Vivir a partir de los 50 años planificando un futuro en comunidad
Jueves 6 de junio de 2024
4 minutos
Jueves 6 de junio de 2024
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En el siglo XXI, en nuestro entorno, está emergiendo un grupo de personas adultas que promueven un cambio en los modelos de envejecimiento tradicionales. Estas personas nacidas en la postguerra, muchas de las cuales han vivido momentos difíciles y trabajado duro, se han formado y han luchado para generar los cambios sociales, económicos y políticos que han contribuido a lo que conocemos como sociedad del bienestar.
Nos estamos refiriendo a esos hombres y mujeres que mantienen ante la vida una actitud llena de tenacidad, audacia y vitalidad, que se preocupan, además de por el bien común, por su bienestar y salud, manteniendo un estilo de vida saludable a nivel biológico, psicológico y social. Así, cuidan la alimentación, hacen ejercicio físico, se mantienen activos, siguen aprendiendo y emprendiendo, se adaptan a los cambios sociales, utilizan las nuevas tecnologías, colaboran con la sociedad, hacen nuevos amigos y, sobre todo, quieren ser dueños de su presente disfrutando del día a día, y quieren planificar su futuro desarrollando estrategias para anticiparse a los acontecimientos propios de la etapa vital en la que se encuentran.
En España, muchas de estas personas están apostando por un modelo de vida en comunidad como forma de convivencia, para seguir desarrollando sus proyectos de vida en compañía, evitando de esta forma, quedarse solos, aislados u olvidados en casa, y con el paso de los años, convertirse en una carga para sus hijos o familiares cuando necesiten ser cuidados, o tener que trasladarse a una residencia geriátrica en la que pueden perder identidad, autonomía e independencia.
Esta nueva forma de vida en comunidad se conoce como viviendas colaborativas o cohousing. Nacida en el norte de Europa, se ha ido extendiendo por Norteamérica e Hispanoamérica y, en lo que va de siglo, se está multiplicando exponencialmente en España, existiendo algún proyecto en desarrollo en la mayoría de las provincias, con especial implantación en Andalucía, Cataluña y Madrid.
En la mayoría de los casos, un grupo formado por hombres y mujeres emprendedores con características y actitudes similares a las descritas anteriormente crea una cooperativa que promueve y gestiona, sin ánimo de lucro, un centro de convivencia, en el que disponer de un alojamiento privado y una serie de espacios y servicios comunes que les permiten mantener su autonomía e independencia y satisfacer las necesidades que puedan surgir en cada momento vital.
En Sevilla, concretamente en la localidad de Gines, situada a solo cinco kilómetros del centro de la capital, un grupo de personas de alrededor de 50 años o más (abierto en todo momento a nuevas incorporaciones), está desarrollando el Centro social de convivencia Olivar Plaza. Tras constituir una cooperativa, han adquirido en propiedad un magnífico terreno, bien comunicado y rodeado de servicios, en el que van a construir próximamente un edificio con 35 apartamentos y amplias zonas comunes y jardines, diseñado por el equipo de arquitectos Albalá & Cordero. Además, han obtenido los permisos para la construcción del edificio, el cual ha sido calificado como vivienda de protección oficial. Dado los beneficios que este proyecto reporta a la localidad, cuenta con el apoyo manifiesto del ayuntamiento.
Los servicios serán compartidos y adaptados a las necesidades de los residentes incluyendo: alimentación, limpieza, lavandería, peluquería, actividades culturales y de ocio, entre otros. Además, al ser un proyecto finalista, cuenta con un área para personas que en algún momento pudieran ser dependientes y requerir cuidados continuos.
Para evitar la especulación y el lucro, emplean la fórmula de tenencia en régimen de cesión de uso vitalicio, es decir, los socios tienen derecho al uso de una vivienda privada, así como, de todos los espacios y servicios disponibles. A cambio, los miembros de la cooperativa realizan un depósito económico, que les será reembolsado a estos o a sus herederos al abandonar la cooperativa. Para sufragar los gastos y servicios comunes se abonarán unas cuotas mensuales que, en los centros que ya están funcionando, se aproximan a los 1.000 euros por persona o a los 1.300 euros por pareja. Esta considerable reducción de costes, comparado con los de cualquier residencia geriátrica, se debe al hecho de poder compartir gastos y servicios y a la falta de beneficio empresarial.
Se trata, por tanto, de poder vivir con independencia y autonomía personal, de mantener por uno mismo las riendas del propio destino, de disponer de la privacidad del hogar, y de la seguridad y tranquilidad que aporta la vida en comunidad, formando parte de un grupo afín con el que compartir conocimientos, experiencias, recursos, ayuda, servicios y proyectos vitales.
Algunos consideramos que nos encontramos frente a un fenómeno similar al que en su día supuso la proliferación de las escuelas infantiles, que se convirtieron en un recurso insustituible para parejas con hijos pequeños. Asi, en las próximas décadas, los centros sociales de convivencia promovidos y gestionados sin ánimo de lucro por sus propios residentes formarán parte de nuestra cotidianidad, como una nueva forma de vida para aquellos que aspiran a desarrollar un tejido social centrado en las personas, en la calidad de vida y en la salud.
Joaquín Lima Rodríguez es enfermero y antropólogo, doctor por la Universidad de Sevilla. También es presidente de CUSLAR S.C.A. de Interés social, promotora de Olivar Plaza.