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Juan Eslava Galán: "Hitler siempre despreció a Franco"

Antonio Castillejo

Domingo 2 de enero de 2022

14 minutos

El autor jienense acaba de publicar la 'Enciclopedia nazi contada para escépticos'

Juan Eslava Galán: "Hitler siempre despreció a Franco". Foto: Europa Press
Antonio Castillejo

Domingo 2 de enero de 2022

14 minutos

Juan Eslava Galán nació en Arjona (Jaén) de padres olivareros en el año 1948; se licenció en Filología Inglesa por la Universidad de Granada y se doctoró en Letras con una tesis sobre historia medieval. Amplió estudios en el Reino Unido y fue alumno y profesor asistente de la Universidad de Ashton (Birmingham). A su regreso a España ganó las oposiciones a Cátedra de Inglés de Educación Secundaria y fue profesor de bachillerato durante treinta años, una labor que simultaneó con la escritura de novelas y ensayos de tema histórico.

Juan Eslava Galán: "Hitler siempre despreció a Franco". Foto: Victoria Iglesias (Ed. Planeta)

Entre otros, ha ganado los premios Planeta, Ateneo de Sevilla, Fernando Lara y Premio de la Crítica Andaluza. Sus obras se han traducido a varios idiomas europeos. Con más de 90 títulos publicados, Eslava Galán es, posiblemente el autor más prolífico de nuestras letras. Su última obra es Enciclopedia nazi contada para escépticos (Ed. Planeta) en la que de la A a la Z, se recogen los nombres, lugares, los hombres y las mujeres, los símbolos y hasta el último elemento decisivo en la confirmación del imaginario nazi y su impacto en el mundo. 

Cubierta Enciclopedia Nazi

PREGUNTA: ¿Cómo nace la idea de escribir esta enciclopedia del nazismo?

RESPUESTA: Yo llevo 40 años muy interesado en este tema, acumulando material, libros, visitando lugares que tienen alguna significación para el nazismo. Todo eso quería utilizarlo en un libro que fuese una especie de compendio del nazismo pero aún no le había dado forma. Cuando llegó la pandemia pensé que a lo mejor era el momento de abordar una obra que yo pensaba superior a mis fuerzas y así fue como me puse con ella. 

P.: Parece increíble que aún queden cosas desconocidas o poco estudiadas sobre Hitler y el nazismo, pero usted ha demostrado que es así con estas 900 páginas de enciclopedia...

R.: Lo cierto es que no está todo dicho sobre el nazismno, pensamos eso muchas veces porque ya han pasado 80 años, pero no es así. Ahora se están abriendo y estudiando los archivos de rusos y americanos que, como es bien sabido, saquearon los archivos alemanes, se lo llevaron todo y está saliendo a la luz. Aparecen cosas nuevas, por ejemplo, muchas fotografías procedentes de archivos rusos que he utilizado para este libro y son inéditas. También he localizado nuevas filmaciones hechas en el Berghof (lugar de descanso y segunda residencia de Hitler en los Alpes Bávaros) en las que aparece Hitler, a pesar de ser vegetariano, pelando una gamba con una torpeza conmovedora. En otra filmación realizada en la terraza del Berghof podemos ver como una Eva Braun muy pizpireta y coqueta le da un piquito en la boca a un señor que no es Adolf Hitler... La verdad es que están apareciendo cosas muy interesantes.

P.: ¿Cómo fue el caldo de cultivo que permitió la aparición del nazismo?

R.: Sin lugar a dudas todo parte de la tremenda faena que se le hace al pueblo alemán con el Tratado de Versalles que ponía fin a la Primera Guerra Mundial. Ese tratado es una venganza asiática, sobre todo por parte de los franceses que fueron los que insistieron en esquilmar a los alemanes. El pueblo alemán estaba, con mucha razón, muy ofendido. A raíz de ahí surge la República de Weimar, que tenía muchas cosas buenas pero que estaba lastrada por el enorme peso de las indemnizaciones impuestas en Versalles. El pueblo alemán estaba un tanto soliviantado por ese motivo y bastó que surgiera la figura de Hitler que, de un modo muy elocuente porque era un gran orador, decía lo que los alemanes querían oír y arrastrara consigo la voluntad de muchos. Pero además también estaba la crisis, el crack del 29, que perjudicó enormemente a Alemania.

