Vinculan el calor extremo con la discapacidad laboral entre los trabajadores sénior
Los investigadores reclaman mayor protección para las personas expuestas
Ante la creciente intensidad y gravedad de las olas de calor en todos los países investigadores de Rutgers Health, en colaboración con la Universidad de la Ciudad de Nueva York (CUNY), descubrieron que los trabajadores mayores, en particular las personas negras, latinas y de bajos ingresos, se enfrentan a un mayor riesgo de discapacidad laboral debido a la exposición al calor extremo.
Su estudio, publicado en la revista Generations, explora cómo las ocupaciones sensibles al calor contribuyen a las limitaciones laborales relacionadas con la salud entre los adultos mayores de 50.
En las próximas décadas, los efectos del cambio climático, incluyendo la frecuencia y la intensidad de las olas de calor, aumentarán hasta convertirse en una ‘nueva normalidad’. Este futuro se desarrollará en paralelo con el envejecimiento de la población. Desde el año 2000, la proporción de trabajadores de 60 años o más en la fuerza laboral estadounidense y en otros países se ha duplicado La exposición al calor extremo se asocia con mayores tasas de mortalidad, consecuencias adversas para la salud, lesiones laborales y una menor productividad, especialmente entre las personas mayores y los grupos marginados. Sin embargo, se sabe poco sobre cómo la exposición al calor en el ámbito laboral se relaciona con la discapacidad laboral.
Empleos al aire libre
Utilizando datos representativos a nivel nacional, los investigadores hallaron que los trabajadores en empleos al aire libre, como la agricultura o la construcción, o en empleos de interior con climatización deficiente, tienen mayor probabilidad de reportar que problemas de salud limitan su capacidad para trabajar. Estas ocupaciones son desempeñadas de manera desproporcionada por hombres, inmigrantes y personas de bajo nivel socioeconómico, quienes también tienen mayor probabilidad de presentar comorbilidades, como obesidad o diabetes.

Según la encuesta de requisitos ocupacionales de la Oficina de Estadísticas Laborales , el 33% de la fuerza laboral civil tiene empleos que requieren exposición al aire libre.
“El calor extremo no es solo un problema ambiental, sino también un problema de salud y de empleo”, ha afirmado Mara Getz Sheftel , instructora del Centro Rutgers para Políticas Estatales de Salud del Instituto de Investigación sobre Salud, Políticas de Atención Médica y Envejecimiento, y autora principal del estudio.
Y ha insistido: “Nuestros hallazgos demuestran que las poblaciones marginadas tienen mayor probabilidad de estar expuestas al calor en el trabajo y de sufrir consecuencias para la salud a largo plazo”.
Desigualdades en protección
El estudio también destaca las desigualdades en el acceso a la protección laboral y la atención médica. Si bien algunos estados y ciudades de EE.UU. han implementado regulaciones locales sobre la exposición laboral al calor, los autores del estudio abogan por políticas federales y locales más estrictas para proteger a los trabajadores del calor extremo. Las normas propuestas por la Administración de Seguridad y Salud Ocupacional (OSHA) exigirán a los empleadores proporcionar agua, descansos y planes de prevención de enfermedades relacionadas con el calor, pero estas regulaciones aún no se han promulgado. Medidas todas ellas extrapolables a otros países.

"Sin protecciones integrales, corremos el riesgo de dejar atrás a los trabajadores más vulnerables a los impactos en la salud relacionados con el calor", ha afirmado Sheftel quien también es instructora en el Departamento de Salud, Comportamiento, Sociedad y Política de la Escuela de Salud Pública de Rutgers.
Medidas preventivas
Los investigadores afirmaron que los responsables políticos deberían considerar medidas preventivas, como la protección en el lugar de trabajo y un mayor acceso a la financiación por discapacidad, así como la formación profesional para los trabajadores que ya no pueden desempeñar trabajos expuestos al calor.
Entre los coautores del estudio se encuentran Jennifer Brite, del Hunter College, y Na Yin y Deborah Balk, del Baruch College, todas ellas profesoras del Instituto de Investigación Demográfica de CUNY.



