Lidia Lozano
Actualidad
Volver a la escuela para ser los mejores abuelos
La Escuela de Abuelas y Abuelos en Móstoles es ya un éxito y todos los años triunfa desde 2001
Cada jueves, desde el 26 de enero hasta el 27 de abril, casi una veintena de abuelos y abuelas mostoleños se reúnen en el Centro de Ecología Social en Finca Liana para convertirse en mejores abuelos. Esa es la meta de la Escuela de Abuelos y Abuelas, que lleva en marcha desde hace 22 años. Desde entonces, el papel de los abuelos ha cambiado mucho; más aún desde que ellos eran los nietos.
Los objetivos que reza el folleto son reconocer y valorar el papel que cumplen las personas mayores dentro de la familia, facilitar un espacio para compartir experiencias sobre el cuidado y la atención a las nietas y nietos y alcanzar el mayor grado de bienestar posible de las niñas, niños y sus familias.
Sus objetivos personales van más allá, ellos quieren seguir siendo el núcleo de la familia que sus abuelos y sus padres fueron, quieren ser un referente para sus nietos y no sentirse un obstáculo para sus hijos. Es el caso de Gina, que siente que sus hijos -todos varones- ya no recuerdan quién los crió, y quiere hacer bien el papel de abuela "sin intervenir en el matrimonio". "Es como si ya no importáramos, y esta misma madre es la que han visto desde que abrieron los ojos al mundo", apuntalaba.
Relaciones entre abuel@s y niet@s
El pasado 9 de marzo, Antonio García Martín (orientador emérito del Equipo de Atención Temprana (EAT)) e Isabel Fresno Fernández (directora del EAT), hablaron de las relaciones entre abuelos y nietos: "No es abuelos y nietos; es abuelos, nietos y familia", decía Antonio. Emocionados, al comienzo de la sesión recordaron a sus abuelos, sabiendo que "esos abuelos que aglutinaban y unían", ahora son ellos. Sin embargo, muchos creían que esa unión no era la misma que ellos vivieron: "Yo digo que hay cocido, a ver quién viene. Y al final nos lo acabamos comiendo el Tomás y yo solos", decía entre risas una de las alumnas.
Pero Antonio sabe, como enseñanza de la pandemia, que "la familia está ahí", y eso quiso transmitir. Pese a que la vida de ahora es mucho más ajetreada, ocupada e incluso rápida, los abuelos saben que deben respetar ese ritmo e intentar adaptarse a él. A la pregunta de si se habían sentido fuera de lugar o desplazados por sus propios hijos, resonó un sí unánime en la sala. "No dejéis de intentarlo", insistía el orientador. Algo que quisieron remarcar es el hecho de las normas. Los padres las ponen en su casa y los abuelos en la suya, pero siempre respetando la de los padres, ya que son sus principales cuidadores. "Lo único innegociable es la seguridad y el maltrato", subrayaron.
Además, Antonio e Isabel quisieron tratar el tema de la muerte con la recomendación de algunos cuentos como La abuela durmiente o Camila y el abuelo pastelero, y que debe explicarse para no llegar al engaño. La gran mayoría de abuelos que acuden a la escuela tienen nietos pequeños, cuyas preguntas se han de responder, por muy pequeños que sean y por muy absurdas que parezcan. Hay que "admitir el dolor", las emociones y hacerles ver que está bien pasar un duelo llorando, riendo o dudando, decían los profesionales de la EAT.
"¿Qué decís si os preguntan que si os vais a morir?", lanzaba al aire Isabel. "Yo digo que no me muero. No todavía", respondía rápidamente una de las abuelas. A lo que recordaba Antonio: "Ahora lo importante es que estamos juntos". Porque uno de los motivos de los abuelos para no morir es, precisamente, ver crecer a sus nietos. Contaba una de las estudiantes que su padre, de 92 años, se ha enterado de que su nieto va a ser padre. Su respuesta a la noticia fue: "Ahora no me muero". La misma respuesta que dio cuando le dijo que se casaba: "Mi padre nada más quería vivir para preparar la boda de su nieto".
Los abuelos y las abuelas en la Escuela
La semana siguiente fue el turno de hablar del papel de los abuelos en las escuelas infantiles. Para ello contaron con la presencia de Marisol Arias Méndez, directora de la Escuela Infantil El Soto y abuela. Hablaron de las nanas, los cuentos, la memoria; cómo, a día de hoy, hay cuentos que no se cuentan como hace años. Ponía el ejemplo de Caperucita Roja y aquel lobo malvado que se comía a la abuela. Ella ya no lo cuenta así a "sus niños", el lobo no come abuelas, sino que se esconde en armarios. Margarita cree que "los cuentos han servido para darnos información que de otra forma no habríamos recibido" y Julio comenta al respecto que "ahora todo tiene que ser políticamente correcto".
Como ya dijo Federico García Lorca, las nanas en España están compuestas para asustar a los niños, y Marisol les pidió que cantaran una, temiéndose lo que sucedió. La primera que se tarareó fue la del 'coco', que, como da miedo a sus nietos, la cambian para que no tengan pesadillas por la noche. Petri señalaba que a ella se le olvidan, que sus nietos lo saben mejor; a lo que Marisol respondía que "es normal" y Margarita tranquilizaba diciendo que lo que hay que hacer es pedir ayuda a los nietos, que "lo saben todo".
"¿Cómo os gustaría que vuestros nietos os recordaran?", preguntó Marisol. Con cariño, como una referencia, como un compañero de juegos... Aquellas personas que les enseñan "las cosas normales de la vida que tienen que ir conociendo y que sus padres a lo mejor pasan más rápido, como exprimir zumo en el Mercadona", destacaba Gina.
Y es que precisamente esa era la moraleja del último cuento que leyó Marisol: "Las cosas importantes se guardan en el corazón". Cuentos que los abuelos pueden llevarse prestados a casa a modo de biblioteca y que se quedan en el corazón de los pequeños y en el de ellos también. Antes de finalizar la sesión -bailando Eso que tú me das de Jarabe de Palo y entre alguna que otra lágrima de emoción-, Gina manifestó: "Marisol, si en otra vida vuelves a ser pedagoga, quiero ser tu alumna".