En varias ocasiones se ha respondido a la pregunta de cuántas horas de sueño son necesarias para despertarnos con energía por la mañana. Cada persona tiene unas necesidades distintas según la edad o el estilo de vida. Para hacernos una idea, los adultos necesitan entre 7 y 8 horas de sueño para levantarse con buen pie, sin embargo, no siempre conseguimos el que descanso sea reparador ni del tiempo necesario.
Es muy habitual que cuando suena el despertador por las mañanas tendamos a retrasarlo 5 minutos más, esperando que esos minutos nos ayuden un poco a ponernos en marcha. Pero no es tan útil como puede parecer en un primer momento, ya que además de no resultar muy útil, puede significar que la calidad de nuestro sueño no es buena y hacernos sentir aún más cansados, según explicaba profesor de cirugía oral y maxilofacial en la Universidad Texas A&M, Steven Bender, en The Conversation.
Perfil de los dormilones
Un estudio, publicado en la revista SLEEP, analizó el perfil de las personas con tendencia a atrasar el despertador por la mañana, además de los efectos fisiológicos de atrasar la alarma en el sueño. Así, relojes inteligentes midieron la frecuencia cardíaca y analizaron los hábitos de sueño de 450 participantes.
Los investigadores observaron que el 57% de los participantes solía atrasar la alarma. Además, detectaron que estas personas tenían una frecuencia cardíaca en reposo más elevada que el resto, y mostraban un sueño más ligero antes de despertarse, aunque no dormían menos que aquellas personas que se levantaban a la primera. Tampoco sentían más sueño ni tomaron con más frecuencia siestas.
Esta investigación también determinó cuál es el perfil que más suele atrasar la alarma por las mañanas: "ser mujer, más joven, tener menos pasos, tener menos escrupulosidad, tener más trastornos del sueño y tener un cronotipo más vespertino aumentó la probabilidad de ser un dormilón", explican.
Los autores del estudio concluyen que seguir durmiendo después de la alarma es un "comportamiento común" que se asocia con cambios en la fisiología del sueño, que depende a su vez de los rasgos y el estado de la persona, y está influenciado por los rasgos demográficos y el comportamiento. Sin embargo, señalan que se necesita investigar más sobre este tema para determinar los efectos de atrasar la alarma y su impacto en la salud.
Sobre el autor:
María Bonillo
María Bonillo es licenciada en Comunicación Audiovisual y Periodismo por la Universidad Carlos III de Madrid. Escribe principalmente sobre temas de sociedad. También tiene experiencia en comunicación corporativa de empresas como OmnicomPRGroup y Pentación Espectáculos.