Una caída hasta el fondo de la brecha digital
Martes 23 de septiembre de 2025
6 minutos

Martes 23 de septiembre de 2025
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A la atención de Fernando Ónega, presidente de 65YMÁS:
¿Por qué he decidido dirigirme a usted?
El 16 de octubre de 2024 tuve la dicha de asistir a un acto de gran nivel tanto por los ponentes, como instituciones y personalidades convocadas al evento. Tuvo lugar en el Auditorio Municipal de Algezares (Murcia) y, el ponente 'estrella' de la tarde era usted. Realmente fue la síntesis más clara y diáfana de la tarde-noche. Cerró el acto la alocución del presidente de nuestra comunidad autónoma, lo que quiere decir que era un acto importante.
'Envejecer con dignidad' fue el hilo conductor de la velada. Tomé notas durante todas las intervenciones, pero la de usted, por lo concisa y clarificadora, puede copiarla y, posteriormente, 'rumiarla' a través de los vídeos que se emitieron por las redes sociales.
Nadie mejor que usted que abandera la defensa contra el edadismo en una sociedad que traza 'brechas' de todo tipo y una de ellas –la brecha digital– en la que he caído hasta el fondo.
Soy nacida en La Ñora (Murcia) en 1947 y perteneciente a la 'sociedad plateada', como definía elegantemente usted. Jubilada del Magisterio por enfermedad (aneurismas en la carótida) desde 1999. Al día de hoy supervivo con “la frente marchita y las nieves del tiempo plateando mi sien” como reza el tango, amén de secuelas que han quedado desde mi traumatismo. Tengo minusvalía reconocida, vivo sola y dependo de la teleasistencia. Yo defino mi nueva personalidad diciendo que soy “tonta, pero simpática”.
¿Cuál es mi lamento? Dos compañías telefónicas me han tenido desconectada sucesivamente desde el 30 de mayo de 2025 hasta el 17 de septiembre de 2025, que recupero la conexión al mundo.
Durante el descenso a 'la brecha', que ustedes representan muy bien en un dibujo, he vivido todo tipo de sentimientos:
Repetidas visitas a las tiendas de telefonía de forma presencial, llamadas a los teléfonos oficiales de las diversas compañías a través de teléfonos de amigos y conocidos que, posteriormente, han sido molestados con llamadas intimidatorias, preocupación por mi estado de salud ante el silencio de comunicación, notificaciones de facturas acumulándose los importes, dadas de bajas a nivel bancario, nuevos contratos efectuados durante este tiempo con las incertidumbres, gastos, pérdida de sueño, pérdida de paz, dependencia de otros familiares y amigos por no dominar las tecnologías informáticas, sentirme morosa, algo que me abochorna, estando al día en los pagos, estar totalmente incomunicada en un mundo de tecnología de siglo XXl y el último de los agravios que he vivido quiero detallarlo porque ha sido humillante para mi sensibilidad:
Tengo que dar de baja los equipos que me instalaron. Pregunto en el teléfono oficial de la compañía para asegurarme dónde debo dirigirme y la operadora me dice que en cualquier tienda.
Me dirijo a la tienda donde se hizo el contrato (decisión errónea, paso más acelerado para el 'descenso a la brecha': desplazamiento a la ciudad, pérdida de tiempo, aparcamiento, sol) La máquina que expende el papel que imprime los turnos no funcionaba, las personas iban entrando a la tienda y la máquina dispensadora de turnos no funcionaba y la tienda está situada en el centro neurálgico de la ciudad de Murcia, se supone que es la tienda más glamurosa de la ciudad.
Me recibe un empleado con rostro afable y sonrisa de 'ejecutivo de película' que formula la pregunta "¿Qué desea?" y le respondo que “Dar de baja el equipo”.
El empleado mantiene el mismo rostro y me invita a ponerme de pie frente a una pared, ¡de pie y cargada con la bolsa del equipo! Un comercio con personas haciendo cola para ser atendidos. Y creo que eran cinco mesas con un ordenador cada una y dos sillas. Me imagino que todos los ordenadores estaban en servicio.
El empleado me dice: “Tiene que marcar el Nº QR” (El nº QR está en la pared y, a su lado hay, lo que adivino dígitos para el posible DNI y el nº de teléfono para identificar al propietario-a).
Razono al empleado que yo me identifico en España y en países de Europa con el DNI y que no tengo nº QR. Que con DNI me muevo perfectamente.
El empleado me despidió muy cortésmente y muy contundente derivándome a otras tiendas en el extrarradio para solucionar mi devolución. Salí de la tienda llena de gente con la cabeza cabizbaja.
Tuve que reparar el sentimiento que me invadía tratando de serenarme y tomando un refrigerio en un centro comercial cercano porque me podía afectar a la tensión o a un síncope por el estado en que me encontraba.
Horas más tarde acabé en otra tienda de la misma compañía para hacer el mismo trámite y una señora me atendió con una pregunta múltiple: ¿Nº de su fijo?, ¿DNI?, ¿Domicilio?; ¿Población?, ¿C.P?. Sentadas ambas, con un ordenador por medio.
Y ahora viene lo más bello: esta empleada se interesó por el problema. Dialogamos, me miró a los ojos, no entendió la causa de todo el vía crucis que había recorrido y las penalidades que le mencioné y tuvo compasión. Tras el diálogo estuve a punto de romperme a llorar. Toda la tarde estuve inquieta y agitada. La noche fue de todo menos reparadora.
D. Fernando: ¿Hasta cuándo vamos a seguir soportando los QR con imposición? La obligatoriedad de tener que tener un móvil que no sabemos manejar en un pueblo que no tiene cobertura; la dictadura de las compañías de telefonía; las estafas que nos infringen; los empleados sin cualificar porque la clase de diplomatura se la perdieron en los diferente años de formación y no saben diferenciar el trato debido a un mayor del que merece un joven, aunque todos tenemos derecho a ser tratados por igual, con Dignidad; la atención que nos prestan las telefónicas a través de los asistentes robotizados y las respuestas que tenemos que cursar mediante números; los operadores que nos atienden más allá del océano Atlántico, omitiendo puestos de trabajo de informáticos nacionales; la obligación de ir acompañado de un hijo que no has parido o de un familiar que no te puede acompañar en estos trances porque está trabajando para ganarse el sustento para su familia propia.
¿Cuándo va a ser realidad ese Ministerio de las Personas Mayores?
Logre, Sr. Ónega, que en este mundo de tecnologías aparentemente perfectas haya un espacio para que “los mayores imperfectos” tengamos digna cabida. Revise, con su eficiente equipo, la realidad de las telefónicas y sintámonos orgullosos de tener las sienes con esos brillos que son experiencias de vida hiladas con honestidad, esfuerzo y sacrificio.
¡Gracias por permitir expresarme ¡ ¡Gracias por dedicarme estos minutos! ¡Gracias por trabajar por los demás! ¡Gracias de corazón!
La moraleja de todo el relato es he tenido que cambiar, nuevamente, de compañía sin saber por qué me hicieron un bloqueo administrativo. Nadie al que pregunto sabe dar explicación, ni los mismos empleados de la compañía telefónica.
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