Cine

Gabriel Mascaró reflexiona sobre la vejez y el capitalismo en su película 'El sendero azul'

Miriam Gómez Sanz

Miércoles 29 de octubre de 2025

9 minutos

Compite en la Seminci con una parábola visual sobre la libertad y la resistencia en la tercera edad

Gabriel Mascaró reflexiona sobre la vejez y el capitalismo en su película 'El sendero azul'. Fuente: Guillermo Garza/SEMINCI
Miriam Gómez Sanz

Miércoles 29 de octubre de 2025

9 minutos

El director brasileño Gabriel Mascaró presenta en la 70ª edición de la Semana Internacional de Cine de Valladolid (Seminci) su nueva película, El sendero azul, un viaje por el Amazonas que combina fantasía, crítica social y una mirada luminosa sobre la vejez.

Con una duración de 86 minutos, la cinta —con la que Mascaró compite en la Sección Oficial del festival— ofrece una reflexión sobre el dilema entre la edad, la productividad y la libertad individual. El cineasta, ganador del Gran Premio del Jurado en la Berlinale, plantea una historia que, desde la ciencia ficción, reivindica la autonomía personal frente a las imposiciones del sistema.

"Quería hacer una película sobre la resignificación de la vida de una persona mayor que no tratase de la finitud, la muerte o la nostalgia", explicó Mascaró durante la rueda de prensa celebrada este sábado en Valladolid.

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El cineasta brasileño Gabriel Mascaró durante una rueda de prensa en la Seminci. Fuente: SEMINCI/EuropaPress.

Un viaje rebelde por el Amazonas

La protagonista, Teresa, de 77 años, huye de la residencia estatal a la que el gobierno la obliga a trasladarse al finalizar su etapa laboral. Decide entonces emprender un viaje fluvial por el Amazonas en busca de nuevas metas. Sin embargo, su travesía se ve interrumpida cuando las autoridades bloquean su camino y su compañero de barco descubre los poderes curativos y visionarios de la baba de un misterioso caracol azul.

Entre intentos frustrados por continuar —incluido el de volar en un ultraligero—, Teresa pierde sus ahorros y se adentra en la leyenda de un lugar mítico conocido como El Pez Dorado. En ese camino se encuentra con una mujer que le revela la corrupción del gobierno y la posibilidad de "comprar" su independencia.

Ambas, inspiradas por el simbolismo del caracol azul, deciden apostar todo en El Pez Dorado para lograr la libertad que buscan. El director convierte así la historia en una parábola visual sobre la vejez, el deseo de autonomía y la resistencia frente al poder.

Alejarse de los estereotipos sobre la vejez

Mascaró explicó que su intención era alejarse de los clichés habituales con los que el cine ha retratado a las personas mayores. Entre sus influencias cita títulos como Amor (Michael Haneke, 2012) o Cuentos de Tokio (Yasujiro Ozu, 1953), películas que muestran cómo el mundo da la espalda a los mayores. 

El realizador también mencionó Antes del amanecer (Richard Linklater, 1995), como referencia para el tono de encuentro y descubrimiento que atraviesa su historia. "Quería que la película fuese algo así; jugar con esta tradición, pero desplazada sobre un cuerpo anciano como acto de resistencia y transgresión", explicó.

El poder mágico del Amazonas

El escenario natural del Amazonas era, según el cineasta, el lugar ideal para este relato. Mascaró conoce la región de primera mano, pues impartió clases durante años a comunidades indígenas. "Quería adentrarme en este encanto del interior de la selva y los poderes mágicos que están en la fauna y la flora, en ríos sinuosos en los que te pierdes, pero donde también puedes encontrarte y el imaginario del Amazonas ya estaba en mi cabeza", confesó.

El sendero azul se construye como una distopía que juega constantemente entre lo real y lo fantástico. Una de sus principales influencias, ha admitido Mascaró, es Una historia verdadera de David Lynch, especialmente por la idea del viaje como transformación.

El realizador quiso trasladar esa sensación también al proceso de rodaje. "El cine de ficción lidia con la idea de control, pero a mí me interesa mucho que haya elementos que rompan con esa estrategia y que pasen cosas inesperadas en pleno rodaje", apuntó, revelando que provocó pequeños “accidentes” para estimular la espontaneidad del elenco.

La música también desempeña un papel clave en esta narrativa inesperada. Mascaró explicó que parte de una mezcla de géneros aparentemente imposibles de conectar para crear un diálogo constante entre la imagen y el sonido, como si hubiera una orquesta en la sala de cine que se comunica en todo momento con el espectador y jugase de forma contraintuitiva con lo que se está viendo.

 

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Miriam Gómez Sanz

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