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Los mayores, protagonistas de la última novela de Rosa Ribas: "La soledad nos hace vulnerables"

Laura Moro

Foto: Cedida por la entrevistada

Domingo 7 de septiembre de 2025

14 minutos

La escritora reflexiona sobre el duelo y las ciberestafas en 'Los viejos amores'

Los mayores, protagonistas de la última novela de Rosa Ribas: "La soledad nos hace vulnerables"
Laura Moro

Foto: Cedida por la entrevistada

Domingo 7 de septiembre de 2025

14 minutos

La escritora barcelonesa Rosa Ribas regresa a las librerías con Los viejos amores, la nueva entrega de la saga de los detectives Hernández, una familia de investigadores marcada por sus complejas dinámicas emocionales y su particular manera de mirar el mundo. En Los viejos amores, Ribas aborda un tema de máxima actualidad: las ciberestafas y la facilidad con la que la soledad y las ilusiones románticas pueden convertirnos en presas fáciles.

Ambientada en el barrio de Sant Andreu, que la autora retrata casi como un personaje más, Los viejos amores combina el pulso narrativo del género negro con una reflexión sobre la pérdida, el duelo y las heridas íntimas que nos hacen vulnerables. “No hace falta hablar de mafias ni de cárteles para mostrar la maldad humana”, señala Ribas. “Me interesa mucho más enseñar cómo puede haber personas a nuestro alrededor capaces de aprovecharse de los más frágiles”.

La autora confiesa ser una “escritora de personajes”, lo que explica la riqueza de las sagas que ha creado, desde la comisaria Cornelia Tejedor hasta la familia Hernández. En esta última, destaca la figura de Lola, a quien describe como “el corazón de la serie”, una mujer oscura y deslumbrante que encarna tanto la fuerza como las fracturas emocionales de la trama.

Con Los viejos amores, Rosa Ribas no solo amplía el universo de sus detectives, sino que invita al lector a reflexionar sobre cómo los viejos sueños románticos y la vulnerabilidad emocional pueden convertirse en las trampas más peligrosas.

 

 

PREGUNTA. Llevas muchos años viviendo fuera de España, primero en Alemania y ahora en Barcelona. ¿Cómo ha influido esa experiencia en tu obra?

RESPUESTA. La experiencia de vivir tanto tiempo en el extranjero ha sido fundacional para mí como escritora. Pasé treinta años en Alemania y, aunque ahora vivo en Barcelona, sigo sintiéndome un poco desplazada. Creo que este desplazamiento, estar siempre como un poquito fuera del centro, te da una forma particular de ver el mundo, te hace más observadora, te hace también más crítica con lo que ves y yo pienso que es una parte fundamental de mi escritura.

P. Antes de dedicarte a la escritura, fuiste profesora. ¿La idea de escribir siempre estuvo presente?

R. Sí, siempre quise escribir, pero me perseguían muchos miedos: el temor de descubrir que no servía para ello. Como también me interesaban mucho las lenguas, me encaminé primero hacia la filología y la docencia. Estuve muchos años enseñando español en Alemania y esa experiencia me dio ideas para mis primeras novelas, sobre todo a partir de los hijos de migrantes que conocí allí, siempre cuestionándose su identidad. 

Me interesó muchísimo su posición en el mundo, porque ellos, cuando se preguntaban constantemente quién soy. Tenían esta pregunta sobre la identidad y eso me dio la idea para mi primer personaje de serie, que fue Cornelia Weber Tejedor, que era algo similar, una mujer entre dos mundos, hija de Alemania española. Estos personajes desubicados, yo creo que encontré un reflejo en ellos; yo siempre desubicada, mis personajes desubicados y viendo el mundo a través de sus ojos.

Creo que empecé a escribir y a publicar con 40 años, cuando pensé, niña, ahora o nunca Pensé, me tiro a la piscina y si sale mal por lo menos lo sé. No quiero yo estar ahí después y pensar, ay, si yo hubiera, ¿no? Es el peor tiempo verbal que existe. Así que, que nada, lo hice y, bueno, estoy contenta porque ahora me puedo dedicar a lo que más me gusta. Si hubiera salido mal, pues, por lo menos dices, ya lo sé. Ya lo sé, no estoy todo el tiempo Pensando en lo que habría podido ser.

