Cartas a la directora
Las indeseables rutinas de los mayores
Una vez acabado agosto y reiniciada la normalidad postvacacional, volvemos a las rutinas de siempre, a esas que muchas veces intentamos romper y que pocas lo conseguimos. Desde mi perspectiva, recomiendo algunas, dependiendo de las condiciones físicas e intelectuales de cada persona.
La música es siempre un área inagotable de beneficios para cualquiera. Y mucho más cuando se participa directamente. Es importante escuchar música, de todo tipo, enriquece el espíritu y sosiega. Pero si aparte de escuchar, somos capaces de interpretar, la diferencia es enorme. No todos tenemos la capacidad de tocar un instrumento, pero disponemos de uno, el más perfecto que se conoce, que podemos educar con una cierta facilidad y disfrutar. Me refiero a nuestra voz. Si tenemos interés en probar a aprender un poco de técnica vocal, impartida, preferentemente por alguien experto, nos daremos cuenta de que somos capaces de cantar, no para dar un concierto, pero si para hacerlo solo, en compañía de otras personas, en un coro, colectivo que aparte de satisfacer nuestros sentidos, socializa.
Las clases de baile o la asistencia a lugares donde se puede bailar, la participación en partidas de cartas, donde, aparte de jugar, hay que estar atento y centrado en el juego, el ajedrez, los distintos juegos de mesa, la petanca, la lectura colectiva, que nos obliga a una disciplina compartida, y muchas otras actividades más.
Y no sirve poner obstáculos, es romper la monotonía, intentar una vida más activa, estar en contactos cada día con otras personas, caminar juntos, intercambiar opiniones, experiencias, conocer otras posibilidades de escapar de nuestras rutinas…
Vale la pena intentarlo.
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