Opinión

Trabajar con las comunidades más olvidadas del mundo

Codespa

Foto: Codespa

Viernes 27 de junio de 2025

7 minutos

Trabajar con las comunidades más olvidadas del mundo

Foto: Codespa

Viernes 27 de junio de 2025

7 minutos

Lejos de imponer soluciones prefabricadas, Codespa construye relaciones desde el respeto y la humildad. La organización escucha y aprende de comunidades indígenas que enfrentan la pobreza, pero también la amenaza constante de perder su identidad, su cultura y su territorio. 

Las comunidades con las que trabaja (desde los pueblos Nasa del norte del Cauca en Colombia hasta los Waorani en Ecuador o los Ch’orti’ en Guatemala) comparten una visión del mundo profundamente ligada a la tierra, el conocimiento oral y la vida en comunidad. Trabajar con ellas implica desaprender, adaptarse e involucrarlas activamente en cada etapa de los proyectos.

Raíces orgullosas frente al desafío del desarrollo

Las comunidades indígenas con las que trabaja suelen habitar territorios remotos, muchas veces de difícil acceso, donde los servicios básicos son escasos o inexistentes. Su vida está profundamente vinculada a la naturaleza, no solo como fuente de sustento, sino como un componente esencial de su cosmovisión (la manera en la que entienden, interpretan y se relacionan con el mundo que les rodea). En Angola, por ejemplo, muchas lenguas indígenas aún conservan sonidos ancestrales, como los clicks, y sus estructuras sociales se basan en la colaboración, la transmisión oral y la equidad. 

Sin embargo, estas comunidades enfrentan desafíos sociales y políticos persistentes. En el norte del Cauca, Colombia, donde trabaja desde 2019, la lucha por el territorio es también una lucha por la identidad y la vida. El conflicto armado, la presencia de grupos ilegales y las disputas por la tierra han marcado la historia de esta región rural. Para el pueblo Nasa, su territorio ancestral –la Kwe’sx Kiwe, o Madre Tierra– no es solo un espacio físico: es sagrado. Su modelo organizativo, basado en cabildos y en el respeto a las autoridades tradicionales, promueve el diálogo y la paz como caminos para resolver los conflictos.

Esta conexión con el territorio, fundamental para su supervivencia, contrasta con la limitada garantía de acceso a la tierra. La población Ch’orti’, en Guatemala, es hoy el pueblo maya más reducido del país, tras décadas de marginación y discriminación sistemática.

En República Democrática del Congo, Codespa trabaja en regiones tan diversas como Kivu Norte, Kinshasa o Tshopo. Allí las comunidades indígenas enfrentan graves problemas: inseguridad alimentaria, aislamiento, falta de servicios sociales básicos, y conflictos políticos que erosionan su calidad de vida. Las zonas rurales son especialmente vulnerables, y sus habitantes, frecuentemente excluidos de las oportunidades socioeconómicas. 

Cada pueblo tiene una historia y costumbres propias. En Codespa se adaptan a sus dinámicas sociales y culturales, promoviendo su participación activa a través de sus líderes y lideresas. Su compromiso es con una cooperación respetuosa, en la que las decisiones y acciones se construyen desde el diálogo y el reconocimiento mutuo.

Por ejemplo, con los pueblos Waorani en Ecuador, a donde se llega en canoa, muchas de las acciones han estado lideradas por mujeres defensoras del territorio. Ellas luchan no solo contra las amenazas extractivistas, sino también contra el machismo y la violencia que aún persisten en sus comunidades. Se les ofrece formación en equidad de género, liderazgo y derechos, buscando que puedan transformar su realidad desde dentro. 

En todos sus proyectos se aseguran de que los grupos más vulnerables –especialmente mujeres, jóvenes, personas con discapacidad y mayores– participen en los procesos de decisión y ejecución. Solo desde la confianza y el respeto se puede tejer un desarrollo que reconozca sus derechos y dignidad. Por eso, las consultas comunitarias suelen ser en su lengua, se fortalece el liderazgo tradicional y se forman facilitadores dentro de las propias comunidades.

Colombia   Nasa

Construyendo futuro desde dentro

En el norte del Cauca, Codespa acompaña actualmente a más de 1.000 familias Nasa. Junto a ellas, impulsa alternativas económicas sostenibles como el cultivo de mora, café y cacao, fortaleciendo el trabajo colectivo a través de cooperativas y asociaciones locales. Estas iniciativas no solo promueven el desarrollo económico legal y sostenible, sino que se convierten en herramientas reales para alejarse de la violencia y la ilegalidad que han marcado durante décadas su historia.

Más allá de brindar capacitación y conocimiento, se han establecido alianzas estratégicas que potencien las oportunidades locales. Un ejemplo de ello es la colaboración con la empresa Incauca, una de las principales empresas agroindustriales de la zona, y con la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), que se han convertido en aliados clave para el impulso de estas comunidades.

