Las residencias piden priorizar el futuro de los cuidados ante el aumento de la esperanza de vida

El último estudio sobre el movimiento natural de la población del Instituto Nacional de Estadística (INE) ha revelado un nuevo récord en la esperanza de vida de España, situándola en 84 años.

Este histórico dato varía en función del género, pues una persona que cumplió los 65 años en 2024 podría vivir, de media, 19,87 años más si es hombre y 23,64 años más si es mujer.

La información del INE pone a España como líder de la esperanza de vida en Europa, y como uno de los países más longevos del mundo, planteando numerosos retos que deben ser abordados desde las distintas propuestas de política pública, como la reforma de la Ley de Dependencia que será debatida y votada el próximo 11 de diciembre.

El aumento de la esperanza de vida, el envejecimiento de la población, la transformación profunda de la estructura poblacional, unida a la baja natalidad (que en 2024 se situó en mínimos históricos, con solo 318.005 nacimientos), urgen a poner al sector de los cuidados en el centro, y a fortalecer la atención sociosanitaria y los cuidados de larga duración, explican en un comunicado desde la Asociación de Empresas de Servicios de Dependencia (AESTE).

En la patronal advierten sobre la necesidad de priorizar el futuro de los cuidados, teniendo en cuenta que el celebrado aumento de la longevidad también viene acompañado del crecimiento en el número de años vividos con alguna discapacidad o en condiciones que requieren de una atención especial.

Josune Méndez, secretaria general de AESTE, señala: “La reforma de la Ley de Dependencia debe ser aprovechada para responder a los retos sociales y demográficos que plantea el récord de esperanza de vida”.

“La longevidad debe abordarse desde una perspectiva transversal. Es un fenómeno social, demográfico y económico que requiere situar los cuidados profesionales como un pilar estratégico del país y de Europa”, agrega. Esto implica, comentan, avanzar en el crecimiento y la profesionalización del sector, impulsar la innovación, modelos de atención centrados en la persona, y asegurar una financiación estable y homogénea.

 

Solo mediante un marco sólido de colaboración público-privada será posible dar respuesta a las necesidades crecientes de una población que vive más, que aspira a mantener buenos niveles de autonomía, salud y participación social, y que demanda cuidados especializados, añaden.

En definitiva, desde AESTE subrayan que el récord de esperanza de vida debe celebrarse desde una reflexión profunda sobre cómo queremos vivir esos años.

“Vivir más es una excelente noticia. Pero vivir mejor debe ser una prioridad”, advierte Josune Méndez.

Un país que vive más, pero con mayores necesidades de cuidados

Si bien en la actualidad viven en España 3 millones de personas cuya edad supera los 80 años, se espera que para el 2050 este número aumente hasta casi los 6 millones, según el informe 'Estimación de necesidades de trabajadoras de cuidados de larga duración a 2030' del Ministerio de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030.

Esta misma publicación plantea uno de los principales retos que supone el aumento de la esperanza de vida: la necesidad de cubrir la demanda de cuidados especializados ante este exponencial crecimiento de la longevidad.

Teniendo en cuenta que en la actualidad hay más de 1,6 millones de personas con una situación de dependencia reconocida y que en 15 años se espera que este número pueda aumentar hasta las 2.4 millones de personas, argumentan en el comunicado, serían necesarias más de 260.000 trabajadoras adicionales en 2030 para poder cubrir la demanda en el Sistema para la Autonomía y la Atención a la Dependencia, de gestión pública.

Los centenarios: una realidad que redefine los cuidados de larga duración

Finalmente, indican, el estudio más reciente de AESTE aporta datos reveladores sobre la longevidad, poniendo el foco en las personas que superan los 100 años.

En el análisis llevado a cabo en sus residencias, se han recopilado datos de 1.146 personas centenarias, lo que convierte este estudio en uno de los análisis más amplios realizados en España sobre este colectivo en el entorno residencial.

Los resultados, señalan, confirman una tendencia que ya anticipaban los organismos demográficos: no solo vivimos más años, sino que cada vez más personas alcanzan edades extremas.

En 2024, España contaba con 16.902 personas centenarias, una cifra que el INE ahora estima cercana a las 19.200, con un crecimiento del 76% en la última década.

Este fenómeno, lejos de ser anecdótico, prosiguen, redefine el panorama de los cuidados de larga duración en nuestro país.

Otro de los hallazgos más relevantes del informe de AESTE es el equilibrio cognitivo observado: seis de cada diez personas centenarias mantienen un funcionamiento cognitivo normal o solo levemente afectado, y un 9,4% conserva independencia total en su día a día.

Estos datos subrayan el impacto positivo que tienen los cuidados profesionales, la socialización y la estimulación en la calidad de vida, incluso en edades superiores a los 100 años, explican.

El informe sobre centenarios aporta además una lectura de futuro: las próximas generaciones llegarán a edades avanzadas con mayores niveles educativos, expectativas distintas y una vida laboral y familiar muy diferente a la de los actuales centenarios.

Esto exigirá, finaliza el comunicado, nuevas formas de atención, modelos residenciales más flexibles, programas de envejecimiento activo más desarrollados y un refuerzo claro de la colaboración público-privada, para poder atender de manera adecuada este crecimiento de la longevidad.