P. ¿Fue difícil dar el salto a la publicación?

R. Mucho. Empezar es muy difícil. No eres nadie, no te conoce nadie, vas tú sola con tu manuscrito. La primera novela que escribí no se publicó, pero, bueno, yo la mandé a un montón de editoriales, muy convencida, además, y, nada, pues a los tres meses empezaron a llegarme los papelitos de correos que tenía que ir a buscar para que les quedaran los manuscritos que volvían de vuelta, pero pensé, bueno, esto es que tienes que repasarlo todo, ¿no? Y me puse a revisar la novela y, nada, tuve la suerte de, como vivía en Frankfurt, en una feria del libro, con el valor que te da la ignorancia absoluta de cómo funcionan las cosas. Fui a la feria y conseguí que me atendieran un par de agentes literarios y a una le gustó lo que tenía entre manos y me cogió en representación.

Esa novela no conseguimos publicarla, pero la siguiente, que fue mi primera novela publicada, El pintor de Flandes, sí. Y, entonces ya había abierto ese hueco, ese muro terrible que hay y, a partir de aquí, pues, ya fue empezar a seguir escribiendo, compaginando con el trabajo hasta que llegó un momento que pensé solo quiero hacer, solo quiero escribir, me encantaba enseñar, me encantaba la docencia, pero no quería hacer las cosas a medias así que, volví a tirarme a la piscina y lo dejé todo. 

P. Has creado varias series de novelas. ¿Cómo surge la idea de prolongar una historia?

R. Eso es más difícil:  tener un hilo conductor con dos, tres, cuatro libros que hacer una novela independiente. Nunca lo sé porque cada vez que he empezado una de estas series no la empecé con la idea de que fuera una serie, ni con la comisaria Cornelia, ni la serie de los años 50, ni la que estoy haciendo ahora. Era más bien una idea en la que tú tenías unos personajes que iban a vivir toda esta historia. Yo me considero ahora autora de personajes. Entonces, por ejemplo, pues con los detectives Hernández me pasó que yo iba a escribir solo una y después ves que esta familia tiene mucho recorrido, que cada personaje todavía tiene mucho que contar, que hay muchos secretos escondidos, muchas historias posibles. Y entonces ya te quedas con ellos y modifiqué la primera novela para que pudiera dar pie a una serie.

Y cuando tienes una, se te ocurre una historia y piensas, ah, esto es perfecto para ellos, ¿no? Y tienes otras ideas, te llega algo y dices, esto es para ellos, esta historia es ideal para que podamos seguir los pasos de los detectives, seguir cómo va evolucionando la familia, pero además es que ellos son los mejores para contar esto, ¿no? Y así vas saltando, cada vez que van llegando ideas, no sabes a veces nunca ni de dónde, y tú te das cuenta, esto es para aquí, o esto es una novela independiente, o esto va a ser un relato porque necesita algo más compacto, más denso.

P. ¿Qué significa para ti esta familia de detectives?

R.  Lo que me gustaba de poder tener una familia era que podías mostrar muchas personalidades diferentes y hablar de un tema que a mí me parece apasionante, precisamente la familia. Todo lo que pasa en las familias, los afectos, los odios, las luchas, los celos, la solidaridad, todo lo bueno y todo lo malo que pasa adentro.

Y, claro, el personaje más complejo y más difícil, y que por eso no tiene, digamos, una perspectiva propia, sino que siempre lo vemos a través de los otros, es Lola. Es el corazón de las series, si no, pues igual sería una serie de detectives más común.

El hecho de que sea en una familia es algo único, pero Lola, con toda su locura y todo su brillo, es la que los hace, además, como familia, algo particular, Por eso es un personaje que a mí me gusta mucho.

P. En Los viejos amores abordas la muerte, el duelo y las ciberestafas. ¿Por qué elegiste esos temas?

R. A mí me gusta que tú tengas la impresión de que toda esta gente podría estar o está a tu alrededor. Todo lo que les sucede es lo que nos pasa a nosotros. ¿Cómo sobrellevas un duelo? Ver que cada uno con el duelo hacemos lo que podemos. Nos supera tanto que cada uno hace lo que puede y encuentra sus mecanismos. Y yo creo que eso que con los años es una experiencia que, por desgracia, cada vez tenemos que afrontar más veces.