P.: ¿Y su ascenso al poder?

R.: Hitler, jugando sucio como siempre hacían los nazis, persuadió al pueblo alemán de que los comunistas habían incendiado el Reichstag (parlamento) y eran un problema público que resultaba necesario atajar y, en consecuencia, durante algún tiempo habría que suspender la legislación democrática y los partidos. Pero en realidad la suspensión fue para siempre y se instituyó el régimen de terror desde el primer momento porque el que no estaba de acuerdo con el nazismo tenía muy mal futuro en Alemania. Todo esto es lo que explica que este pueblo, sin duda alguna el más culto del mundo en aquel momento, se dejase arrastrar por esa pandilla de indocumentados que eran Hitler y sus adláteres.

P.: Y con los judios como chivo expiatorio…

R.: Exacto. Fue muy conveniente para Hitler que los judíos fueran el chivo expiatorio, primero del desastroso resultado de la Primera Gerra Mundial con el bulo de la famosa puñalada trapera de la que se acusó a judíos y demócratas. Y en segundo lugar gracias a esa tradición antisemia que ya venía de antiguo por cuestiones religiosas y desde el siglo XIX también raciales, que a Hitler le vinivieron de perlas y le facilitaron muchas adesiones como por ejemplo cuando decreta que los judíos no podían ser funcionarios públicos que es cuando, por ejemplo, la universidad se queda en cuadro ya que había muchísimos judios en la universidad y automaticamente eso provoca el ascenso de los que no eran judíos y que por ese motivo se hicieron nazis de mil amores.

P.: ¿Cómo fue el proceso de arianización?

R.: Los alemanes siempre se han sentido muy orgullosos de sus logros que, evidentemente, a la vista están. Es un pueblo laborioso, disciplinado y estudioso que ha dado grandes científicos y filósofos. Sobre ese orgullo, cuando comienzan en el siglo XIX las teorías raciales, empieza a despuntar, mucho antes de que llegara el nazismo, teorías que apoyaban que había una raza ária que era superior a las demás. La raza de alemanes, nórdicos, ingleses... gente tirando a rubia, alta, esbelta... Los nazis se adscrbieron con entusiasmo a esta teoría que no habían inventado ellos pero que impusiueron estatalmenrte sobre todo con las leyes de Núremberg que hicieron contra los judíos y contra cualquier forma de mestizaje. Unas leyes que el pueblo alemán admitió.

P.: Una teroria que, obviamente, también tenía una repercusión política...

R.: Efectivamente, porque nosotros somos la raza superior y, por otra parte, a lo largo de toda la historia ha existido el derecho de conquista. Las razas y los pueblos se han tenido que buscar la vida conquistando, nosotros, razonaron los nazis, necesitamos territorios, materias primas, hemos llegado tarde al reparto del mundo y no tenemos imperio y el poquito que teníamos lo perdimos con la primera Guerra Mundial... Y ahí estaba Hitler predicando que el imperio que debían de hacer era territorial, puesto que los ingleses tenían el marítimo, y a costa del este. El plan de Hitler no era hacerle la guerra a Inglaterra y Francia, esto le sobrevino para su sorpresa. El plan era que en cuanto estuvieran prearados, él calculaba que sería en 1943, hacerle la guerra a la Unión Soviética, conquistar allí todos los territorios fértiles para el cereal, los de la minería, los del petróleo, todo lo que necesitaba Alemania, exterminar a buena parte de la población de esos territorios y al resto convertirla en esclava de los colonos alemanes que poblarían todo ese inmenso territorio. Esa era la idea de Hitler. Una idea bien estructurada pero completamente amoral.

