Sociedad

La Fundación DMSant Josep ofrece una salida laboral a las personas que viven en la calle

Antonio Castillejo

Martes 25 de mayo de 2021

ACTUALIZADO : Martes 25 de mayo de 2021 a las 10:09 H

13 minutos

Durante lo peor de la pandemia se mantuvieron en primera línea, "estuvimos donde debíamos estar"

La Fundación Domus Misericordiae ofrece una salida laboral a las personas que viven en la calle
Antonio Castillejo

Martes 25 de mayo de 2021

13 minutos

El padre Felipe Simón Muñoz nació en Sabadell en noviembre de 1972. Estudió en el seminario de Barcelona y fue ordenado sacerdote hace 15 años, desde entonces ha tenido varias experiencias pastorales en distintas parroquias de la ciudad condal. Desde 2010, desarrolla su labor en la parroquia badalonesa de San Sebastián. Este incansable sacerdotre es el alma mater de la Fundación Domus Misericordiae Sant Josepnacida en 2017 en su parroquia con la voluntad de asumir y fortalecer la actividad social y de asistencia a los más desfavorecidos del humilde barrio de Pomar

Se trata de una Fundación que ayuda a personas en situación de pobreza y vulnerabilidad ofreciendo acompañamiento integral y apoyo a sus necesidades. Para ello cuentan con un pequeño batallón de voluntarios que realizan visitas, reparto de ropa y alimentos y reparaciones domésticas. Actividades todas ellas que se canalizan a través de distintos proyectos como el San Charbel contra la soledad no deseada y para dignificar la vida de los mayores.

El Voluntariado de San Alberto Hurtado

Otro de los proyectos del incansable sacerdote es el Voluntariado de San Alberto Hurtado que nació el año 2015 por "la necesidad de atender a las numerosas personas que viven en la calle en la ciudad de Barcelona, no sólo facilitándoles comida, ropa u otras ayudas materiales sino también acompañándolos y charlando con ellos, para poder dignificar sus vidas en lo material, pero que además sientan que no están solos y tengan esperanza y apoyo para luchar por una vida mejor".

Limpiando y repparando viviendas

Inicialmente hacían salidas quincenales, pero tras la emergencia sanitaria surgida por la pandemia, comprendieron "que no era suficiente y tomamos conciencia de que teníamos que atender a los necesitados del barrio y de Barcelona" y por eso, a partir del mes de abril de 2020, "a raíz del confinamiento", tras el llamamiento que les hizo servicios sociales y el ayuntamiento de Barcelona, "pedimos salvoconductos reforzamos este voluntariado, de manera que las salidas pasaron a ser todos los viernes, en lugar de cada dos semanas como era antes. Incrementamos además la comida a repartir, ya que muchos de los establecimientos y fundaciones en los que normalmente las personas de la calle obtenían comida en circunstancias normales, cesaron su actividad debido a la pandemia".

Y no solo eso, también incrementaron el número de packs de comida a repartir y dispusieron "de la cocina industrial y de nuestro huerto urbano (que antes de la COVID daba servicio a nuestro comedor social) para empezar a preparar comida casera, ya que es más difícil para ellos poder acceder a comida sana y de calidad estando en la calle".

Situaciones surrealistas

También durante el confinamiento visitaron "los angares", pabellones temporales habilitados por el ayuntamiento en la Fira de Barcelona en colaboración con la Cruz Roja y el ejército "para atender a todas las personas que estaban en la calle conocer de primera mano los comedores que desde la administración se ponían al servicio de las personas sin hogar estableciendo así sinergias de colaboración".

Acompañando en la calle

Pero al mismo tiempo, los voluntarios se dieron cuenta de que "no conocíamos a nadie de los que estaban allí, de los que nosotros atendíamos habitualmente en la calle y pensamos que seguirían allí. Y así era, estaban allí en en situaciones surrealistas porque aquello parecían campos de refugiados en mitad de las plazas públicas de Barcelona entre montañas de basura... no parecía que estuviésemos e el primer mundo. Así que fuimos todos los viernes a atenderles repartiendo comida caliente, mascarillas, geles hidroalcohólicos, ropa, sacos de dormir... Era una situación muy tensa".

