Teresa Rey
Libros
Un año después del fin de ETA Pedro Ontoso analiza el papel eclesiástico en la organización
El periodista acaba de publicar 'Con la Biblia y la Parabellum' donde explica este vínculo
El periodista y sociólogo Pedro Ontoso acaba de publicar Con la Biblia y la Parabellum (Ed. Península), justo un año después del fin definitivo de la banda terrorista ETA. La intención de este libro es contar un aspecto de la historia que hasta ahora se había transmitido solo de forma incompleta. A lo largo de sus páginas conoceremos con detalle las veces que la banda terrorista y la Iglesia han coincidido en sus caminos. Según el autor, católicos destacados y miembros del cuerpo eclesiástico han desempeñado un papel clave, por un lado en la legitimación de la violencia terrorista y por otro en las labores mediación, pacificación, reinserción y acercamiento entre víctimas y victimarios. Incluso en el desarme y desaparición de ETA.
Argumentario religioso
Tal y como cuenta en su obra, ETA nació el 31 de julio de 1959, justo la festividad de San Ignacio, una fecha muy querida por los vascos. El periodista asevera que la religión es una fuente de identidad de la banda y en sus orígenes el argumentario religioso sirvió de cobertura para justificar la actuación de la organización que inicialmente partía de muchos conflictos morales.
“La decisión de matar tardó en llegar, seguramente por la educación cristiana de muchos de sus militantes, pero desde instancias eclesiásticas también se les proporcionó munición intelectual”, explica el experto.
En un principio ETA surgió como una resistencia política y cultural contra el régimen franquista, que viró a lo que ya sabemos, la violencia de una banda terrorista. Al margen de la utilidad o no de esta organización, Ontoso asegura que si persistió durante tanto tiempo, casi 60 años, es “porque una gran parte de la sociedad vasca apoyó o toleró sus acciones.”
Complicidad
En cuanto a la complicidad de la Iglesia, asevera que si bien la banda terrorista no nació en un seminario sí hubo curas y hábitos de frailes en su génesis, y posteriormente en el entorno intelectual de la izquierda abertzale.
El sociólogo consideraba que, tras la disolución de la banda en 2018, ya era necesario que salieran a la luz aspectos que parecían irrelevantes frente a la prioridad que suponía solucionar el conflicto. Además, profundiza en la intervención de la Santa Sede para reconducir a una iglesia vasca politizada o de la postura del cardenal Rouco que pretendía en hacerse con la voz eclesial sobre el terrorismo, tratando de dirigir una situación de la que el Vaticano nunca se ha mantenido al margen.