 
    El 16% de los mayores están en riesgo de soledad no deseada
Demuestran que el acceso a la tecnología, el edadismo y la renta influyen en este sentimiento
 
    El 16,2% de las personas mayores de 55 años en España están en riesgo de sufrir soledad no deseada y, el 8,7%, de padecer aislamiento.
Estos porcentajes se desprenden de una encuesta realizada en el marco del proyecto Redes para la Vida de EmancipaTIC (@emancipaTIC), una iniciativa creada con el objetivo de analizar este problema, desde una perspectiva interseccional, teniendo en cuenta variables como el género, el entorno social, la salud física y mental, y el nivel de digitalización.
El estudio, llevado a cabo con el apoyo del Imserso y la colaboración de la Universidad Complutense de Madrid y la Universidad de Santiago de Compostela, utiliza una muestra de 1.000 cuestionarios telefónicos que se hicieron a mayores de 55 años.
Relación entre soledad y tecnología

Una de las principales conclusiones que se extraen del mismo es que existe una relación directa entre digitalización y un menor aislamiento o sentimiento de soledad.
En concreto, detallan, hablar por WhatsApp con amigos o familiares, utilizar la cámara de fotos del móvil, usar el correo electrónico, tener wifi, buscar información en internet, saber pedir una cita de manera telemática, recurrir a asistentes virtuales o pagar con el smartphone influyen de una forma u otra en que reducir el riesgo de padecer estos problemas sociales.
¿Cuándo empieza la soledad?
Otro de los datos que se desprende es que la soledad se manifiesta de manera más frecuente en la edad sénior, en los momentos previos a la jubilación.
Según la encuesta, el riesgo es superior en la franja de 55 a 59 años –23%–. Posteriormente, bajaría al 9% entre los 65 y 69 años, para volver a subir al 15,8%, en quienes tienen más de 80. Además, este factor se acentúa en el caso de las mujeres.
El impacto del edadismo
El estudio traza también una relación entre edadismo y soledad. En particular, se explica que existe un vínculo entre este sentimiento y la discriminación por edad, ya sea por parte de empresas, personas particulares o administraciones, cuando se relacionan con los mayores de una forma paternalista, con prejuicios o menospreciándoles e ignorándoles.
Integración social y económica
Finalmente, de la encuesta se desprende que la participación en actividades en la comunidad, como puede ser el voluntariado, tiene una influencia positiva para reducir el riesgo, que pasa del 17,1% al 12,7%.
Y también la situación económica del mayor es determinante: quienes tienen dificultades financieras padecen más soledad –28,8%–, que quienes no experimentan este problema –12,4%–.
Posibles soluciones
Por último, los propios encuestados plantean posibles soluciones para paliar este problema.
En ese sentido, plantearon medidas como mejorar la pensiones de personas con ingresos bajos (42,3%), subir las pensiones en general (16,8%), reducir la brecha digital (10,8%), mejorar la atención de empresas y administraciones (11,3%), adaptar el entorno y trabajar en accesibilidad (7,1%) o fomentar la existencia de lugares de ocio (5,7%).

Redes para la Vida
Cabe señalar que los resultados de este estudio enmarcado dentro de la primera fase del proyecto Redes para la Vida han sido presentados este jueves en la sede del Imserso por su director e investigador principal, el catedrático de Sociología de la Universidad Complutense de Madrid, Esteban Sánchez, en una jornada que ha contado con la participación destacada de Antonio Balbontín, secretario general del Imserso, y de José Manuel Azorín, presidente de EmancipaTIC.
Azorín ha afirmado que la soledad no deseada emerge como un problema crítico de la sociedad y que, en particular, la que afecta a los mayores tiene "efectos estructurales, por el cambio demográfico, y sobre la salud física y mental". "Mata", ha afirmado. Por otro lado, ha asegurado que la tecnología juega un papel en la conexión de estas personas con su entorno, poniendo de ejemplo todo el potencial que puede tener la "teleasistencia avanzada". “Se debe ir más allá”, ha pedido.
Por su parte, el secretario general del Imserso, Antonio Balbontín, ha reconocido que "los efectos negativos que tiene la soledad son indiscutibles". Y ha sostenido que desde el instituto se apuesta por ser una "institución referente en políticas de envejecimiento", explicando cómo España es uno de los países impulsores de la Convención Internacional de los Derechos de las Personas Mayores.
Un problema transversal
A continuación, ha tenido lugar una mesa redonda en la que han intervenido Lola Carbonell, presidenta de Red Soledades; Íñigo Estellés, responsable de Comunicación de la Dirección General de Atención al Mayor y a la Dependencia de la Consejería de Familia, Juventud y Política Social de la Comunidad de Madrid; y Lydia González, secretaria técnica del Observatorio Estatal de Soledad no Deseada.
Carbonell ha reconocido que la soledad es una emoción, que “tiene muchas caras, que deben ser tratadas de diferentes maneras”. También ha abordado las particularidades de este problema en el entorno rural, donde la tasa de envejecimiento es superior y en el cual la tecnología puede jugar igualmente un papel fundamental –conectividad, telemedicina, viviendas inteligentes...–. Además, ha reclamado flexibilizar las normas, para que no sean un impedimento en la conexión de las zonas más despobladas.

Lydia González, secretaria técnica del Observatorio Estatal de Soledad no Deseada, ha recordado que este sentimiento no significa exclusivamente "no tener personas con las que mantienes un contacto, sino que la calidad de esas relaciones llene tus expectativas". "No atender la soledad le cuesta 14.000 millones de euros a la administración", ha añadido y ha advertido que "una sociedad que no está conectada afecta también a la calidad de la democracia", por la falta de redes y de iniciativas de la sociedad civil.
Por último, Íñigo Estellés, responsable de Comunicación de la Dirección General de Atención al Mayor y a la Dependencia de la Comunidad de Madrid, ha explicado cómo trabajan desde la región con iniciativas como la Red de Atención a Mayores en Soledad, donde decenas de organizaciones comparten experiencias para lograr una mejor intervención a nivel local. Y ha destacado el papel que tiene la tecnología en la lucha contra este problema. "Nos van a ayudar a mejorar la prestación de servicios. La teleasistencia avanzada, por ejemplo, no sólo va a permitir la monitorización, sino también es importante tener a alguien a través de una llamada", ha concluido.



