Las desventuras de un policía francés 'Infiltrado en Miami'

De vez en cuando llega a los cines la típica película de policías que mezcla el humor con la acción. Generalmente protagonizadas por una cara conocida, suelen utilizar las gracias habituales de este tipo de cine, que si gustan, serán bienvenidas, y si no, lo mejor será que optes por meterte en otra sala. Pues bien, Infiltrado en Miami es un ejemplo de ello.

Como cara conocida tenemos a Omar Sy, quien se hizo muy popular con su interpretación en la exitosa Intocable. Allí se ganaba al público con su sonrisa y las ganas de vivir que le aportaba al otro protagonista de la cinta: un hombre muy rico pero dependiente que necesita a un asistente personal (François Cluzet).

Después de este salto al estrellato, Sy se ha centrado en ese tipo de papeles amables en títulos como Mañana empieza todo o El doctor de la felicidad. A lo que ha sumado participaciones en grandes producciones hollywoodienses como Inferno, Jurassic World o X-Men: Días del futuro pasado.

De Francia a EE.UU.

Este viernes, 31 de mayo, vuelve a las pantallas en el papel de un policía que se traslada a Miami para investigar el asesinato de un amigo de la infancia. En la colorida ciudad de Florida une sus fuerzas con un policía local (Luis Guzmán) para desentrañar el misterio. Así que decide ocupar el puesto del fallecido como funcionario de enlace en el consulado francés de Miami.

Los elementos propios de cualquier película policíaca se unen a los humorísticos que surgen de la relación entre los dos policías, así como entre el protagonista y su entrometida madre, la cual ha viajado con él hasta tierras americanas.

Superdetective… en Miami

Salvando las distancias, Infiltrado en Miami sigue con la tradición de Superdetective en Hollywood, todo un hito en el cine de los años 80 que llevó a su protagonista, Eddy Murphy, a ser uno de los más taquilleros de la década. En ella, un poli de Detroit se marchaba a la soleada California para investigar en Beberly Hills el asesinado de un colega de profesión. En su cometido le ayudaban dos agentes locales: un experimentado policía con ganas de jubilarse y un barbilampiño novato demasiado inocente.