En Perú, las acciones se tejen desde un diálogo horizontal, en el que las comunidades indígenas participan activamente en la identificación de sus necesidades y en la construcción de soluciones. Su conocimiento ancestral, su vínculo espiritual con la naturaleza y sus prácticas comunitarias no solo son respetados, sino integrados como parte esencial del diseño y ejecución de los proyectos. Su rol como protagonistas facilita que las propuestas nazcan desde su propio entendimiento, respetando sus tiempos, formas de organización y prioridades.

Un ejemplo de ello es el emprendimiento de turismo rural comunitario ATIPTALLA, formado por cuatro comunidades quechua al pie del nevado Ausangate, en Cusco. Sus integrantes, 25 mujeres y 3 hombres, han logrado transformar su identidad cultural en experiencias de turismo vivencial que ofrecen a agencias especializadas. Desde el ordeño de sus vacas, la pesca de truchas, hasta las caminatas por los Apus, cada actividad recupera el orgullo por sus raíces y genera ingresos sostenibles. Codespa ha fortalecido su organización, mejorado su oferta y ampliado sus vínculos comerciales. Así, cada proyecto refleja sus valores, aspiraciones y visión de futuro.

La importancia de las mujeres para lograr un cambio

En Guatemala, las mujeres, se reúnen por lo menos una vez al mes con el equipo técnico de Codespa, para formarse en educación financiera y emprendimiento. Pero esas reuniones van más allá de lo técnico: son espacios de confianza, donde se ríe, se conversa, se comparten experiencias y se reconstruye el tejido social.

Grupos como “Las Ahorradoras Alegres” están demostrando que el ahorro y la solidaridad pueden transformar vidas. Estas 50 mujeres no solo aprenden a gestionar mejor sus recursos: recuperan el sentido de comunidad, fortalecen lazos y ganan voz en sus hogares y comunidades.

En Ecuador aseguran que el liderazgo femenino está estrechamente ligado a la defensa del territorio y los derechos de la naturaleza. Codespa apoya a mujeres que se organizan para cuidar sus ecosistemas, mantener vivas sus lenguas y transmitir el conocimiento de sus mayores. A través de emprendimientos sostenibles y espacios seguros de formación, están generando medios de vida que reducen la migración forzada y refuerzan su identidad cultural. 

Jessica Noemi Guatatuca Cerda, presidenta de la Asociación Bio Warmi Amazónico, lo resume así: “Para nosotros es muy importante que las personas que vengan a ayudar escuchen lo que verdaderamente necesitamos, porque la mayoría de las veces han venido a imponernos lo que ellos querían hacer. Con Codespa fue distinto. Esto ha sido muy importante para que nuestra asociación siga creciendo, podamos tener toda la documentación correcta y nuestro proceso de comercialización sea exitoso.”

Perú   emprendedoras asociación ATIPTALLa

Una forma distinta de cooperar

Cada cultura, cada territorio, cada historia requiere una forma distinta de estar. Codespa aplica el Método CODE, una metodología basada en diagnósticos participativos, asambleas comunitarias y fortalecimiento del liderazgo tradicional. Se promueve la autonomía, no la dependencia. Se les acompaña, pero también se planifica la salida, asegurando que las capacidades locales sean suficientemente sólidas para continuar sin la organización.

Las comunidades no son receptoras pasivas, son protagonistas. Por eso se fomenta su participación activa en todas las fases de los proyectos: desde la toma de decisiones hasta la ejecución.

Allí donde el desarrollo suele pasar de largo, Codespa se queda. No para dirigir, sino para acompañar. Porque creen que el progreso no tiene por qué uniformar. Puede –y debe– hablar en lenguas con click, sembrar esperanza en suelos sagrados y respirar con la misma cadencia del bosque.


Han colaborado en la redacción de este artículo: Baptista Pedro, representante de Codespa Angola; Franck Mbemba, representante de Codespa República Democrática del Congo; Andrés Rodolfo Trujillo, representante de Codespa Colombia; Karina Bautista, responsable de bioemprendimientos de Codespa Ecuador; Vanessa Mazariegos, representante de Codespa Guatemala; Luis Cáceres, representante de Codespa Perú.

Sobre el autor:

Codespa

Codespa es una ONG de cooperación al desarrollo, con 40 años de experiencia en la creación de soluciones sostenibles y duraderas para combatir la pobreza extrema. Fundada en 1985, la organización trabaja en estrecha colaboración con las comunidades locales e involucra al sector público y privado para crear oportunidades de negocio y empleo. A través de su labor, garantiza el acceso a formación, a servicios financieros y promueve el desarrollo de mercados para las personas que viven en contextos de pobreza. Actualmente, cuenta con más de 100 profesionales y expertos de diversas disciplinas, comprometidos con el desarrollo económico y social de los más vulnerables. Su misión es hacer posible que 10 millones de personas pasen de la pobreza a la prosperidad, mediante su modelo escalable de desarrollo de mercados rurales y apoyo a emprendedores. Hasta la fecha, ha liderado más de 1.400 proyectos en 34 países de Iberoamérica, África y Asia, contribuyendo de manera significativa a la mejora de las condiciones de vida de 5,9 millones de personas. El Presidente de Honor es Su Majestad el Rey
Don Felipe VI.

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