
Miércoles 7 de mayo de 2025
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Esta escultura barroca muestra tres generaciones escapando de una tragedia: Eneas, carga a su padre, Anquises, y es seguido por Ascanio, su pequeño hijo. Anquises lleva en sus manos un recipiente con las cenizas de los antepasados y dos estatuillas de los dioses romanos domésticos del hogar y la familia. Como cuenta Virgilio en La Eneida, Eneas será héroe troyano pero también romano y trasmisor del legado a Europa. Con su capacidad de contribuir al fluir de la vida, se convierte en símbolo de la empatía.

Eneas, Anquises y Ascanio, de Gian Lorenzo Bernini 1618- 1619, Galería Borghese de Roma
La historia de Grecia y Roma, como todas las historias, es expresión de la dominación de unos sobre otros. Sin embargo, hay en este personaje de Eneas, como Virgilio nos muestra, la clara y conmovedora expresión de valores humanos que nos constituyen y hacen de la vida algo que vale la pena. Si Eneas dejó un legado es porque se sintió conmovido por la empatía y no abandonó en el camino a quienes necesitaban de su fuerza o poder.
En lo social, las rupturas y la dominación de unos sobre otros sigue siendo la estrategia habitual. Lo vemos en las guerras, en la inequidad entre ricos y pobres, en el maltrato a nuestro medio ambiente. Todo ello llegando a extremos de mucha destrucción y dolor, con una extensa población afectada en nuestro mundo
En lo personal, a pesar de desacuerdos intrafamiliares y diferentes visiones entre generaciones, los mayores podemos contribuir con los jóvenes en este desafío integrador de continuidad, de considerar a quienes nos precedieron para entendernos más y avanzar en nuestro crecimiento de manera más armónica. Tal vez, la única manera de tener un futuro.