Tras varias décadas en que los hijos han ocupado un lugar protagonista en nuestra vida llega el momento en que se independizan y dejan el hogar familiar. Es ley de vida y, a menudo, incluso habremos bromeado en que no veíamos el día en que llegara. Pero, cuando se hace realidad y los más jóvenes de la casa se emancipan, debemos saber gestionar lo que se conoce como el síndrome del nido vacío. Una sensación general de soledad, tristeza o desmotivación que los padres pueden sentir ante la emancipación de los hijos.
No todos los progenitores sufren este síndrome pero muchos, en menor o mayor medida, acusan este vacío que deja la marcha de los hijos, sobre todo si a estos les han dedicado toda su atención y han vivido las últimas décadas a través de ellos. Por ejemplo, cuando la agenda social estaba solo ocupada por actividades relacionadas con los niños, se ha descuidado cualquier otra afición o interés o, incluso, la relación de pareja estaba en un segundo plano.
Toca pues darle la vuelta a esta situación y ver las ventajas de que los hijos ya no estén en casa. Veamos algunas:
Hemos cumplido con nuestra misión de padres y hemos dotado a nuestros hijos de las herramientas necesarias para ser independientes y construir su propia vida. Por tanto, hemos hecho un buen trabajo del que podemos sentirnos muy orgullosos.
Somos padres y madres pero también muchas otras cosas que quizás no hemos tenido tan en cuenta. Es hora de parar y reflexionar sobre quienes somos, qué nos gustaría cambiar y a qué faceta de nosotros mismos queremos dedicarle atención. Por tanto, somos protagonistas de nuevo de nuestra vida y podemos colocar nuestras necesidades de nuevo en las primeras posiciones de la lista.
Y una vez sabemos en qué queremos focalizarnos, otro punto fantástico de la emancipación de los hijos es que tenemos el tiempo para hacerlo.
Además, ya no habrá excusas para no recuperar actividades y aficiones que nos gustan (o buscar de nuevas). Y, genial si reforzamos los círculos de amistades y nos interesamos para participar en eventos de nuestro entorno. Tenemos el tiempo para hacerlo.
Durante años probablemente hemos tenido que lidiar con la falta de espacio en casa y ahora disponemos de habitaciones libres para dedicarlas a lo que queramos. ¿Por qué no un espacio para la relajación o un pequeño gimnasio? ¿O simplemente para tener más espacio para nuestra ropa?
La independencia de los hijos también significa que vamos a dejar de ser responsables de cubrir sus gastos y manutención lo que puede ser muy beneficios a final de mes para nuestra cuenta bancaria. Todo cuenta.
Y por si aún os faltan razones para ver con buenos ojos la emancipación de los hijos, unos consejos para conseguirlo: