'La danza de la vida': no más edadismo

El famoso pintor noruego Edvard Munch realiza su obra La danza de la vida dentro de una serie llamada El friso de la vida. En ella nos muestra tres figuras centrales de mujeres en distintos momentos de su vida. Por su expresión y el color que usa en la vestimenta podemos fácilmente interpretar cómo el concibe esos momentos: 

- La joven de blanco, con flores en su vestido y cercanas a ella, parece querer entrar al baile. 

- La de mediana edad, ubicada en el centro, ocupa la mirada de las otras dos. Está vestida de rojo, color de la pasión, pero su gesto y el de su compañero son rígidos y en cierta manera distantes. 

- La mujer mayor, vestida de negro tiene una expresión nada feliz y las manos cruzadas sobre su regazo.

 

'La danza de la vida', Edvard Munch, óleo sobre lienzo, 1900, Museo de Arte Arquitectura y Diseño, Noruega.

 

No es menor para interpretar el curso de la vida que el pintor nos representa detenernos a observar la danza que se da entre estas figuras.

La posición ante la vida de las personas mayores hoy ha cambiado radicalmente. El deseo de vincularse y disfrutar es mucho más abierto que en otras épocas. Sin embargo, persiste aún una tendencia al edadismo, a considerar que el envejecimiento es mala palabra y algo a evitar, postergar o sufrir.

La asistencia sanitaria y una vida activa ayudan mucho a un curso avanzado en años y feliz. No obstante, hay cuestiones centrales sobre las que poner el foco relativas a los aportes del área psicológica y espiritual. Se trata de nuestras posibilidades subjetivas de afrontamiento a los cambios y de una generosa disposición a relacionarnos con los más jóvenes y con un mundo muy complejo que nos necesita y nos involucra a todos.