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El Palacio de Gaviria de Madrid acoge hasta el 12 de abril de 2020 la exposición Brueghel. Maravillas del arte flamenco, que recorre las creaciones pictóricas de cinco generaciones de este linaje de pintores a partir de un centenar de obras en una muestra organizada por Arthemisia España.
El comisario de esta muestra, Sergio Gaddi, ha explicado que esta exposición, realizada a partir de préstamos de colecciones privadas, reúne obras representativas de una de las sagas que marcó la historia del arte europeo entre los siglos XVI y XVII.
De las cinco generaciones, esta muestra cuenta con obras de ocho Brueguel, entre los que no hay ninguna mujer, y del centenar de obras que incluye, alrededor de 80 llevan la forma de esta dinastía de artistas.
El recorrido se divide en siete apartados y arranca con Pieter Brueghel el Viejo (1525-1569), el primer miembro de una dinastía que se estructura en un "árbol genealógico complejo", tal y como ha destacado Gaddi. En esta primera sección, titulada 'El juicio moral, entre la salvación y la condena', un tema relevante en la época y que el artista "hizo suyo": por un lado, el "miedo al infierno" y, por otro, la "necesidad de la salvación".
La segunda sección, 'La reina Naturaleza', refleja la "visión fundamental" de Brueghel el Viejo, para quien "el ser humano se convierte en algo pequeño ante la naturaleza y dejar de ser la "figura dominante". Según ha explicado Gaddi, al igual que hicieron sus hijos, viajó a Italia y le llamó la atención la orografía, aunque no reprodujo los detalles de manera fotográfica, sino emotiva.
'Soldados y cazadores bañados en luz invernal', por su parte, está dedicada a la obra de Pieter Brueghel el Joven, con ejemplos como 'El castillo de Ouderkerk' o 'Aldea flamenca en invierno con patinadores'; así como 'Alegorías, historias maravillosas', en la que cobra importancia la colaboración de Rubens en los más de 600 dibujos y punturas inacabados que heredó Brueghel el Joven de su padre.
Tal y como ha explicado el comisario de la muestra, Brueghel el Joven y Rubens se atreven a alejarse de la iconografía religiosa, el tema pictórico más popular de la época. Entre los motivos destaca el auge de la burguesía y el "gran interés desde el punto de vista comercial" que tenía el arte para quienes ganaban "estatus económico" y querían obras de arte "en sus casas".
"La alegría de vivir"
El recorrido continúa con 'Relatos de viajeros y mercaderes', sección en la que destacan 'Barcos de vela junto a un castillo', 'Viajeros con carro en un camino rural', de Brueguel el Viejo, y 'Camino del mercado', de Brueghel el Joven; y 'Gloria y vanidad de la vida silenciosa', en el que destaca Abraham Brueghel –hijo de Brueghel el Joven–, representante del entusiasmo por la pintura floral y el bodegón.
En el siglo XVII, también este género estaba sometido al "tiempo", como todos los aspectos de la vida, incluso la flor, que era un "símbolo de belleza". En aquel momento, además, y como contexto histórico, Holanda vivió la conocida como "crisis de los tulipanes", en la que se elevaron los precios de estas flores de manera desorbitada y luego se derrumbaron, lo que se conoció como la "primer burbuja", en palabras de Gaddi.
Por último, esta muestra termina con 'El baile de los pobres', que está dedicada a "los últimos de la sociedad", es decir, "los campesinos". Tal y como ha explicado el comisario de esta exposición, las obras de la dinastía Brueghel manifestaban el "espíritu común" de la "alegría de vivir", que se antepone a "la fatiga y la labor", para convertirse en "protagonista".
"Transmiten la conciencia de que a pesar del dominio de la naturaleza, el placer de vivir predomina frente a una concepción oscura de la vida. No hay la tristeza ni el juicio tan decidido que vemos en el Bosco", ha resaltado.