P.: ¿Hay alguna correlación entre las figuras de los Hitler, Goebbels, Himmler, Göring y compañía con algunis políticos actuales?

R.: Creo que no, fueron tan peculiares... Bueno, hay muchos políticos actuales que como ya sabemos que son imbéciles, pero cada uno lo es en su línea. Aquella gente fue irrepetible, la camarilla que rodeaba a Hitler era una verdadera galería de esperpentos, cada uno con sus peculiaridades. A esos personajes los colocas en una novela y a cualquier crítico le parecería que eran personajes terriblemente exagerados, pero ahí estaban.

P.: ¿Cómo fue la relación real entre Franco y Hitler?

R.: Hitler siempre despreció a Franco. Ni siquiera sabía de su existencia hasta que le llegaron los correos al principio de la Guerra Civil pidiéndole aviones. Fue durante la guerra, en la que se vio implicado más de lo que él pensaba al principio, cuando le pareció que Franco era un torpe director de tropas que estaba tardando mucho en ganar una guerra en la que debía haber vencido en cuestión de meses. Sí, sentía cierto desprecio hacia Franco.

P.: Sin embargo eran aliados...

R.: Sí, Franco era un aliado y aspiraba a que en el futuro España fuera un país satélite del Reich (Imperio) alemán. Por su parte Franco, obviamente, le estaba agradecido a Hitler pero no hasta el punto de rendirle, como él, y sobre todo Göring, quería, rendirle las minas españolas que secularmente habían explotado manos belgas, francesas e inglesas y que Franco aspiraba a recuperar para España.

P.: ¿Pensó Franco entrar en la Segunda Guerra Mundial junto al bando nazi?

R.: Franco, cuando empieza la guerra y ve que el ejército, supuestamente, más fuerte, el francés, es derrotado en seis semanas y los ingleses también son vencidos en Dunkerque , pensó que el fin de la guerra era inminente y creyó que si se apuntaba al bando vencedor luego podría participar en el futuro reparto del mundo. Él aspiraba a las colonias francesas del norte de África y esa fue la oferta que le hizo a Hitler que, obviamente, la despreció porque estaba subidísimo después de sus victorias.

P.: Pero las cosas se fueron torciendo para Hitler...

R.: Efectivamente, cuando pasó el verano de 1940 y resultó que la Luftwaffe (aviación alemana) no era capaz de derrotar a la RAF (Real Fuerza Aérea británica) hubo que descartar la invasión de Inglaterra, como antes hicieron Felipe II y Napoleón. Entonces Hitler pensó en un plan B. Para el plan B necesitaba que España entrara en la guerra para así conquistar Gibraltar y yugular por ahí el tráfico marítimo del Imperio que alimentaba a Inglaterra a través del canal de Suez y el Mediterráneo. Por eso se celebró la reunión de Hendaya entre Hitles y Franco, para presionar al general español. En contra de lo que se dice, Franco firmó el protocolo de Hendaya comprometiéndose a entrar en la guerra, pero no le puso fecha porque realmente España estaba en una situación tan penosa que no estaba en condiciones de entrar en una guerra. Así es que durante un tiempo hubo muchas presiones alemanas, sobre todo cuando el ministro Ramón Serrano Suñer estuvo en el Berghof. Pero para suerte de Franco, un hombre sin duda muy afortunado, cuando Hitler invadió la Unión Soviética se le vinieron encima tantos problemas que el plan de asaltar Gibraltar quedó en un segundo término.

P.: ¿Cómo fue el trato que recibieron las  mujeres durante el nazismo?

