Caravaca de la Cruz: yemas y naturaleza

Caravaca de la Cruz es universdalmente famosa por sus deliciosas yemas de Santa Teresa pero en aquel precioso rincón de la Región de Murcia también podemos encuentrarnos con un lugar lleno de encanto, un espectáculo natural único capaz de sorprender a cualquier amante del aire libre, las Fuentes del Marqués.

Este es sin lugar a dudas uno de los grandes atractivos naturales de la Región de Murcia en forma de parque natural que está ublicado en las afueras de la ciudad.

Su especial microclima y sus manantiales lo convierten a las Fuentes del Marqués en el lugar ideal para una gran cantidad de especies de animales y vegetales, se explica en la web de Costa Cálida.

Las Fuentes del Marqués es un paraje con encanto lleno de naturaleza donde se puede admirar la explosión de luz y color de la primavera y el otoño en especial pero que se ùede y se debe disfrutar durante todo el año.

Pero además de  las Fuentes del Marqués, no podemos olvidar que Caravaca de la Cruz es una de las cinco ciudades declaradas santas por el Vaticano junto a Roma, Jerusalén, Santiago de Compostela y Santo Toríbio de Liébana. Y además de contar con esta distinción, es famosa por sus yemas, conocidas en la Región de Murcia como yemas de Santa Teresa.

La ciudad cuenta con una larga tradición en elaboración de dulces como la el alfajor, los cordiales o el turrón guirlache, aunque la yema es la más demandada.

La receta de este dulce típico de la época navideña, que forma parte de los 1.001 sabores Región de Murcia, ha ido pasando de generación en generación durante siglos.

Las yemas surgen gracias a la cocina de aprovechamiento, que haciendo honor a su nombre no desperdicia ningún producto, en este caso ninguna parte del huevo. 

Bañadas en caramelo, chocolate o azúcar glass o con cacao al ron, las yemas endulzan los paladares de todos los murcianos y turistas que se hacen con una de ellas. 

Las yemas de Caravaca de la Cruz dejan huella en quién las toma, y sino ue se lo digan a fray Guillermo de Baskerville que se hizo eco de ellas en sus ensayos literarios: "Que pacífica sería la vida sin yemas, que segura y tranquila. Y qué insulsa".