Sociedad

Ciudades amigables: ¿qué se debe evaluar para mejorar la calidad de vida de las personas mayores?

María Bonillo

Foto: Bigstock

Jueves 14 de marzo de 2024

8 minutos

La evaluación de políticas e intervenciones públicas "es necesaria y útil"

Ciudades amigables: ¿qué se debe evaluar para mejorar la calidad de vida de las personas mayores? (Bigstock)
María Bonillo

Foto: Bigstock

Jueves 14 de marzo de 2024

8 minutos

El entorno físico y social influye "notablemente en la forma en la que experimentamos el envejecimiento y las oportunidades que ofrece el hecho de envejecer". Así lo destaca la guía Evaluar los procesos de amigabilidad. Guía de recomendaciones para la Red de Ciudades y Comunidades Amigables con las Personas Mayores, publicada por el Instituto de Mayores y Servicios Sociales (Imserso), que define las ciudades y comunidades amigables con las personas mayores como aquellas que "mejoran el acceso a servicios clave y permiten que las personas sean y hagan lo que valoran".

"La Organización Mundial de la Salud (OMS) impulsa la Red Mundial de Ciudades y Comunidades Amigables con las Personas Mayores con el objetivo de contribuir a la creación de entornos físicos y sociales que promuevan y faciliten un envejecimiento saludable y satisfactorio, y de esta forma mejorar la calidad de vida de las personas mayores y facilitar que continúen participando en la sociedad de manera plena y activa", señalan en esta guía, que tiene como objetivo "incrementar la cultura de la evaluación, así como facilitar y orientar la fase de evaluación en el ciclo de mejora continua establecido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para la creación de entornos amigables con las personas mayores". 

Para ello, aborda cuestiones sobre la evaluación, como por qué evaluar, qué evaluar, cómo evaluar, cuál es el proceso a seguir o quién debe estar implicado, según explican.

 

Ciudades amigables: ¿qué se debe evaluar para mejorar la calidad de vida de las personas mayores? (Bigstock)

¿Por qué es necesaria la evaluación y cuáles son los pasos a seguir?

Evaluar las políticas e intervenciones públicas tiene un sentido, así lo asegura esta guía, que señala algunas razones por las que "es necesaria y útil la evaluación". 

Una de ellas es para tomar buenas decisiones informadas a partir de la evidencia, y es que "deberíamos ser capaces de aprender de la experiencia", explican. "Los programas o actuaciones que forman parte del plan de amigabilidad del municipio o de otros planes locales, con frecuencia se llevan a cabo más de una edición y las actividades se realizan año tras año. Por tanto, las evidencias que proporciona la evaluación nos permitirán saber qué es más eficaz, qué acciones están sirviendo para nuestros propósitos y qué modificaciones realizar para mejorar en sucesivas ediciones".

También para asegurar la transparencia y rendición de cuentas, lo cual "implica no solo informar sobre cómo y para qué se ha usado el dinero público, sino también sobre cuáles han sido los resultados conseguidos. Todas las intervenciones tienen unos objetivos y conocer los resultados permite saber si las actividades desarrolladas han servido para cumplir tales objetivos".

Compartir aprendizajes es otro motivo para "aprender de las experiencias de otras entidades y otros actores". "A este objetivo puede contribuir la Red de Ciudades y Comunidades Amigables con las Personas Mayores facilitando la difusión de conocimiento, el intercambio de experiencias y el contacto entre ayuntamientos y entidades", indican. 

Así como para normalizar e institucionalizar la cultura de la evaluación y mejora, ya que "frecuentemente, la evaluación es considerada como un cuestionamiento del trabajo realizado, en lugar de una oportunidad para aprender y mejorar, para que otras personas -el equipo evaluador- nos ayuden a hacer mejor nuestro trabajo y conseguir mejores resultados para las personas mayores de la localidad", añaden. 

En este sentido, destacan que la evaluación "es un proceso que se inserta en el ciclo de gestión de cualquier proyecto, que para el caso de generación de entornos amigables se describe con cuatro fases". Estas son: implicarse y comprender, planificar estratégicamente, actuar e implementar, y evaluar.