R.: Curiosamente las mujeres habían avanzado muchísimo, quizás más que en EEUU, durante la República de Weimar. Había leyes que podíamos llamar feministas que favorecían muchísimo a las mujeres. Por el contrario, los nazis aspiraban a que la mujer volviera a casa y a tener hijos. Muchas tuvieron que someterse porque el nazismo era muy impositivo. Pero sobre todo, la sociedad se sometía porque la persuadieron haciéndose cargo de la educación de la juventud. Los chicos iban a los campamentos juveniles de chicos, las chicas a los de chicas. Ellos tenían que formarse para ser futuros soldados y ellas para  ser futuras madres y ser también el descanso del guerrero. Ese es el papel que asignaba Hitler a las mujeres. De hecho, cuando una se casaba se le concedían tremendas ventajas sociales para estimular que tuvieran muchos hijos que iban a ser soldados y colonos cuando conquistaran Rusia.

P.: ¿Quienes fueron los amores del Führer?

R.: Además de por Eva Braun, estuvo prendadísimo de una sobrina, Geli Raubal. Tanto la agobiaba que la chica terminó suicidándose con la pistola del Führer y en la casa del Führer. Ella fue el gran amor de su vida. Pero también tuvo unos cuantos amores porque le encantaban las mujeres. De joven a lo mejor no se había comido una rosca, pero las mujeres le gustaban mucho. Hay detalles que conocemos por las entrevistas que se hicieron a los que fueron sus ayudas de cámara. Por ejemplo, cuando iba en el coche entre multitudes, si había una rubia especialmente vistosa tenía un edecán que procuraba tomarle la dirección e invitarla a la Cancillería. Desde luego no lo hacía con la misma idea de su compadre Mussolini que directamente se las cepillaba en un picadero que tenía al lado de su despacho, en la sala de los mapas. Hisler no era así, a él le gustaba estar rodeado de mujeres bellas, le encantaba el género como a una persona de, hasta cierto punto, una sexualidad normal.

P.: ¿Y cómo fueron las relaciones con el Vaticano?

R.: El Vaticano, prudentemente, lo que hizo fue nadar y guardar la ropa mirando hacia otro lado porque, y no es que quiera disculparlo, tampoco le quedaba otra. En principio los nazis, cosa curiosa, engañaron por completo al Vaticano con el concordato... y mira que es difícil engañar al Vaticano. Pero desde la época del canciller Bismarck, que era enemigo de la iglesia, había un partido político de centro, católico, importante, realmente pesaba mucho en el parlamento alemán. A Hitler le interesaba desactivarlo y cuando firmó el concordato con la Santa Sede dijo que desde entonces ya no era necesario ese partido porque los intereses cristianos ya iban a estar defendidos por esas leyes que habían firmado. Con estos compromisos ya no es necesario ese partido puesto que preferimos que se abolan todos los partidos... y el Vaticano transigió. Obviamente a los pocos meses en Roma comprendieron que para Hitler los tratados eran papel mojado y en este sentido el concordato fue un tratado más.

P.: ¿Y la postura del Vaticano frente al Holocausto?

R.: Cuando empezó a aniquilar a los judíos, el Vaticano tenía idea de lo que estaba ocurriendo pero decidieron volver a mirar para otro lado. Primero porque los judíos tampoco les eran excesivamente simpáticos. Y en segundo lugar porque después de la caída de Mussolini los alemanes controlaban Italia, cada vez tenían menos escrúpulos y tampoco es que Pío XII  estuviera muy seguro en el Vaticano.

P.: ¿Cuál fue el peor error de los que cometió Hitler?

R.: Sin ninguna duda la invasión de Rusia. Aquella gran torpeza le costó la guerra. El problema fue que, entre otras cosas, estaba muy mal informado. Creía que el ejército soviético era la filfa que había demostrado ser en la guerra contra Finlandia donde hizo el ridículo y pensó que el ejército soviético era eso. Además él calculaba que tenían 150 divisiones cuando en realidad eran 360. Los cálculos eran absolutamente demenciales, En tercer lugar, si estás manteniendo una guerra contra Inglaterra y las materias primas que necesitas vienen casi todas de Rusia, cómo se te ocurre invadirla, es totalmente absurdo. Pero estaba tan subido que no se percató de eso.

P.: SA y SS, ¿qué cuerpo fue más temible y cómo fueron las relaciones entre ellos?

