Rosa Roch
Rosa Roch es redactora especializada en temas de salud, alimentación y gastronomía.
… saber más sobre el autorConocido también como alcachofa de Jerusalén, el tupinambo ni es una alcachofa, ni se le parece y tampoco es originario de Jerusalén. El tupinambo es un tubérculo de aspecto muy parecido al jengibre, procedente de América, poco conocido en nuestra cocina, pero con unas grandes propiedades para la salud.
Se trata de una de las especies de tubérculos más antigua de América del Norte, muy apreciada por su población oriunda, los indios americanos. Su llegada a Europa, concretamente a París, no fue hasta el siglo XVII donde empezó a hacerse popular por toda Francia hasta alcanzar otras fronteras. No obstante, su consumo quedó relegado por la patata, que, si bien llegó a Europa en el siglo XVI, no fue hasta el XVIII cuando se le empezó a dar un uso culinario de la mano de Antoine Parmentier.
El tupinambo o alcachofa de Jerusalén volvió a coger protagonismo durante la Segunda Guerra Mundial y, en la actualidad, los principales consumidores de este tubérculo son Canadá y Estados Unidos.
Pero más allá de su origen, ¿qué sabes de sus cualidades nutricionales y sus uso en la cocina?
En el plano nutricional el tupinambo ofrece unas propiedades muy interesantes. Rico en minerales como el potasio, magnesio, sodio, hierro, fósforo y calcio, es un buen aliado para mantener la salud de los intestinos, gracias a la inulina, una fibra natural que contiene y actúa como prebiótico, protegiendo las bacterias intestinales, la llamada flora intestinal. Además, este polisacárido, al no absorberse por el organismo, no libera azúcar en la sangre lo que hace que el tupinambo sea ideal para aquellas personas que padecen de diabetes y deban controlar la ingesta de azúcar.
Otro de los beneficios del tupinambo es su acción sobre sistema digestivo ya que favorece el tránsito intestinal, evitando el estreñimiento. Y por su bajo contenido en sodio, es un alimento que pueden consumir perfectamente aquellas personas con niveles de tensión arterial alta.
Contiene vitaminas A, B (tiamina, riboflavina, niacina y biotina) y H. Ayuda a regular los niveles de colesterol en sangre, y refuerza el sistema inmunológico.
Finalmente, hay que destacar que el tupinambo es en un 80% agua por lo que es perfecta para eliminar toxinas a través de la orina y para incorporarlo en las dietas para perder peso, pues tan solo tiene 25 kilocalorías por cada 100 gramos, una cantidad bastante inferior si la comparamos con otros tubérculos: 77 kcal la patata, 43 kcal la remolacha, 42 kcal el apionabo, y 75 kcal la chirivía, por poner unos ejemplos.
De sabor dulzón parecido a la alcachofa o a la zanahoria y de carne blanca, se puede utilizar como cualquier otro tubérculo: al vapor, hervido, al horno o frito. Con él se pueden realizar una crema, como un ingrediente más al preparar un caldo, en un estofado o en una ensalada, una vez hervido, junto a otras hortalizas o en sustitución de la patata. También sirve para preparar un humus, acompañarlo con unas chips hechas también con tupinambo, para hacerlo al horno, a rodajas, aromatizadas con unas hierbas (romero, orégano, pimienta…) y aceite de oliva que pueden servir de acompañamiento de algún plato de pescado o carne al que incorporar todo el sabor y las propiedades de este tubérculo tan desconocido.
Como contrapunto hay que tener en cuenta que una vez manipulado se oxida con rapidez, al igual que la alcachofa, con lo que es recomendable frenar el proceso de oxidación a medida que lo vamos pelando, poniéndolo en agua con unas rodajas de limón o con unas ramas de perejil.