Cultura

Joyas de la arquitectura española desaparecidas

Gala Mora

Miércoles 25 de septiembre de 2019

7 minutos

Tesoros modernistas, torres, centros deportivos y hasta una cárcel, seleccionadas por la revista AD

Joyas de la arquitectura española desaparecidas
Gala Mora

Miércoles 25 de septiembre de 2019

7 minutos

Si nos ponemos rigurosos la lista de joyas de la arquitectura desaparecidas no acabaría nunca, puesto que a lo largo de los tiempos, sobre todo cuando había imperios o dinastías de por medio, los nuevos conquistadores arrasaban con todo lo que habían dejado los anteriores, como muestra de la supremacía que estaba por llegar. Al margen de la lectura freudiana que esto podría provocar, del tipo "aquí llego yo y lo pongo todo encima de la mesa", lo cierto es que son innumerables las tropelías arquitectónicas que salpican la historia. Así que hemos hablado con dos arquitectos, Arturo Franco y Paloma Cañizares, para que entre ellos, nuestro archivo y las inquietudes periodísticas de la redacción, podamos acotar geográfica y temporalmente, quedándonos en España y sin alejarnos demasiados siglos. Un minuto de silencio por todas las maravillas arquitectónicas que hemos dejado escapar.

Café Torino, Barcelona

BCN Café Torino


Hoy es una joyería, pero lo que pocos saben es que en el número 18 de Paseo de Gracia hubo un establecimiento que solo tuvo nueve años de vida pero que se convirtió en icono de la decoración modernista. El proyecto lo llevó a cabo Ricard de Capmany y contó con la colaboración de Antonio Gaudí, Pere Falqués y Josep Puig i Cadafalch. Casi nada. Inaugurado en 1902 por un italiano que pretendía introducir en Barcelona el vermut Martini & Rossi, fue considerado el bar más lujoso de la ciudad y ha pasado a la historia como una de las perlas modernistas que se tragó el tiempo. En 1911 se cerró y nadie se preocupó de mantenerlo, total, había tanto modernismo en Barcelona que un lugar menos no se notaría.

Frontón Recoletos, Madrid

MAD Frontón Recoletos

 

A veces la incompetencia humana toma otros derroteros, y en lugar de planes urbanísticos, conspiraciones o simple y llana desidia, se transforma en una guerra espantosa que aniquila, vidas y claro, edificios. Eso fue lo que pasó con el Frontón Recoletos, de Eduardo Torroja y Secundino Zuazo. Ubicado frente a la Biblioteca Nacional, se inauguró en febrero de 1936, solo unos meses antes de que estallara en España la Guerra Civil. Los archivos cuentan que “la cubierta laminar era un prodigio estructural único en su época”. Los bombardeos de la contienda militar dañaron gravemente el edificio, y durante su reparación cayó una tromba de agua que derrumbó parcialmente la estructura. Se reconstruyó con otra cubierta más barata y finalmente se derribó en 1974.

Torre inclinada, Zaragoza

ZGZ Torre Inclinada


Por no quedar no queda ni el Memorial que recordaba que una vez estuvo allí, en la Plaza de San Felipe de Zaragoza. Pero en 1504 y hasta 1892, la torre de Zaragoza coronó el cielo maño con sus más de 80 metros de altitud y un reloj en lo alto, visible desde diferentes partes de la ciudad. De estilo mudéjar, el encargado de hacerla fue el arquitecto Jaime Ferrer y con el paso del tiempo acabó inclinándose, como la de Pisa en Italia. Sobre su destrucción se especuló mucho, pero algunos libros especializados hablan hasta de “cacicada” por parte de un tendero de la plaza muy bien relacionado y a quien la presencia del monumento parece que molestaba, al menos así lo recoge J.A. Gaya Nuño en su libro La arquitectura española en sus monumentos desaparecidos, de Espasa-Calpe. Hoy encontramos la estatua de un muchacho sentado en el suelo de la plaza y que mira hacia arriba, donde una vez estuvo la torre.

