Las características de los sueños varían a lo largo de nuestra vida, siendo diferentes en la niñez y en la vejez. Los sueños están generados por circuitos neuronales específicos, que provocan imágenes visuales y auditivas. Se daban en mayor medida en la fase REM, durante el sueño de movimientos oculares rápidos. Después de esto, las probabilidades de recordar lo soñado son del 80%, mientras que se sueña menos del 10% durante el sueño NREM, es decir sin movimientos oculares rápidos.
"Los sueños son algo que el cerebro encuentra necesario. Cuando el sueño REM se reduce debido a la medicación o la privación del sueño, la cantidad de tiempo dedicado a REM aumenta durante el siguiente período de sueño, provocando que los sueños sean más vívidos y abundantes. Esto se llama rebote REM. Los sueños nos permiten hacer fácilmente conexiones dispares entre conceptos que de otro modo no estarían conectados y que promueven la creatividad y la resolución de problemas durante el día", explica Gary L Wenk, profesor de Psicología y Neurociencia y Virología Molecular, Inmunología y Genética Médica en el Centro Médico y la Universidad Estatal de Ohio, en la revista Psychology Today.
Así, Wenk señala que "las características cambiantes de los sueños a medida que avanzamos desde la niñez hasta la vejez ofrecen una idea del propósito de los sueños". Explica que, desde el segundo trimestre del crecimiento fetal, el cerebro se encuentra en un modo de sueño activo la mayor parte del tiempo, más parecido al sueño REM. En esta etapa, los sueños se caracterizan por escenas estáticas de familiares o animales, algo que cambia ligeramente para los niños de entre tres y siete años, que destacan que en sus sueños tienen una representación más clara de sí mismos, y es cuando empiezan a aparecer las pesadillas.
Los sueños se vuelven cada vez más elaborados conforme los niños crecen, involucrando amigos y personajes desconocidos. Tras la pubertad, estos son más vívidos todavía, los animales desaparecen y surgen otros que muestran apegos hacia otras personas. Wenk destaca que el sueño es más reparador en la pubertad, y que después de esta, la calidad del sueño se deteriora, y continúa haciéndolo hasta la vejez.
Ya en la edad adulta, los sueños siguen siendo elaborados, protagonizados principalmente por interacciones sociales cotidianas, con algunas diferencias. "Las mujeres son más propensas a reportar sueños de colores brillantes, mientras que los hombres reportan menos o ningún color", explica Wenk. Por su parte, los sueños de las personas mayores son más reflexivos, con escenas de seres queridos, vivos o fallecidos, incluso espirituales y épicos.
Sobre el autor:
María Bonillo
María Bonillo es licenciada en Comunicación Audiovisual y Periodismo por la Universidad Carlos III de Madrid. Escribe principalmente sobre temas de sociedad. También tiene experiencia en comunicación corporativa de empresas como OmnicomPRGroup y Pentación Espectáculos.