Miriam Gómez Sanz
Salud
La brecha en salud entre los jubilados españoles se mantiene estable desde 2004
La sanidad universal actúa como amortiguador frente a las diferencias de ingresos
Un nuevo estudio de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (FEDEA) revela que la desigualdad en salud entre los jubilados españoles, medida según el nivel de ingresos, se ha mantenido prácticamente estable entre 2004 y 2022.
La investigación —firmada por Cristina Bellés-Obrero, Manuel Flores, Pilar García-Gómez, Sergi Jiménez-Martín y Judit Vall-Castelló— analiza datos de ocho oleadas del Survey of Health, Ageing and Retirement in Europe (SHARE) y sugiere que el sistema de protección social español, y en particular su sanidad pública de cobertura universal, ha actuado como un amortiguador frente al aumento de las desigualdades.
España se encuentra entre los cinco países con mayor esperanza de vida del mundo y afronta un envejecimiento poblacional rápido: se estima que en 2060 más del 30% de la población tendrá más de 65 años. En este escenario, entender cómo influyen los ingresos en la salud de los mayores resulta clave para anticipar políticas públicas y reforzar la equidad.
Cinco dimensiones de la salud
El estudio examina la salud de las personas jubiladas entre 65 y 79 años en cinco aspectos:
- Salud funcional, relacionada con las limitaciones en actividades diarias e instrumentales.
- Salud diagnosticada, que considera el número de enfermedades crónicas.
- Salud integral, un índice compuesto de 44 indicadores.
- Salud mental, medida con la escala de depresión EURO-D.
- Salud cognitiva, evaluada mediante pruebas de recuerdo de palabras y ejercicios de contar hacia atrás de siete en siete.
En conjunto, no se observa un aumento ni una reducción significativa de la desigualdad en salud asociada a los ingresos. Los autores describen los indicadores de salud funcional e integral como "esencialmente planos" a lo largo del periodo analizado.
No obstante, se identificaron tendencias divergentes para otras dimensiones de la salud. La salud diagnosticada es la única dimensión en la que la desigualdad crece de forma clara: los jubilados con menores ingresos parecen tener menos diagnósticos médicos, posiblemente por una menor utilización de los servicios sanitarios, en especial de la atención especializada.
Por otro lado, la salud mental (sobre todo en mujeres) y la salud cognitiva (en ambos sexos) tienden a mostrar una leve ampliación de las diferencias por nivel de ingresos.

Una desigualdad que sigue siendo relevante
Pese a la estabilidad, la desigualdad existente sigue siendo notable. En 2004, la diferencia en salud funcional entre los jubilados del segundo y el noveno decil de ingresos equivalía a más de seis años de envejecimiento. A lo largo del tiempo, los individuos con ingresos medios habrían sido quienes más mejoraron, acortando su "tiempo de recuperación" respecto a los más acomodados.
Finalmente, los autores advierten de que las conclusiones deben tomarse con cautela: el tamaño de la muestra —alrededor de 3.350 personas— es reducido y no permite analizar con detalle otras variables relevantes como la educación o la trayectoria laboral. Estas limitaciones podrían estar ocultando diferencias más profundas dentro de la población jubilada.
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