¿Cambia el sentido del gusto y el olfato con la edad?

El paso de los años trae consigo una serie de cambios fisiológicos que afectan diversos aspectos de la salud y el bienestar de las personas mayores. Entre estos cambios, la pérdida del olfato (anosmia) y del gusto (ageusia) son fenómenos comunes pero a menudo subestimados, que pueden tener un impacto significativo en la calidad de vida. Estas alteraciones sensoriales no solo afectan el placer de disfrutar la comida y las experiencias olfativas, sino que también pueden influir en la nutrición, la seguridad y el bienestar emocional.

Este artículo explorará más profundamente esta realidad gracias a la conversación con Dr. Javier Gómez Pavón, Jefe de Servicio de Geriatría del Hospital Universitario Central de la Cruz Roja de Madrid.

En primer lugar, el doctor afirma a 65YMÁS que es bastante común la pérdida de estos sentidos, ya que a medida que envejecemos, nuestros cuerpos experimentan diversos cambios fisiológicos, y la capacidad sensorial no es una excepción. También es común que empiece a notarse a partir de los 60 años y suele ser más pronunciada en personas mayores de 70 años, por una disminución en el número y calidad de receptores, así como de fibras nerviosas sensitivas.

Aún así, según comenta Gómez, es únicamente común la pérdida parcial, ya que la pérdida total es menos frecuente y delata generalmente una causa subyacente que en algunos casos será una patología generalmente neurodegnerativa y en otros podrá ser reversible (fármacos, tóxicos, etc.). La intensidad de reducción en la sensibilidad de estos sentidos puede variar, desde una ligera disminución hasta una pérdida significativa, afectando la calidad de vida y la capacidad de disfrutar de los alimentos.

¿Cuáles son las causas?

Al ser algo muy común, no deberíamos preocuparnos por la pérdida del gusto y el olfato en personas mayores, ya que generalmente es una causa directa del envejecimiento natural. Con el tiempo, las células receptoras en la nariz y la boca disminuyen en número y funcionalidad.

También puede ser una consecuencia del uso de ciertos medicamentos comúnmente recetados a personas mayores, como antihipertensivos y antidepresivos.

Además también existen enfermedades crónicas, como la diabetes, y especialmente la enfermedad de párkinson y el alzhéimer que pueden deteriorar estos sentidos, siendo incluso uno de los primeros síntomas de la enfermedad.

Otros motivos pueden ser las enfermedades periodontales y otros problemas orales, e infecciones y sinusitis crónica, que pueden causar inflamación y daño a las células olfativas. Además, obviamente, de la exposición a toxinas del tabaco y el alcohol. 

¿Se puede hacer algo para evitarlo?

La siguiente cuestión que responde el doctor es si estos cambios son inevitables o se pueden prevenir o retrasar de alguna manera. Un buen estilo de vida y una dieta equilibrada y saludable puede ayudar en la misión. Una buena salud oral, evitar el tabaco y, en el caso de tener enfermedades crónicas, como la diabetes y la hipertensión, un manejo adecuado de ellas también puede ayudar.

¿Existen enfermedades que aceleren la pérdida de estos sentidos?

Como señala el Dr. Javier Gómez Pavón, sí existen enfermedades que incentivan estas pérdidas. Enfermedades neurodegenerativas como el alzhéimer y el párkinson, o la diabetes, pueden causar daño a los nervios y vasos sanguíneos, afectando los sentidos.

También las infecciones virales, que pueden dañar las células sensoriales de manera permanente. Por último, la sinusitis crónica, pues la inflamación persistente puede dañar los receptores olfativos.

¿Cómo afectan estos cambios a la dieta de los mayores?

Afecta evidentemente a la dieta de las personas mayores, ya que, cuando los alimentos no saben ni huelen como antes, puede disminuir el apetito y el placer de comer, llevando a una ingesta insuficiente de nutrientes esenciales. En cuanto a salud y no sólo disfrute del comer, esto puede resultar en pérdida de peso involuntaria, desnutrición y problemas de salud asociados a ello, como debilidad general, mayor riesgo de caídas y deterioro del sistema inmunológico.

El doctor concluye con unas recomendaciones. Para mitigar estos efectos, es importante que las personas mayores incorporen alimentos con sabores y aromas variados, utilicen especias habituales en nuestra dieta mediterránea para condimentar las comidas y así realzar los sabores, y mantengan una dieta equilibrada y atractiva.