La Pagoda, Madrid

MAD La Pagoda (2)


Se trata de uno de los mayores atropellos arquitectónicos, quizá porque tenemos muy reciente su desaparición y todavía nos duele el corazón de pensarlo. El impresionante edificio de Miguel Fisac no llegó al siglo XXI, ya que se derribó en 1999 tras no poca problemática. Se construyó en 1965 para los Laboratorios Jorba, y el cliente pidió al arquitecto “que creara un elemento llamativo, que sirviera como reclamo publicitario a los que circulaban por la carretera”, y así fue como Fisac ideó un edificio sorprendente con una peculiar forma, ya que las plantas de la torre, de forma cuadrada, se giraban 45 grados de manera alterna. Una fantasía de construcción que formó parte intrínseca del paisaje madrileño. Conspiraciones religiosas, desidia administrativa, negocios, todo y nada hizo que un buen día de 1999 se tirara abajo esta irrepetible construcción.

Kiosco La Rana, Bilbao

BILBAO Kiosko La Rana


Con nocturnidad, premeditación y alevosía se derribó el famosísimo kiosco La Rana de Barakaldo, en la herriko plaza, en 1997. Diseñado por César Sans Gironella, se inauguró el 16 de julio de 1964 y según la descripción técnica, tenía “forma de un paraboloide hiperbólico apoyado en sus dos extremos, contrapesando sus dos voladizos y abocinando el mayor hacia el auditorio para encauzar el sonido”. El kiosco-auditorio llenaba de vida y gente la plaza, pero a pesar de su más que evidente valor arquitectónico, había una operación urbanística rondando y a las 7 de la mañana del 13 de agosto y con prisas, se tiró.

Cárcel Modelo, Madrid

MAD Cárcel Modelo (1)


Construida en la década de 1880, en España fue un ejemplo de arquitectura panóptica, consistente en “galerías celulares radiales que confluyen en una rotonda central que permite vigilar desde allí todo el edifico sin necesidad de mucho personal”, dicen los archivos. Con todas las condiciones para ser un fortín durante la Guerra Civil, su torre era un punto de observación perfecto justo en la línea del frente de Ciudad Universitaria, donde se encontraba. Eso sí, a finales de 1936 ya estaba completamente destruida y se demolió lo que quedaba. Hoy, en su lugar, se levanta el cuartel general del Ejército del Aire en la plaza de Moncloa.

Café París, Sevilla

SEVILLA Café París

 

Otra perla modernista que el tiempo se tragó. Y este es uno de esos casos casi irreparables, puesto que de su autor, el gran Aníbal González, no se conservan apenas edificios de su periodo modernista. Arquitecto director de la Exposición Iberoamericana de 1911 a 1926, fue un referente de la arquitectura regionalista sevillana, si bien es cierto que sus primeros años fueron modernistas. Es de esa época de cuando data el maravilloso Café París, construido entre 1904 y 1906. Se encontraba en la esquina de la Plaza de la Campana con O’Donell y lo remataba una preciosa cúpula metálica de estilo francés. El estilo modernista quedaba patente en sus barandas pero finalmente fue derribado en los años 70, en un momento donde se buscaba romper con el pasado para dar paso a una arquitectura quizá más funcional. Una pena, sin duda.

Pabellón de los Hexágonos, Madrid

MAD Pabellón de los Hexágonos

 

Este sí que es un caso de abandono total y absoluto, que no ha desaparecido de manera oficial pero que lleva muerto arquitectónicamente hablando muchos años. La obra que se hizo con el primer premio en la Exposición Universal de Bruselas en 1958, de José Antonio Corrales y Ramón Vázquez Molezún, pertenece a ADIF y hoy se cae a pedazos en la Casa de Campo. Ese mismo año y para esa misma exposición se construyó el famoso Atomium, pero fueron Corrales y Molezún los que se hicieron con el galardón. Los requisitos del proyecto no eran nada fáciles, ya que había que construir “un edificio que fuera desmontable para traerlo de vuelta, que respetase el arbolado, salvase una colina de seis metros, en una parcela residual, alargada y con borde curvo”. El jurado de la Comisión interministerial premió “la extraordinaria calidad del proyecto, que con total originalidad, tiene una espacialidad, un tratamiento de iluminación y una organización estructural y constructiva rigurosamente moderna enraizada, a la vez, en la mejor tradición española”. Así que aprovechamos estas últimas líneas para pedir, por favor, a quien haga falta y pueda hacer algo, amante de la arquitectura como nosotros, que en el próximo artículo que escribamos sobre arquitectura desaparecida, el Pabellón de los Hexágonos no aparezca.

 

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Gala Mora