Su tubo de escape no escupe humo, no contribuyen a formar esa especie de sombrero gris que ha caracterizado las grandes ciudades en los últimos años ni son responsables de algunas de las enfermedades respiratorias que un aire de mala calidad provoca sobre nuestra salud. El coche eléctrico es símbolo de movilidad limpia, y salud medioambiental… pero, ¿es oro todo lo que reluce?
El vehículo eléctrico se presenta como la gran alternativa para reducir las emisiones del transporte, pero su huella ambiental varía considerablemente a lo largo de su ciclo de vida y, sobre todo, según la fuente de energía empleada para recargarlo.
Por ello, para analizar el verdadero impacto ambiental de un vehículo eléctrico hay que estudiar cuanto consumo de energía y agua se requieren en las tareas de minería necesarias para extraer los materiales con los que se fabrican las baterías; las emisiones que se generan al fabricar el vehículo en sí mismo, así como las baterías; y también en qué medida se recicla y reutilizan los materiales de ese vehículo, una vez que su vida útil ha terminado. Solo entonces es posible conocer su verdadero potencial ecológico.
Menos emisiones, más calidad del aire
A diferencia de los vehículos de combustión tradicionales, los coches eléctricos no emiten ni dióxido de carbono ni partículas finas, dos de los contaminantes que más perjudican la salud en las ciudades. De hecho, diversos estudios sitúan las emisiones por combustión de gasolina como responsables de más del 60% del impacto en cambio climático. Así, el coche eléctrico contribuye a mejorar la calidad del aire, a reducir enfermedades respiratorias y, en definitiva, a mejorar el bienestar urbano.
Ahora bien, para ser justos, hay que decir que la contaminación no desaparece al 100%, sino que se traslada: de los tubos de escape a las chimeneas de las centrales donde se genera la electricidad, si la red eléctrica se alimenta con carbón, gas o petróleo. Cuando la electricidad que consume la red eléctrica procede de energías renovables (solar, eólica, etc) las emisiones globales del coche eléctrico sí que bajan considerablemente.
Por ello, y para cumplir con la promesa de limpiar el aire que respiramos, la industria está abordando el reto de electrificar no solo el parque automovilístico, sino descarbonizar la producción eléctrica.
El coste de producir baterías
Las baterías, que son el corazón del coche eléctrico suponen, a su vez, su mayor carga ambiental. Fabricarlas requiere una gran cantidad de energía, así como materiales críticos cuya extracción minera genera un importante impacto sobre el ecosistema y las comunidades locales. Por no hablar del agua que consume el proceso minero y el refinado, y las emisiones totales.
Al final, la huella ambiental de las baterías está en una delicada balanza. Que se decante hacia el lado positivo depende de su eficiencia energética y que dote al vehículo de un gran número de kilómetros por recorrer durante su vida útil. La industria se está esforzando y destinando recursos en innovación para desarrollar baterías más sostenibles: más duraderas, reciclables, que se fabriquen con energías renovables y con menos metales escasos.
Un coche eléctrico, ¿es reciclable?
Como en un coche de combustión tradicional, muchas de sus partes, son reciclables. Hablamos de componentes como el chasis, la carrocería, los cristales, plásticos, sistemas electrónicos… pero, ¿qué pasa con su batería? Aquí se encuentra el desafío más complejo para la industria.
Extraer los materiales más valiosos de las baterías y recuperarlos es vital para reducir el impacto ambiental del coche eléctrico. Pero es un proceso costoso y aún son pocas las plantas que logran reciclar hasta un 70% y un 90% de esos materiales. Otra línea en la que trabaja la industria es el reacondicionamiento de esas baterías para darles una segunda vida, por ejemplo, para almacenar electricidad en el hogar procedente de placas solares.
Ciclo de vida
El tiempo que un vehículo eléctrico está en nuestras manos forma parte de su ciclo de vida, aunque ésta abarca mucho más. El ciclo de vida completo de un vehículo eléctrico va más allá de su vida útil como medio de transporte e incluye la obtención de minerales como el litio, níquel, cobalto, cobre o manganeso, entre otros, que se requieren para fabricar las baterías del vehículo. También el proceso de fabricación del vehículo en sí y de sus baterías; y su reciclaje. Al final de su vida útil, la gestión de ese vehículo como un residuo también cuenta. Porque reciclar las baterías y recuperar materiales críticos es esencial para cerrar el ciclo de forma sostenible.
Mantenimiento
El vehículo eléctrico ha cambiado las reglas del mantenimiento automotriz. Al carecer de motor de combustión, no necesita cambios de aceite, filtros ni correas, y sus sistemas de transmisión son más simples. Esto reduce el número de averías y los costes de mantenimiento a lo largo de su vida útil.
En general el vehículo eléctrico tiene menos mantenimiento, y suele estar más orientado a la prevención. Quizá las piezas que más atención requieren son los frenos y los neumáticos, que pueden desgastarse más por el mayor peso del vehículo. Ahora bien, en caso de avería relacionada con la batería, la reparación suele ser costosa y requiere de expertos formados y talleres especializados.
Seguros para vehículos eléctricos Verti
El coche eléctrico y el híbrido enchufable ha de estar asegurado como el resto de vehículos. En general, los seguros para estos coches son iguales que el resto, pero incluyen coberturas propias y específicas para garantizar la tranquilidad del propietario ante los imprevistos propios que pueden sufrir estos coches.
Por ejemplo, los seguros para coche híbrido y eléctrico que ofrece la aseguradora Verti proporcionan soluciones en caso que nos quedemos sin batería en ruta. O bien una grúa nos remolcará desde el lugar en que nos hemos quedado tirados hasta el punto de recarga más cercano, o bien un vehículo de asistencia con carga rápida nos recargará la batería allí donde estemos, sin necesidad de pasar por un punto de recarga.
Poco a poco, el coche eléctrico es cada vez más habitual y, por tanto, también son más los talleres especializados, el número de profesionales formados y el mantenimiento experto. Así, los seguros específicos no son ya los caros seguros de los primeros años.
Sobre el autor:
Beatriz Torija
Beatriz Torija es periodista y documentalista, especializada en información económica. Lleva 20 años contando la actualidad de la economía y los mercados financieros a través de la radio, la televisión y la prensa escrita. Además, cocina y fotografía.