"Desde nuestra conciencia de cristianos vimos que no podía ser que dijésemos que creíamos en Cristo realmente resucitado y tuviésemos tanto miedo a la pandemia. Y dije que íbamos a salir a las calles. Nadie podrá decir después, cuando esto pase: 'dónde estaban los cristianos cuando más se les necesitaba'. No, no estaban escondidos, salimos para estar donde teníamos que estar y ha sido una experiencia que nos ha marcado mucho, que nos ha ayudado a vencer nuestros propios miedos y a volver a tomar conciencia de que somos cristianos y como tales, debemos dar luz, esperanza y caridad a la gente que encontrábamos por las calles de Barcelona en unas condiciones realmente lamentables", nos confiesa el sacerdote.

Los voluntarios del Padre Felipe Simón

Pero el Padre Felipe Simón tiene muy claro que a pesar del innegable impacto negativo de la pandemia tanto a nivel sanitario como económico, "hemos podido ver cómo ha tenido su cara positiva, con un mayor acercamiento a las personas de la calle, con quienes actualmente tenemos una relación más estrecha y con una mayor concienciación por parte de los voluntarios de la necesidad de ayudar, compartir y empatizar con quienes no tienen sus mismos recursos y posibilidades".

Santa Marta

"Siempre es una alegría saber que una persona que vive en la calle ha podido rehacer su vida, encontrar un techo bajo el que vivir y conseguir un trabajo digno. Uno de nuestros sueños era precisamente poder participar más en la consecución de este objetivo", explica. Por este motivo, en el año 2019 nació el voluntariado de Santa Marta con finalidad dar una segunda oportunidad a las personas que viven en la calle, proporcionándoles no sólo un techo bajo el que vivir, sino una familia que los acompañe en el camino de poder llevar una vida digna y rehacer su existencia en base sus sueños e ilusiones.

A este fin el proyecto dispone en Badalona de un piso con siete habitaciones y recientemente rehabilitado que ha sido donado por uno de los miembros del Patronato de la Fundación. Se trata de un piso que ya conoce a sus primeros residentes.

Parroquia de San Sebastián en el Barrio de Pomar, Badalona

"En enero de 2021, en una de las rutas de San Alberto Hurtado, encontramos a una persona que había caído en las drogas y esto le había llevado a vivir en la calle durante los últimos meses. Vimos que tenía una gran determinación por salir de esta situación y reconducir su vida, se encontraba ya en proceso de desintoxicación, de manera que pasó a ser el primer residente en Santa Marta", nos explica el Padre Felipe Simón.

Una vez allí, tanto los voluntarios residentes en la casa como la comunidad vinculada a la parroquia lo acompaña en un día a día de deporte, trabajo, oración, estudio y familia. También participan de otros voluntariados de la fundación donde pueden ayudar y aportar su granito de arena. Posteriormente se incorporó el segundo residente para ir haciendo crecer poco a poco este nuevo proyecto que "aún estamos perfilando con mucha ilusión. La idea es ir creciendo paulatinamente y dar apoyo en comunidad a todos los residentes hasta que tengan autonomía suficiente para desvincularse del voluntariado y tomar las riendas de su vida".

Jabones 'Vera Salvia'

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Pero el sacerdote es absolutamente incapaz de parar en su labor y debido a la crisis económica y laboral surgida a raíz la pandemia, ha comenzado a trabajar también en iniciativas que puedan ofrecer una salida laboral a estas personas, una en torno al jabón y otra en el textil.

