Rosa Roch
Rosa Roch es redactora especializada en temas de salud, alimentación y gastronomía.
… saber más sobre el autorPara saber si un alimento está en buenas condiciones para su consumo nos remitimos a la fecha de caducidad que figura en el paquete o envase. No obstante, en ocasiones, hay quien prefiere arriesgarse a consumir un producto que ya ha caducado para no desaprovecharlo o porque parece seguir estando en buen estado. ¿Es así cómo debemos actuar? ¿Se pueden comer los alimentos que están caducados desde hace pocos días si parecen estar bien? Son muchas las dudas que aparecen y más aún cuando no hablamos de fecha de caducidad sino de consumo preferente. Aclaramos cuál es la diferencia y qué cuál es la mejor manera de actuar.
Tanto en los alimentos perecederos como en los duraderos, es decir, los que llevan fecha de caducidad o los de consumo preferente, respectivamente, las fechas son válidas siempre que estén bien conservados, de acuerdo con las recomendaciones de almacenamiento y conservación del fabricante o productor y en lo referente a la temperatura o exposición a la luz del sol y el aire. Además, el envase siempre ha de estar en perfectas condiciones sin presentar alteraciones.
La Federación Española de Industrias de Alimentación y Bebidas señala que existen alimentos y productos que no requieren de una fecha de caducidad ni de consumo preferente, aunque puntualiza que sí pueden llevarlos para orientar al consumidor. Estos alimentos son la fruta y las hortalizas frescas, el vino y las bebidas de graduación alcohólica superior al 10% vol., el aceite y el vinagre, la sal de cocina, el azúcar sólido (en grano, glas, o terrones) o los chicles.
En el caso de que uno de estos productos no estén fechados, antes de consumirlos hay que revisar que estén en perfectas condiciones y sean aptos para su consumo. Para ello la vista, el olfato y el gusto serán nuestros guías para detectar cualquier alteración, aunque hay que tener en cuenta que con la edad y la ingesta de algunos medicamentos estos sentidos pueden verse alterados con lo que, ante cualquier duda, por mínima que sea, lo mejor es desechar el alimento, siempre es preferible evitar cualquier intoxicación. Además, es importante no fiarse solo del aspecto externo, pues los microorganismos patógenos son imperceptibles al ojo humano y, además, no alteran necesariamente el aspecto del alimento.
Otro factor a tener en cuenta es el estado del envase. Aunque el contenido se vean bien, hay que eliminarlo si el envase o envoltorio está rasgado, roto, hinchado, mojado, deformado u oxidado a pesar de que no hay caducado.
Finalmente, hay que recordar que, si un alimento está mohoso no basta con retirar ese moho, pues puede estar contaminado más allá de la mancha. Hay que tirar ese alimento a la basura.
El Gobierno ha cambiado la normativa para este tipo de productos, adaptándola a la legislación de la Unión Europea que establece que no es necesario que lleven fecha de caducidad, sino fecha de consumo preferente (un plazo de 35 días desde su fecha de fabricación). Esto es debido a que el proceso de elaboración de los yogures con fermentos lácteos permite que el yogur se mantenga en buenas condiciones durante más de un mes y que se pueda consumir con seguridad incluso pasados unos días de la fecha impresa en el envase, siempre que se haya conservado de la manera correcta.
No obstante, hay que tener en cuenta que, pasada la fecha de consumo preferente, el yogur puede tener un sabor más ácido.
Finalmente, hay que aclarar que las fechas de consumo preferente o de caducidad siempre se refieren a los envases sin abrir. Una vez abierto el envase, hay que consumirlo en poco tiempo pues la vida de ese producto se acorta.
Todos sabemos que no se puede tirar la comida y hay que evitar el malbaratamiento y el despilfarro. Para evitarlo puedes: