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Los mamíferos que viven en el Gran Parque Nacional Kruger de Sudáfrica, hogar de una de las mayores poblaciones de leones que quedan en el mundo, temen mucho más oír voces humanas que rugidos de leones o sonidos de caza como ladridos de perros o disparos, según una investigación publicada en la revista Current Biology.
Estudios mundiales recientes demuestran que los humanos matan a sus presas a un ritmo mucho mayor que otros depredadores. "Solemos pensar que la cúspide de la cadena alimentaria son los grandes carnívoros depredadores --afirma la primera autora, Liana Y. Zanette, bióloga conservacionista de la Western University de Canadá--, pero lo que nos interesa es la ecología única de los humanos como depredadores en el sistema, porque los humanos son súper letales".
"Normalmente, si eres un mamífero, no vas a morir de enfermedad o de hambre, lo que realmente acaba con tu vida va a ser un depredador, y cuanto más grande eres, más grande es el depredador que acaba contigo", explica el coautor Michael Clinchy, también biólogo conservacionista de la Western University.
"Los leones son el mayor depredador terrestre cazador en grupo del planeta, y por tanto deberían ser los más asustadizos, así que estamos comparando el miedo de los humanos frente al de los leones para averiguar si los humanos son más asustadizos que el depredador no humano más asustadizo", añade.
Como parte de su megaexperimento sudafricano, Zanette, Clinchy y sus colegas observaron cómo reaccionaban 19 especies diferentes de mamíferos ante una serie de grabaciones, que incluían voces humanas, vocalizaciones de leones, ladridos de perros y disparos.
Los clips de voz humana, a un volumen de conversación, procedían de grabaciones de radio o televisión de personas que hablaban las cuatro lenguas más utilizadas en la región: tsonga, sotho septentrional, inglés y afrikaans. Los perros y los disparos pretendían representar sonidos asociados a la caza humana, y las vocalizaciones de los leones, elaboradas con la ayuda del experto en leones y coautor Craig Packer, de la Universidad de Minnesota (Estados Unidos), pretendían señalar la presencia del principal depredador de la región.
"Lo más importante es que las vocalizaciones de los leones son gruñidos y gruñidos de conversación, no rugidos entre ellos --explica Clinchy--. Así, las vocalizaciones de los leones son directamente comparables a las de los humanos hablando conversacionalmente".
Para observar y registrar los comportamientos de los animales en respuesta a las grabaciones, los autores utilizaron sistemas impermeables hechos a medida que combinan una cámara trampa y un altavoz, y que tienen batería suficiente para grabar todo el día y toda la noche durante muchos meses.
El estudio se realizó en la estación seca y los sistemas se colocaron en abrevaderos para grabar a todos los animales que acudían a beber. Al final del experimento, el equipo tenía 15.000 vídeos.
"Pusimos la cámara en una caja para osos, no porque haya osos en Sudáfrica, sino por las hienas y los leopardos a los que les gusta mordisquearlas --cuenta Zanette--. Una noche, la grabación del león enfadó tanto a un elefante que cargó y lo destrozó todo".
Los investigadores descubrieron que los animales tenían el doble de probabilidades de huir y abandonar los abrevaderos al oír a los humanos que al oír a los leones o sonidos de caza. El 95% de las especies, incluidas jirafas, leopardos, hienas, cebras, kudús, facóqueros, impalas, elefantes y rinocerontes, corrían más o abandonaban más rápido los abrevaderos cuando oían a los humanos que cuando oían a los leones.
"Existe la idea de que los animales se habituarán a los humanos si no se les caza. Pero hemos demostrado que no es así --destaca Clinchy--. El miedo a los humanos está arraigado y generalizado, así que es algo en lo que tenemos que empezar a pensar seriamente con fines de conservación".
El equipo investiga ahora si sus sistemas de sonido personalizados pueden utilizarse para alejar deliberadamente a especies en peligro, como el rinoceronte blanco del sur, de zonas conocidas de caza furtiva en Sudáfrica. Hasta ahora, los esfuerzos por alejar a los rinocerontes de determinadas zonas mediante el uso de voces humanas han tenido éxito.
"Creo que la omnipresencia del miedo en toda la comunidad de mamíferos de la sabana es un testimonio real del impacto medioambiental que tiene el ser humano --afirma Zanette--. No sólo por la pérdida de hábitat, el cambio climático y la extinción de especies, que son cosas importantes. Pero el mero hecho de que estemos en ese paisaje es una señal de peligro suficiente para que respondan de forma contundente. Se mueren de miedo de los humanos, mucho más que de cualquier otro depredador", concluye.