 

El padre Felipe Simón planea su voluntariado social en pospandemia con jabones y ropa de trabajo

"Estamos materializando ya un proyecto que teníamos hace años en mente y que consiste en la creación de una empresa de fabricación de jabones y cosmética natural denominada Salvia Vera. Se trata de hacer jabón con la receta casera que toda la vida han utilizado nuestras abuelas abase de reciclar aceites usados en casa", explica, aunque eso sí, no se quedaron ahí sino que entraron en contacto con "algunos laboratorios que nos enseñaron a perfeccionar la fórmula añadiéndole arcillas, aloe vera, micronizados, esencias, aceites esenciales, fragancias... y ya los jabones siguen siendo caseros, artesanos y ecológicos pero elaborados cada vez con mayor profesionalidad" 

El padre Felipe Simón planea su voluntariado social en pospandemia con jabones y ropa de trabajo

Gracias a un convenio de colaboración con el Ayuntamiento de Badalona hemos podido lanzar este proyecto donde aún se están acabando de realizar las gestiones de creación de la empresa", explica antes de aclarar que "se ha partido de la receta tradicional de elaboración de jabones para conseguir un producto 100% natural. Hemos aprovechado también para que se haga una campaña para reciclar el aceite usado y utilizarlo como materia prima de elaboración para dar una segunda vida a este residuo".

El padre Felipe Simón planea su voluntariado social en pospandemia con jabones y ropa de trabajo

Pero la obra del Padre Felipe Simón, ha quedado claro a estas alturas, es poliédrica y por eso ha aprovechado el huerto urbano de la Fundación para plantar nuevas variedades de hierbas aromáticas con las que aromatizar y dar textura a los jabones, "siempre buscando que el producto resultante sea natural, sin aditivos artificiales y respetuoso con el medio ambiente". De hecho, la construcción del taller se está llevando a cabo también con maderas recicladas, "siguiendo con la filosofía de poder darles una segunda vida. Además las ventas en Internet comienzan a dar sus frutos".

El diseño reciclado de Filgood

El padre Felipe Simón planea su voluntariado social en pospandemia con jabones y ropa de trabajo

Y en segundo lugar el padre y sus voluntarios, también están trabajando en la definición de un proyecto para la confección de ropa de trabajo. "Filgood, es un proyecto en fase más inicial donde se están buscando los perfiles adecuados para la confección de las prendas", nos aclara.

El padre Felipe Simón planea su voluntariado social en pospandemia con jabones y ropa de trabajo

Todo surgió cuando comenzó a ir por la parroquia un hombre que había pasado 21 días en coma por culpa de la covid y, nos cuenta el padre, "dijo que todo eso le había servicio para tomarme la vida más en serio y no como hasta ahora que solo pensaba en trabajar y conseguir dinero. Y decidió que podía seguir trabajando en el ramo del textil, como había hecho siempre, pero pensando en ayudar a otras personas a conseguir un trabajo digno y además creativo". 

El sacerdote y el empresario decidieron hacer una sinergia y unir la experiencia de uno en el mundo de la empresa con la del otro como "organizador capaz de aglutinar gente. Y así comenzamos a trabajar juntos y a llevar a término estas dos empresas". 

El padre Felipe Simón planea su voluntariado social en pospandemia con jabones y ropa de trabajo

Felipe Simón y su amigo Xavi Llastarry, que durante muchos años se ha dedicado a la industria textil, son los responsables de esta nueva aventura. "En este momento estamos viviendo un despertar. Hasta ahora, estaba todo cerrado, muy apagado. Pero ahora la gente que puede tiene más ilusión por invertir, por abrir un hotel, un restaurante... quieren que los uniformes sean bonitos, con un buen diseño... Muchas de esas empresas textiles se están dando cuenta de que vale la pena gastar en diseño. Además, utilizamos también materiales reciclados que aportan a la ropa elasticidad y una segunda oportunidad, una nueva vida a esos materiales", concluye el Padre Felipe Simón.

Sobre el autor:

Antonio Castillejo

Antonio Castillejo

Antonio Castillejo es abogado y periodista. Comenzó su carrera profesional en la Agencia Fax Press dirigida entonces por su fundador, Manu Leguineche, en la que se mantuvo hasta su desaparición en 2009. Especializado en información cultural y de viajes, desde entonces ha trabajado en numerosos medios de prensa, radio y televisión. Actualmente volcado con los mayores en 65Ymás desde su nacimiento.

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