Pues ocurre algo muy sencillo, pero que se estudiará en las universidades como ejemplo grandioso de cómo se monta la manipulación y cómo puede llegar a utilizarse. En unos casos, para fines inconfesables, como la erosión del sistema de protección social. En otros, para fines de máximo riesgo, como llevar la polarización al terreno de la convivencia entre generaciones, naturalmente para provocar el enfrentamiento. Es algo muy parecido a lo que los extremistas hacen con la inmigración: presentar a los españoles como víctimas de delitos, especialmente sexuales, de los extranjeros. Y presentar a los extranjeros como perversos agentes del mal que violan a nuestras mujeres, quitan empleo a nuestros hijos y desconocen, cuando no destrozan, la cultura y las tradiciones nacionales. Material inflamable.
No es menos inflamable el supuesto conflicto generacional del que tanto se empieza a hablar. En este caso, los inmigrantes serían los mayores y los sufridos españoles serían los jóvenes mal pagados. Su esencia es la siguiente: desde hace meses, alguien, no sabemos quién o quiénes, puso en marcha algo parecido a una campaña. Para decirlo con toda crudeza: una de las campañas más insólitas, por no llamarlas indecentes, que este cronista puede recordar. Se trata de denunciar las pensiones de jubilación como una injusticia, como un abuso o como un auténtico robo que los mayores hacen a sus propios hijos o nietos. Y se trata, en definitiva, de sembrar dudas sobre el sistema público de pensiones y su capacidad de supervivencia. El fracaso de ese sistema como una de las bases del estado de bienestar sería uno de los objetivos de quienes buscan el destrozo de la democracia liberal.
El montaje parte de hechos ciertos para llegar a conclusiones falsas. Hechos ciertos: según algunos estudios –el más conocido, el del Instituto Juan de Mariana—, las nuevas pensiones de jubilación superan el sueldo medio de los menores de 35 años. Los nuevos jubilados con todos sus derechos cobran una media de 1.760 euros al mes; los menores de 35 años, un sueldo medio de 1.670 euros. Si se busca intensificar los agravios, el mismo Instituto señala que entre 2008 y 2024 los ingresos de los trabajadores de 18 a 29 años bajaron un 3 por ciento. En cambio, los ingresos de los mayores de 65 subieron un 18 por ciento. Como así en bruto la desigualdad es manifiesta, hay material para cualquier tipo de demagogia. Por ejemplo, para lo ya apuntado: que los mayores son unos privilegiados que ganan mucho dinero a costa de unos jóvenes que pierden poder adquisitivo y, por tanto, no puede acceder a una vivienda, ni en compra ni en alquiler. Y, por supuesto, en el informe del Instituto Juan de Mariana se llega a decir que el gasto en pensiones es excesivo.
Ante todo ello, y como primera aproximación, desde 65ymas.com decimos que la tarea de meter miedo en el cuerpo a los pensionistas actuales o futuros es evidente y hay que hacer algo antes de que sea un nuevo motivo para la confrontación.
Lo primero que hay que hacer, a nuestro juicio, es que se imponga la verdad, y la verdad, como recientemente recordó la ministra Elma Saiz es que las pensiones y su revalorización están garantizadas por ley por puro acto de justicia.
Lo segundo es que esa ley ha sido aprobada en el Parlamento, que es la sede de la soberanía nacional, y no tiene vigencia prevista solo para la generación actual de pensionistas. Los jóvenes que hoy se consideran víctimas también cobrarán su pensión cuando les toque el turno. Es más que una ley política; es una ley de vida.
Lo tercero, que las pensiones no son una gracia de los gobiernos, cualquiera que sea su signo ideológico, sino un derecho. Es un dinero que fue adelantado por los actuales perceptores y, sin ese adelanto, no habría sistema público de pensiones ni siquiera Seguridad Social. Es decir, que al pensionista se le devuelve algo suyo.
Lo cuarto, que es inhumano negarles o regatearles una prestación pública, simplemente porque las empresas o las administraciones públicas pagan poco a sus trabajadores.
Lo quinto, que se haga un hueco a las sospechas y se investigue qué intereses hay detrás de esta campaña que, como todas las intoxicaciones y populismos, tiene un amplio eco en las redes sociales. Pueden ser intereses económicos para revitalizar los planes privados de pensiones o pueden ser intereses políticos en busca del voto joven o de pura desestabilización, como todo lo que surge de las fábricas de falsedades.
Y lo sexto: si los salarios de los jóvenes son insuficientes ante un coste de la vida cada día más caro, luchen los agentes sociales por su mejora, pero sin dañar a nadie, y mucho menos a sus mayores. Me parece de las cuestiones más urgentes que tienen planteadas el Estado y la sociedad.
Sobre el autor:
Fernando Ónega
Fernando Ónega, presidente del diario 65ymas.com, es un cronista imprescindible desde los primeros tiempos de la transición. Una voz escuchada y respetada por su rigor y su neutralidad.
Fue director de prensa de la Presidencia del Gobierno de Adolfo Suárez, siendo autor de buena parte de sus discursos.
Ha trabajado en distintos medios escritos y televisiones. En la radio, inauguró el comentario político en mayo de 1978, en el programa “Hora 25” de la Cadena SER. Después ha sido director de informativos de la Cadena SER y de la Cadena COPE, además de director general de Onda Cero. En esta misma emisora, colaboró con Luis del Olmo durante 17 años, con Carlos Herrera y, desde abril de 2015 a septiembre de 2022, colaboró en los programas “Más de uno”, con dos comentarios políticos diarios, y en La Brújula, con una carta también diaria.
En prensa escrita publicó su primer trabajo a los 13 años en “La Noche” de Santiago de Compostela. Dos años después firmaba una página semanal y hacía entrevistas en “El Progreso” de Lugo. Dirigió el diario “Ya”, fundó el confidencial y la agencia “Off the record” (“OTR Press) y en los últimos tiempos ha sido columnista de “La Vanguardia y “La Voz de Galicia”.
En televisión, fue director de varios programas en TVE, así como director de relaciones externas de la cadena pública. También ha presentado los espacios informativos de Telecinco y Antena 3 y colaboró como contertulio en varios programas de debate.
Autor de diversos libros entre los que destacan “El termómetro de la vida”, “Puedo prometer y prometo”, “Juan Carlos I”, “Qué nos ha pasado, España”.
En 2020 recibió su tercer Premio Ondas, en este caso a la trayectoria o mejor labor profesional. El jurado reconoció "su fecunda carrera en la radio, tanto en su faceta directiva como ante el micrófono, desarrollada en las principales cadenas". "Fue pionero de la incorporación de los espacios de opinión en la radio, y sigue todavía hoy aportando una mirada ponderada sobre la actualidad", destacó.
A lo largo de su trayectoria también ha recibido otros galardones, como el Premio Godó, varias Antenas de Oro y Micrófonos de Oro, aunque él presume de otros reconocimientos: por ejemplo, la Medalla Castelao de Galicia o los nombramientos como Hijo Predilecto de Pol, o Hijo Adoptivo de Lalín y de la Provincia de León.