En cualquier caso, apuntan que hay unos pasos genéricos que se pueden llevar a cabo en una evaluación, tal y como señalan en la guía, aunque aclaran que "no todas las evaluaciones son iguales". 

Programas y políticas que se deben evaluar

Para el proceso de evaluación, en el que están, o deben estar implicadas, diferentes personas que ejercen distintos roles (entidades gestoras del programa de intervención, la entidad gestora de la evaluación, el equipo de evaluación, los informantes clave, las personas mayores implicadas en el proceso de amigabilidad y las personas usuarias o participantes del programa), es necesario detectar las intervenciones que son necesarias evaluar

"¿Deberíamos evaluar todos los programas y políticas de un municipio encaminadas a la mejora de la calidad de vida de las personas mayores? ¿Deberíamos hacer una selección? Y, si realizamos tal selección, ¿cuáles son los criterios?", cuestiona esta guía, que apunta cuáles son los criterios que sería necesario seguir para realizar una evaluación. 

Así, respecto a los criterios relacionados con las características o la naturaleza del programa, podemos tomar la decisión de evaluar un programa según la inversión económica, si es el que más presupuesto requiere; por su valor estratégico, es decir, porque sea la principal apuesta del municipio; o por su carácter innovador, ya que son los programas que suelen requerir una "evaluación más dinámica y flexible que otros programas, precisamente por su carácter innovador", señalan.

 

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"Hay otros criterios de carácter institucional, vinculados a los planteamientos o necesidades de cada entidad local o de cada comunidad. Aquí, a la hora de concretar y decidir qué evaluar las respuestas genéricas no valen. Más bien, la respuesta en cada caso precisa basarse en consideraciones vinculadas a cada localidad", explican.

Así, el primer elemento que sería necesario valorar es para qué se va a utilizar la evaluación, y es que "la evaluación no tiene como objetivo último el conocimiento, sino la mejora". Le segunda consideración sería qué otras fuentes de información hay sobre el programa realizado, puesto que "disponer de un sistema de seguimiento adecuado nos permitirá seleccionar los programas o políticas sobre los que deseamos información más detallada". La tercera tendría en cuenta el número de evaluaciones que podemos gestionar a la vez, porque "planificar las evaluaciones a realizar, nos permitirá acompasar la necesidad de información para la toma de decisiones con la secuencia de realización de evaluaciones".

La siguiente tiene que ver con el respaldo político o directivo a la evaluación, y la última con la evaluabilidad, que se refiere a "la susceptibilidad de un programa o política de ser evaluado", puesto que "si bien a priori, podemos considerar que todo se podría evaluar, lo cierto es que no siempre podremos llegar a resultados iguales en términos de calidad, profundidad, facilidad de uso o rigor. Así pues, se trata de un análisis sobre en qué medida una intervención puede evaluarse de forma fiable y creíble", explican. 

"La evaluación no debe convertirse en un proceso burocrático, sino de aprendizaje y mejora. Si no hay cultura de evaluación, si no hay percepción de que se necesita esa información para hacer mejor las cosas, es probable que el informe no sea utilizado", destaca la guía, que hace referencia a su vez a que "las evaluaciones son un potente recurso para la rendición de cuentas y para la mejora de la gestión y el aprendizaje, pero deben estar bien ajustadas a las necesidades informativas en cada caso", por lo que "al inicio de cada evaluación es preciso abrir una reflexión conjunta para ver qué información es necesaria y de qué manera los resultados de la evaluación podrán ser utilizados". 

De esta forma, si se definen bien los objetivos y las preguntas, de las cuales ofrecen algunos ejemplos,"más probable será que el trabajo desarrollado esté bien ajustado a la realidad del programa y las necesidades de información", concluyen. 

Sobre el autor:

María Bonillo

María Bonillo

María Bonillo es licenciada en Comunicación Audiovisual y Periodismo por la Universidad Carlos III de Madrid. Escribe principalmente sobre temas de sociedad. También tiene experiencia en comunicación corporativa de empresas como OmnicomPRGroup y Pentación Espectáculos.

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