Y después me gustaba ver temas que son cotidianos y que suenan muy crueles. Porque no hace falta irse a historias terribles de mafiosos o de cárteles de la droga para hablar de la maldad humana, de cómo hay gente que se aprovecha de los más vulnerables, cómo hay gente que no tiene escrúpulos, cómo la codicia lleva a la gente a actos realmente deleznables. No hace falta ir a lo grande, a lo pequeño también. Puedes mostrar lo mejor y lo peor con gente que tú piensas que podrían estar en mi bloque de pisos.

Cada época tiene su forma de delincuencia. Ahora ya no hay pícaros, ahora hay ciberestafadores y hacen estas cosas.

P. La novela está ambientada en el barrio barcelonés de Sant Andreu. ¿Qué te llevó a elegirlo?

R. Tiene que ver mucho con el lugar del que yo vengo. Yo soy de El Prat y me he criado en una ciudad pequeña con alma de pueblo. Entonces pensé que es fascinante ver cómo los barrios-pueblos tienen otra forma de funcionar.

La gente se conoce mucho, hay por un lado todo lo que ofrece la ciudad y por otro lado también este control social que tienen los pueblos, que la gente sabe todo, que tiene una parte bonita que es que la gente se puede cuidar más y estar más atentos y otras que te vigilan. Y no lo podía llevar a El Prat porque es una ciudad que ha tenido poca literatura, por no decir ninguna. Entonces si a mí se me ocurre escribir esto en El Prat, todo el mundo piensa que escribo de mi familia.

Entonces pensé, pero quiero ese escenario, quiero este microcosmos urbano-pueblerino. Entonces pensé, San Andrés es ideal porque es en Barcelona el barrio que conserva más esta esencia de pueblo.

Y cuando vas allí y escuchas que tienen la línea 1 del metro, que es la primera y que la gente cuando cogen el metro dicen que van a Barcelona, siguen pensando que son como un pueblo todavía. Y llevo más de ciento y pico años siendo parte de la ciudad, pero ha quedado algo ahí. Entonces pensé, esto es ideal, sobre todo para un detective de barrio que se alimenta también de los chismes, de lo que la gente cuenta.

Me divertía mucho pensar en un detective que se sienta a tomar un café y va viendo pasar a los vecinos y piensa, mira, esta es la señora que no sabe que su marido la engañó a contar. Pensé, yo quiero eso, quiero ese ambiente que es urbano y a la vez pueblerino.

P. ¿Qué te gustaría que los lectores se lleven después de leer Los viejos amores?

R. Me gustaría, aparte de que la historia la disfruten, que piensen que fácil es engañarnos, que fácil es aprovechar la soledad que nos hace muy vulnerables para engañarnos. Y también eso, el ver cómo nos han alimentado, sobre todo a las mujeres, de fantasías románticas, que hace que sea más fácil encontrar estos puntos por donde atacarse, podría decir.

También que piensen que antes de burlarse de la gente a la que le han pasado estas cosas, que piensen por qué, que piensen que lleva a personas inteligentes, formadas, a caer en este tipo de estafas.

Y otra cosa que no está directamente en el libro, pero está un poco apuntada, es qué diferente es cuando quien cae en una trampa así es un hombre o una mujer. Mucho más estigmatizante si le pasa a una mujer, si le pasa a un hombre, incluso le dan un codacito en las costillas.

P. ¿Habrá nuevas entregas de la saga?

R. Sí, pero más adelante. Ahora estoy escribiendo una novela independiente, porque necesito descansar de la intensidad de la familia Hernández. Pero ya tengo la idea para una quinta entrega, y volveré con ellos seguro.

Sobre el autor:

LauraMoro

Laura Moro

Laura Moro es graduada en Periodismo y Comunicación Audiovisual por la Universidad Carlos III de Madrid, y está especializada en temas de salud y género. Su trayectoria profesional comenzó en Onda Cero Talavera.

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