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Asociaciones de mayores
"¿Qué cuántos años tengo? ¡Tengo la edad que quiero y siento!"
Mujeres mayores reivindican el valor de ser mayor a través del 'Poema a la vejez' de José Saramago
Sus nombres son Celedonia, Encarna, Fermina, Amparo, Pilar, Casimira, Herminia, Anita y Flor, nueve mujeres mayores de la localidad extremeña de Casas del Castañar que han hecho suyo el hermoso Poema a la vejez, atribuido a José Saramago.
Se trata de un canto al orgullo y el valor de ser mayor frente a una sociedad en la que a menudo se discrimina a las personas por razón de edad, la definición del terrible edadismo, condenándoles a la invisibilidad y auspiciando ese trato con paternalismo o infantilismo hacia ellos/as.
'Poema a la vejez', mujeres de Casas del Castanar. Foto: UDP
¿Qué cuántos años tengo? no es una queja, es un poema de reivindicación y de valoración, de reconocimiento pero también de valentía y orgullo de edad. Así lo declara en uno de sus versos: "No es la edad que tengo, ni lo que la gente dice, sino lo que mi corazón siente y mi cerebro dicte".
Esta iniciativa ha partido de este pequeño municipio de 581 habitantes en la Sierra de Tormantos, en las estribaciones de la Sierra de Gredos, en el Valle del Jerte.
Sus protagonistas, mujeres mayores del mismo que participan en el programa Acompañamiento a la soledad que la Unión Democrática de Pensionistas y Jubilados de España (UDP) desarrolla en Extremadura, con el apoyo del SEPAD, Servicio Extremeño de Promoción de la Autonomía y Atención a la Dependencia.
'Poema a la vejez' (José Saramago)
¿Qué cuántos años tengo?
¡Qué importa eso!
¡Tengo la edad que quiero y siento!
La edad en que puedo gritar sin miedo lo que pienso.
Hacer lo que deseo, sin miedo al fracaso o lo desconocido…
Pues tengo la experiencia de los años vividos
y la fuerza de la convicción de mis deseos.
¡Qué importa cuántos años tengo!
¡No quiero pensar en ello!
Pues unos dicen que ya soy viejo otros «que estoy en el apogeo».
Pero no es la edad que tengo, ni lo que la gente dice,
sino lo que mi corazón siente y mi cerebro dicte.
Tengo los años necesarios para gritar lo que pienso,
para hacer lo que quiero, para reconocer yerros viejos, rectificar caminos y atesorar éxitos.
Ahora no tienen por qué decir:
¡Estás muy joven, no lo lograrás!…
¡Estás muy viejo, ya no podrás!…
Tengo la edad en que las cosas se miran con más calma,
pero con el interés de seguir creciendo.
Tengo los años en que los sueños,
se empiezan a acariciar con los dedos,
las ilusiones se convierten en esperanza.
Tengo los años en que el amor,
a veces es una loca llamarada,
ansiosa de consumirse en el fuego de una pasión deseada.
y otras… es un remanso de paz, como el atardecer en la playa…
¿Qué cuántos años tengo?
No necesito marcarlos con un número,
pues mis anhelos alcanzados,
mis triunfos obtenidos,
las lágrimas que por el camino derramé al ver mis ilusiones truncadas…
¡Valen mucho más que eso!
¡Qué importa si cumplo cincuenta, sesenta o más!
Pues lo que importa: ¡es la edad que siento!
Tengo los años que necesito para vivir libre y sin miedos.
Para seguir sin temor por el sendero,
pues llevo conmigo la experiencia adquirida
y la fuerza de mis anhelos
¿Qué cuántos años tengo?
¡Eso!… ¿A quién le importa?
Tengo los años necesarios para perder ya el miedo
y hacer lo que quiero y siento!
Qué importa cuántos años tengo.
o cuántos espero, si con los años que tengo,
¡¡aprendí a querer lo necesario y a tomar, sólo lo bueno!!