
Miércoles 22 de diciembre de 2021
2 minutos

Espero el ascensor en el vestíbulo de un edificio de oficinas. Comparto la espera con una señora que, sin identificarla claramente, me resulta conocida, quizás de la administración pública catalana. Al llegar el ascensor le cedo gentilmente el paso para que entre primero. Me mira con aire molesto, al tiempo que me recrimina ¿y esto por qué? Pues verá usted, le digo, así me educaron y orgulloso estoy de ello, pase usted, por favor. Lo hizo, pues “una cosa es predicar y otra dar trigo”. Cuando llegamos a su planta, la despido con un “tenga usted buen día”. No me respondió, pero intuí una disimulada sonrisa.
Y es que la gentileza y las buenas maneras han de estar por encima de modas, igualdades y tonterías. Y, desengañémonos, además, gustan.