Jesús Cubero
Opinión

Una gran nación tiene que proteger a los vulnerables

Jesús Cubero

Viernes 17 de abril de 2020

5 minutos

Una gran nación tiene que proteger a los vulnerables

Viernes 17 de abril de 2020

5 minutos

Hablo a diario con los profesionales que cuidan a los mayores en residencias, y no puedo permanecer impasible ni un solo día más ante el escaso reconocimiento que las autoridades sanitarias de nuestro país han mostrado por este colectivo de trabajadoras (en su mayoría se trata de mujeres) que atiende al eslabón más débil de nuestra sociedad en esta pandemia. 

Hemos cumplido ya el primer mes hablando del virus, aprendiendo sobre é, desayunando, comiendo y cenando en los informativos con este dichoso virus que parece que no fuera a desaparecer nunca de nuestras vidas. En todos y cada uno de esos informativos hay un corte para hablar de “las residencias de ancianos” cuando en realidad se trata de indicar el número de personas mayores que han fallecido. La sociedad se está dando cuenta de que en las residencias “cuidamos, pero no curamos”. Hasta este momento, las residencias son los domicilios de los mayores, el lugar donde viven, donde reciben unos cuidados sociales, y en el que un médico se encarga de revisar medicaciones o analizar si las dolencias de los mayores requieren un tratamiento hospitalario o una visita al Centro de Atención Primaria. La sociedad ha descubierto que el propio Ministerio de Sanidad no permite que los médicos que están en dichas residencias puedan prescribir un medicamento, y que mucho menos puedan ordenar un ingreso en un centro hospitalario, convirtiéndose en meros “gestores de casos”. Hasta este momento, las comunidades autónomas han querido mirar para otro lado a la hora de organizar un apoyo sanitario real a los mayores en las residencias, y han buscado economizar costes porque desde las residencias estaban ocupándose de la salud de los mayores. 

Hemos visto que este sistema no funciona, que incluso ahora que estamos bajo un mando único (Ministerio de Sanidad) que a su vez ha delegado el mando único en 17 Consejerías de Sanidad (demasiados mandos únicos, ¿verdad?), el sistema sigue sin funcionar porque no han sido capaces de tomar las decisiones adecuadas. Y lo que hemos conseguido avanzar ha sido gracias a esas profesionales que están afrontando esta difícil situación en las residencias, en la primera línea de trabajo, cuidando (recuerde el lector que en las residencias no se cura, se cuida) con un desempeño comparable al de los profesionales sanitarios y con el cariño digno de una madre. 

Atendemos al sector de población más golpeado por el Covid-19, y la edad media de los mayores que viven en las residencias es de 82 años, con pluripatologías y prácticamente todos están polimedicados. En un país donde la esperanza media de vida es de 83 años, no hace falta un análisis profundo para comprender que el nuestro es el sector más vulnerable ante esta pandemia, y prueba de ello es que el 90% de la población fallecida es mayor de 65 años. No hace falta un análisis profundo para comprender que las personas mayores no han sido focos de infección, si no las víctimas mayoritarias de esta crisis sanitaria y de la falta de atención de sus necesidades. 

En las residencias llevan semanas implementando los protocolos que dicta el Ministerio de Sanidad y que posteriormente son modificados en pequeños detalles por cada una de las comunidades autónomas, poniendo en marcha medidas preventivas, informando a las familias de la situación de sus seres queridos, detectando diariamente los riesgos en la evolución de cada mayor, discutiendo con la comunidad autónoma de turno la necesidad extrema de ingresar a ese mayor en el hospital para que sea tratado con medios de verdad y con fármacos de verdad, y afrontando el estrés que supone en muchas ocasiones que la única capacidad de actuación que queda, es poderles proporcionar una digna despedida junto a su familia. 

Me consta que en las residencias ya se está trabajando en cómo afrontar nuevos brotes, en anticiparse en la detección de las personas enfermas, y confiamos en que por una vez sea verdad esa política de tests masivos que tanto han prometido nuestros responsables sanitarios. Por el momento, las pruebas que nos están enviando a los centros ofrecen un número “demasiado alto” de resultados negativos. Y eso que puede parecer una buena noticia inicial, deja paso a una duda razonable sobre la fiabilidad de los tests, dando paso a una segunda prueba denominada PCR para confirmar si está pasando o ha pasado la enfermedad. Ese tiempo que en una persona joven y sana no supone ningún problema, sí que lo supone en una persona mayor y con alguna enfermedad a sus espaldas. Esos días de duda pueden marcar la diferencia entre la vida y la muerte en una persona mayor, y por tanto es vital que se priorice la atención sanitaria a esta población mayor de 65 años. 

El aplauso de cada día también va destinado a todo el personal de las residencias, que está arriesgando su salud por toda una generación de personas mayores que nos ha proporcionado esta Sanidad y el estado del bienestar del que hoy nos beneficiamos, y que ahora, cuando más lo necesita, se ve relegada de los derechos que le asisten

Obama dijo en su discurso de toma de posesión de 2013 que “Una gran nación tiene que proteger a los vulnerables”, y ahora que los líderes políticos juegan a ser Obama, tienen la oportunidad de demostrar que no es una pose fingida, que vamos a proteger con todos los medios disponibles a nuestros padres y abuelos. Si como sociedad no podemos permitirnos detener la travesía y esperar a los más vulnerables, discúlpenme pero yo no quiero seguir avanzando. 


Jesús Cubero (@JCuberoHerr), Secretario General de AESTE (@AESTE_oficial).

Sobre el autor:

Jesús Cubero

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Jesús Cubero es secretario general de AESTE.

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