Sociedad

Un hostelero se queda sin una ayuda de 7.000 euros por una deuda de 91 céntimos

65ymás

Lunes 8 de marzo de 2021

ACTUALIZADO : Lunes 8 de marzo de 2021 a las 17:08 H

2 minutos

Le han denegado una ayuda autonómica por una deuda "ridícula" que no sabía ni que existía

Un hostelero se queda sin una ayuda de 7.000 euros por una deuda de 91 céntimos
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Lunes 8 de marzo de 2021

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91 céntimos. Esa ridícula deuda es la que ha impedido a un hostelero de A Coruña acceder a una ayuda de 7.000 euros que ofrece la Xunta de Galicia. Se trata de Jacobo Montero, dueño de la tapería O Corno.

Este hostelero, según relata él mismo a NIUS, tenía en marzo del año pasado dos locales, pero uno de ellos tuvo que cerrar a causa de la pandemia. El restaurante que le queda únicamente puede servir en la mesa que tiene en la terraza por las restricciones a causa de la pandemia del coronavirus. "Solo puedo despachar a cuatro personas como máximo en el local, las que se pueden sentar en esa única mesa que tengo fuera, y después, servir a domicilio", cuenta angustiado.

Este local contaba con cuatro empleados, todos ellos en ERTE desde que comenzó la pandemia. Mientras tanto, Jacobo continúa acumulando deudas, y los pocos ingresos no son suficientes. "Estoy pendiendo de un hilo. Aguanto porque es lo único que me queda. Es lo que sé hacer", dice este hostelero de 39 años y que lleva desde los 24 trabajando en el sector.

 

O Corno

 

"No me han concedido 7.000 euros de ayuda por tener una deuda de 91 céntimos", explica Jacobo, que asegura que no conocía la existencia de esa "ridícula" deuda. "Me enteré de que debía esos 91 céntimos cuando me la denegaron (la ayuda). Al parecer aparecía en los registros de la Seguridad Social desde el año 2016. Realmente son 68 céntimos de deuda, 14 de recargo y 9 de interés de demora. Me imagino que sería algún despiste de la gestoría", cuenta este gallego.

Pese a que nada más enterarse pagó la deuda, por el momento no ha conseguido recibir la ayuda solicitada. "Me dicen que tendría que ir al contencioso y eso supondría un gasto en abogados. Así que tendré que seguir reclamando y esperar", cuenta el empresario.

La preocupación por la situación de sus empleados está continuamente en la mente de Jacobo, "tengo a unos empleados a los que quiero mucho, a los que aprecio, pero no puedo recuperarlos porque las cuentas no dan. Y tampoco podría echarlos porque no tengo para indemnizarlos. ¿Cómo voy a gestionar todo esto?", explica el coruñés, que dice no saber como salir de esta angustiosa pesadilla.

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