R.: Las SA casi no se solapan con las SS porque aquellas eran camorristas callejeros que se lanzaban contra los comunistas antes de que Hitler subiera al poder. En cuanto lo consigue se da cuenta de que le estorbaban porque él quería dar una imagen de estadista y estas fuerzas, que ya eran casi un ejército con cuatro millones de afiliados, eran gente muy camorrista e insubordinada. Así que organizó la famosa 'noche de los cuchillos largos' en la que decapitó el movimiento y fue dando cada vez más fuerza a las SS que se nutrían de las clases medias no de la clase obrera como sucedió con las SA.

P.: ¿Las SS fueron patrimonio de Himmler?

R.: Sí, las SS fueron un predio de Himmler, por decirlo así, se convirtieron en los intelectuales del régimen que se encargaron de la aniquilación de los judíos y además era allí donde estaban las famosas escuelas de aprendizaje nazi con sus castillos. También hay que subrayar que estaban a cargo del control de los judíios y de los criaderos humanos, las granjas de donde salían los soldados ários del futuro. Por cierto, que la pelirroja del grupo Abba, Anni-Frid Lyngstad, procede de uno de estos criaderos. Hubo unos cuantos en Noruega, su madre era noruega y estaba en una de esas granjas humanas donde se cruzó con un ário puro y tuvieron a esta chica. Pero al acabar la guerra la población noruega consideraba prostitutas de los nazis a las chicas que habían estado en esos criaderos humanos de los nazis, así que tuvo que emigrar a Suecia donde siguió con su vida. En el libro cuento que hay una asociación de a la que ella pertenece que intenta encontrar a los padres arios y que también se les reconozcan ciertos derechos.

P.: Occidente y sobre todo EEUU pasaron de puntillas sobre el pasado nazi de científicos alemanes que trabajaron para ellos…

R.: Sin duda alguna. Pasaron de puntillas no solo con los científicos que se llevaron, entre otros Wernher von Braun que era miembro de las SS, también lo hicieron con el hecho de que hubo compañías y banqueros americanos que apoyaron al nazismo en sus comienzos. Compañías de Wall Street, por ejemplo, las tarjetas perforadas de la IBM se utilizaron para el control de los judios que iban a los campos de exterminio.

P.: Cómo suele usted decir, no es por criticar, es por referir… ¿Qué responsabilidad tuvieron los alemanes de a pie en el nazismo?

R.: Al acabar la guerra, como ya se vislumbraba que teníamos encima la Guerra Fría y que Rusia se había quedado con media Europa, hubo que llegar a una especie de acuerdo tácito en Occidente. Se pensó: vamos a separar conceptos, a hacer una dicotomía, la palabra nazi va a ser todo lo malo y la palabra alemán va a ser todo lo bueno. Y desde entonces hablamnos del ejercito nazi, de la aviación nazi, de los campos de concentración nazis y no hablamos de ejército alemán, de asesinatos alemanes. Pero si nos vamos al origen nos encontramos con que había ocho millones de personas con carné de nazi. Los alemanes eran los nazis que apoyaron a Hitler y estaban encantados con él hasta la campaña de Francia, estaban absolutamente encantados. Incluso los que al principio pertenecían a la oposición de pronto se habían hecho nazis. Lo que ocurre es que como después la guerra se fue perdiendo, se fueron apartando de Hitler, pero cuando era demasiado tarde porque ya era un régimen de terror y no tenías más remedio que seguir en el surco.

Sobre el autor:

Antonio Castillejo

Antonio Castillejo

Antonio Castillejo es abogado y periodista. Comenzó su carrera profesional en la Agencia Fax Press dirigida entonces por su fundador, Manu Leguineche, en la que se mantuvo hasta su desaparición en 2009. Especializado en información cultural y de viajes, desde entonces ha trabajado en numerosos medios de prensa, radio y televisión. Actualmente volcado con los mayores en 65Ymás desde su nacimiento.

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