Cultura

Iris Apfel, la 'influencer' centenaria: "Los jóvenes ya no saben cómo hablar y comunicarse"

Carlos Blanco Cocho

Domingo 30 de octubre de 2022

4 minutos

Nacida en 1921, es una de las diseñadoras de interiores más exitosas de Estados Unidos

Iris Apfel, la 'influencer' centenaria: "Los jóvenes ya no saben cómo hablar y comunicarse"
Carlos Blanco Cocho

Domingo 30 de octubre de 2022

4 minutos

¿En quién se suele pensar cuando se dice la palabra influencer? Normalmente, dibujamos en la mente la imagen de una persona joven –uno de los llamados nativos digitales– que tenga gran soltura frente a las cámaras y que, ya sea por su atractivo estilo de vida o por alguna habilidad como la cocina o el deporte, resulte de gran interés. Y, además, en cuanto a la audiencia, no podemos dejar de pensar en la gente joven, en los niños y adolescentes, que son los que más contenido en redes sociales consumen. 

Sin embargo, esto no es así, puesto que cada vez hay más excepciones. Y las hay notorias. Entre ellas, la diseñadora estadounidense Iris Apfel. Con más de 100 años y casi dos millones y medio de seguidores, protagoniza una de las historias de éxito más sorprendentes de Instagram, donde comenzó hace unos años. Poco a poco, se fue convirtiendo en un verdadero icono de la moda y en un modelo para el envejecimiento activo y el entusiasmo. 

 

Cuando uno entra en el perfil de Apfel, lo primero que llama la atención es su estilo. Personal y colorido, no escatima en prendas extravagantes y llamativas. Es un reflejo de una personalidad positiva y valiente, que no tiene miedo de explorar las posibilidades de expresión que le brinda el vestuario. De hecho, combina algunos de los tesoros más preciados de marcas legendarias, como Dior o Versacecon complementos provenientes de culturas exóticas, como la africana o la del sudeste asiático. 

Su rostro, surcado de arrugas que atestiguan esos más de 100 años, se ilumina con una llamativa jovialidad. Más allá del exquisito maquillaje con el que aparece en las fotos, sus ojos, de color azul pálido, transmiten sabiduría y felicidad mientras que su sonrisa, otra marca de esa potente positividad con la que afronta sus nuevos proyectos, domina todas las instántaneas que sube a las redes sociales.

A por todas, desde 1921

Eso sí, su éxito está muy lejos de deberse únicamente a su actividad en las redes sociales. Iris lleva ocupando un lugar preferente en la sociedad estadounidense desde su más tierna juventud. Cuando era niña, ya se paraba frente a los escaparates y, con el poco dinero que sobraba –eran los tiempos de la Gran Depresión–, compraba algún accesorio. Así comenzó su espectacular colección, de la que hace gala aún hoy. 

Poco después, se embarcó en una carrera como modelo, industria en la que conoció al que sería su marido por más de 50 años: Carl Apfel. Juntos montaron una de las compañías de tejidos de lujo más exitosas del pasado siglo: Old World Weavers. En sus productos, ya se apreciaba el peculiar gusto de Iris, encargada del diseño de muebles de época en los que el estilo histórico se mezclaba con texturas y colores más propios del mundo exótico. 

 

Tal fue su renombre que llegaron a entrar en la mísmisima Casa Blanca. Los diseños de Iris llegaron a decorar la vivienda de hasta nueve presidentes de los Estados Unidos, desde Truman a Bill Clinton. Iris entró así a formar parte de lo más granado de la alta sociedad americana, donde su prestigio se consolidó. Y, en una exposición que le encargó el Metropolitan de Nueva York, ese prestigio se convirtió en fama. De golpe, las marcas que tanto habían apreciado su faceta como artista se dieron también cuenta de su atractiva y jovial imagen personal. Había nacido una estrella

Desde aquello –la exposición fue en 2005–, Iris ha gozado de una popularidad insospechada en el mundo moderno. Y lo ha hecho sin dejar a un lado sus filias ni tampoco sus fobias.

"Cualquiera que me quiera, puede encontrarme por teléfono. El correo electrónico y los móviles sólo han hecho torpe y aburrida a la gente joven. Ya no saben cómo hablar y comunicarse”, explicó, dando a entender que hay cosas que ni 100 años pueden cambiar.

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Carlos Blanco Cocho

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