Rosa Roch
Rosa Roch es redactora especializada en temas de salud, alimentación y gastronomía.
… saber más sobre el autorInteresarse por los alimentos que tomamos es bueno para la salud, pero cuando se convierte en una obsesión este interés se convierte en dañino.
Esta obsesión por comer sano es una alteración de la conducta alimentaria, al igual que lo es la bulimia y la anorexia, que los psicólogos y psiquiatras denominan ortorexia. A diferencia de las personas con bulimia y anorexia, que se obsesionan con el aspecto exterior del cuerpo, quien sufre ortorexia por el aspecto interior. Como en la mayoría de las alteraciones de la conducta, quien la padece no es consciente de ello y tiene una visión muy distorsionada de la realidad, pues muchas veces el concepto “sano” no responde a la realidad.
Afecta en mayor número a las mujeres que de hombres, supuestamente porque socialmente siempre han estado (y siguen estando) más en el punto de mira a la hora de seguir los cánones de belleza y el cuidado del personal.
Quienes padecen este trastorno llevan al extremo lo que se considera una dieta sana y equilibrada, analizan todos los alimentos que llegan a casa y sus valores nutricionales, pero, además, también lo hacen cuando van a un restaurante, e incluso revisan las condiciones de salubridad de los recipientes donde están o se sirven los alimentos y de quien los manipula.
Alimentos enlatados, en conserva, precocinados, etc. no son plato de buen gusto para los ortoréxicos por considerarlos productos artificiales, insalubres y perjudiciales para la salud debido a los procesos industriales a los que están sometidos: manipulado industrial, presencia de aditivos y conservantes que, a pesar de ser aptos y necesarios para preservar los alimentos, los consideran dañinos para la salud.
Su base alimentaria son los productos etiquetados como “biológicos”, aquellos que están elaborados o cultivados de manera artesanal y sin la utilización de productos químicos.
Esta obsesión por lo sano llevada al extremo hace que se reduzca la ingesta de alimentos con un importante contenido de nutrientes. Si además añadimos el rechazo a comer carne, por considerarla tóxica, y otros alimentos grasos, la dieta acaba siendo monótona y con un déficit de nutrientes esenciales como son las vitaminas, minerales, aminoácidos y ácidos grasos.
La manera de compensar estas carencias nutricionales la buscan en los suplementos de vitaminas y minerales que ellos consideren naturales, una alternativa nada recomendada por los profesionales de la nutrición que advierte que el aporte nutricional de un alimento no se puede sustituir por suplementos dietéticos e insisten en que lo saludable es llevar una dieta equilibrada, con variedad de alimentos y suplementar solo en casos excepcionales, puntuales y por un periodo corto de tiempo.
Esta alteración de la alimentación no solo afecta en el plano nutricional, también tiene su efecto en la salud general del cuerpo y la mente debido a las carencia. El déficit de grasas, animales y vegetales altera la absorción de vitamina A, D y E provocando pérdida de masa muscular, debilidad ósea, caída del cabello, anemia, pérdida de la menstruación (en el caso de las mujeres) y alteraciones severas en el estado de ánimo.
Son personas más sensibles a las noticias, especialmente a aquellas relacionadas con la alimentación, tales como alertas alimentarias, enfermedades de origen animal (gripe aviar, vacas locas), brotes de salmonella, etc. que alimentan su obsesión por la comida sana, llegando a recluirse en casa. Un comportamiento que dificulta las relaciones sociales y viéndose, ante los ojos de los demás, como una persona extravagante y maníaca.
Esta obsesión por el cuidado interior del cuerpo lleva a la frustración cuando quien sufre de ortorexia se ve obligado a transgredir su propia norma. Esta frustración continuada puede desencadenar una depresión que agrava aún más la salud física y psicológica
Detectar cuanto antes este trastorno de la alimentación es clave para poder aplicar un buen tratamiento enfocado en la alimentación, que incluya educación nutricional, y psicológico.