Dicen los que lo presenciaron de cerca, que el binomio que formaban la escritora e intérprete Olga Lucas (Toulouse, 1947) y el economista y escritor José Luis Sampedro (Barcelona, 1917) era una simbiosis perfecta. “Parecíamos siameses. Desde que nos conocimos en 1993 tuvimos una unión sin fisuras, que nos acompañó durante los 17 años que pasamos juntos, sin una discusión”, explica su viuda a 65Ymás sin un atisbo de protagonismo y consciente de su suerte de compartir su vida con el pensador humanista, autor de obras como Octubre, Octubre (1981) o La sonrisa etrusca (1985).
“Las películas tienen siempre papeles principales y secundarios, ambos necesarios para que la historia funcione, y yo he sabido cuál era el mío debido a la gran capacidad intelectual de Sampedro", cuenta Lucas. Una mujer que sigue luchando para que su obra siga viva a través de la asociación de amigos de José Luis Sampedro (@AmigosJLS) y pasa su tiempo entre homenajes y actos de conmemoración en toda España a la figura del discípulo del 'indignado' Stéphane Hessel. El próximo homenaje al Premio Nacional de las Letras Españolas será este miércoles 10 de abril en el Círculo de Bellas Artes de Madrid donde se presentará la primera biografía autorizada de José Luis Sampedro, elaborada por Andrés Soler. "No es lo mismo hacer que un escritor no se olvide, que resucitar a un escritor olvidado", defiende.
Compañeros de vida y de trabajo, colaborando en más de una decena de libros, su complicidad se extendió hasta momentos antes de la muerte del autor, hace ahora 6 años. Sampedro se despidió el 8 de abril de 2013 como si fuese a predecir su marcha esa misma noche, pidiendo a Olga un granizado de Campari antes de dormirse plácidamente en su domicilio de Cea Bermúdez en Madrid. “Dejó un vacío tan grande que es difícil llenarlo y se nota cada vez más con los años. Ya no hay nadie con quien comentar el telediario”, recuerda señalando que “se hace muy duro”.
Olga, la mano que mece la pluma
De la misma forma que recoge el recopilatorio La mujer del poeta: La generación de los 50 vista por Ellas (Mira Editores, 2009) escrito por ella misma, la historia de Olga Lucas merece un capítulo aparte. Lucas nació en Toulouse en 1947 en el seno de una familia de exiliados españoles. Sus padres se conocieron durante la resistencia francesa contra la ocupación nazi, tras haber pasado por varios campos de concentración como el de Buchenwald, donde su padre compartió infortunio con Jorge Semprún. “Yo nací después de la liberación, pero tengo un primer recuerdo a los 3 años cuando mi padre fue deportado por Franco a Córcega y no lo volví a ver en mucho tiempo”, relata Lucas reconociendo la influencia de estas vivencias en su vida.
Quizás fue ésta la razón por la que se hizo intérprete y traductora. “A los 8 años yo ya hablaba varios idiomas, debido a mis tumbos de exiliada por Polonia, Checoslovaquia y más tarde en Hungría. Gané incluso un concurso de radio en Budapest a los 12 años, que tuvo mucho éxito”, cuenta Lucas, quien defiende que los idiomas abren la mente para afrontar la vida.
Pero como exiliada, tuvo una gran crisis de identidad: “Cuando volví a España, nada era lo que yo había imaginado, tal como ha relatado Almudena Grandes en varios de sus libros. Pero es importante conocer la Historia porque es cíclica. Pensar que se puede repetir, da escalofríos. A veces pienso que ojalá Sampedro se hubiese equivocado, pero todas sus predicciones sobre las consecuencias de la globalización y la falta de humanidad, se están cumpliendo”. Frases como, "el sistema está roto y perdido, por eso tenéis futuro" decía Sampedro a los indignados del 15M, que según Lucas han permitido que su pensamiento trascienda a las nuevas generaciones.
Primer encuentro en Alhama de Aragón
En España Lucas desarrolló varias actividades como poetisa, escritora, programadora cultural y funcionaria en la Generalitat Valenciana, todo ello fuera de los círculos comerciales. Y a su 50 años, llegó Alhama de Aragón, el balneario donde Olga acudía asiduamente para paliar sus problemas de salud y donde pasaba también largas temporadas Jose Luis Sampedro, que entonces rondaría los 80 años. “Él era mi gran amor platónico, igual que Mario Benedetti o José Saramago”.
Conocerle en el casino de la localidad aragonesa, que ahora acoge la única exposición permanente de Sampedro, fue según Lucas "como si la vida le devolviese una", después de todos sus avatares familiares y de salud. Tras una timidez inicial, una amiga la empujó a presentarse ante el escritor. “Encajamos desde el primer momento a pesar de las diferencias de edad y de reconocimiento público que nos separaban. Me parecía un sueño insólito”. Desde entonces, igual que el protagonista de La sonrisa etrusca, Olga se convirtió para Sampedro en el amor que iluminaría la etapa final de su vida.
Homenaje a José Luis Sampedro y Andrés Sorel
Como un último adiós en este sexto aniversario de la muerte de Sampedro se suceden los actos conmemorativos. El próximo, la presentación del libro José Luis Sampedro. Un renacentista en el siglo XX (Ed. Debate, 2019), que toma como punto de partida el momento en que un joven Sampedro, oficial de Aduanas destinado en Santander en 1937, publica una revista y en ella habla de Montaigne. Este hecho, poco conocido por el público, es el arranque se la primera biografía autorizada del autor humanista, rescatada por el escritor Andrés Sorel.
Este libro, que pretendía ser una celebración sobre Sampedro, se ha convertido ahora en un doble homenaje, tras el fallecimiento de Sorel en enero de 2019. “Es un precioso testimonio de la conversación entre dos intelectuales comprometidos de nuestro tiempo. Agradeceré siempre el esfuerzo ímprobo de Sorel que hasta el último momento luchó por poder terminar este libro y corrió hasta el final para completar hasta la última palabra, como el soldado griego Filípides hasta Marathon", cuenta Lucas.
Este evento, que se celebrará el miércoles 10 de abril a las 19:30 en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, contará con la participación Joaquín Estefanía, José Manuel Lucía y Olga Lucas, que seguirá tomando el protagonismo como representante de Sampedro. “En parte se lo debo, por el privilegio tan grande que tuve de compartir una vida extraordinaria con él. Ambos nos dimos mucho el uno al otro, él probablemente no habría escrito ninguno de sus últimos libros sin mí, pero él me transmitió sabiduría y el arte de vivir del que era especialista”, reconoce Lucas.