

¿Cañones o mantequilla?
Juan Manuel Sánchez Quinzá-TorrojaMartes 1 de julio de 2025
5 minutos

Martes 1 de julio de 2025
5 minutos
Subir impuestos, recortar otras partidas, o endeudarse, son entre otras, las alternativas para financiarse en rearme que exige la OTAN.
El aumento de la inversión militar tiene que articularse al tiempo que se mantienen las políticas publicas garantizando su sostenibilidad, ya que los recursos son limitados.
El coste de oportunidad
Para analizar el problema es necesario acudir a un concepto básico de la teoría económica que los alumnos de primer curso del grado en Economía estudian: el coste de oportunidad.
El premio Nobel de Economía Paul Samuelson utilizo la expresión “cañones o mantequilla” basada su teoría en la escasez de los recursos disponibles.
¿Pero que es el coste de oportunidad? Es el coste de la alternativa que se desecha cuando se toma una decisión, es decir cada vez que se elige una opción se sacrifica el beneficio que se podría haber obtenido si se hubiera optado por otra alternativa disponible. Si compras mas cañones tienes que comprar menos mantequilla, y viceversa.
La ciencia económica estudia la forma en que la sociedad decide que va a producir, como, y para quien, con unos recursos limitados. Cada vez que se toma una decisión de producir (o consumir) un bien en vez de otro entra en juego la teoría del coste de oportunidad existiendo tantos costes de oportunidad como alternativas posibles.
Como los recursos son limitados, gobiernos, empresas y economías domesticas se enfrentan cada día a disyuntivas en las que han de tomar la mejor opción. ¿Invertir en sanidad o en defensa? ¿Embarcarse en una nueva inversión empresarial o amortizar la deuda existente? ¿Cambiar de coche o mantener el actual?
El coste de oportunidad es una estimación por lo que nunca podremos saber con certeza que habría ocurrido si hubiéramos elegido otra opción.
La cuestión es si el gobierno financiara el gasto en defensa sin recortar el Estado del bienestar, ni subir los impuestos, es decir, si será posible si habrá mas cañones y mas mantequilla de la misma calidad.
Las alternativas
Hay cinco alternativas para aumentar el gasto en defensa: financiarlo con deuda pública (ya sea europea o nacional), subir los impuestos, reducir el gasto, aprovechar los excedentes del crecimiento económico (lo cual es bastante incierto), o reorganizar ciertas partidas del gasto sin ejecutar.
Analizamos brevemente cada una de estas alternativas:
- Financiación mediante deuda (ya sea europea o nacional): a nivel europeo y pese a la recomendación del informe Draghi es difícil que la Unión Europea lo financie con deuda mancomunada tanto por razones técnicas como políticas. Varios socios rechazan la opción de la deuda común y de momento el ejecutivo comunitario solo ha dado luz verde a que los Estados miembros activen una clausula de escape que les exima de contabilizar a efectos de deuda y de déficit el incremento de la inversión en defensa. Esta salvaguardia sin embargo es tramposa porque, aunque no compute se tendrá que pagar igual, lo cual reducirá los recursos para otras políticas.
- La financiación mediante deuda pública nacional también es muy difícil porque el déficit publico español ronda el 3% del PIB que es el tope máximo que permiten las reglas fiscales europeas, La deuda ha ido aumentando tras los sucesivos shocks que han sacudido a la economía global en lo que va de siglo debido a la crisis financiera, la pandemia, y la guerra de Ucrania. El porcentaje de deuda publica sobre el PIB sobrepasa el 100% una barrera difícil de mantener, aunque también la superan países como Grecia, Italia, Francia, Bélgica o EE. UU.
- Recortar el gasto social: en este gasto se incluyen las pensiones, la educación, la sanidad, y los servicios sociales que son los pilares del Estado del bienestar, que en Europa y en España se han convertido en sus señas de identidad. Estas partidas se han ido haciendo cada vez más grandes y requieren cada vez más recursos públicos. En España el gasto social acapara seis de cada diez euros de los presupuestos y las previsiones auguran una curva a ascendente por el envejecimiento de la población y el cambio climático. La elección en la dicotomía entre gasto en defensa y gasto social puede provocar problemas de cohesión social.
- Subir impuestos: esta alternativa tiene un coste político (al igual que la reducción del gasto social). Los ingresos públicos en España en porcentaje sobre el PIB están por debajo de la media europea (cuatro puntos) pero el margen de subida es escaso pese a que se podría aumentar con una mayor aportación de las grandes empresas y con mayor progresividad en los impuestos personales sobre los grandes patrimonios en unos momentos en que crece la desigualdad, así como una actualización de los tipos de IVA más bajos que en la U.E.), y una mayor eficacia en la lucha contra el fraude fiscal.
- Reorganizar otras partidas del gasto presupuestario: mediante el traspaso de partidas presupuestarias que han quedado sin ejecutar. Pero esta posibilidad solo podría aplicarse al presente ejercicio económico, en el que están sin aprobar los presupuestos generales del Estado, por lo que seria una medida meramente coyuntural, sin continuidad en el tiempo.
- Aprovechar los excedentes del crecimiento económico: esta alternativa es muy voluble e incierta como se ha puesto de manifiesto con los cisnes negros que aparecieron en la economía en el presente siglo como la Gran Recesión, la pandemia del COVID, o la guerra de Ucrania por lo que la convierte también en una mediad coyuntural.
Conclusión
Los recursos públicos no dejan de parecerse a una manta. Si se estira, por un lado, de la cama, existe el riesgo de dejar al descubierto el otro o de hacer un agujero, y hay epígrafes presupuestarios que arrastran el cobertor con fuerza.
De ahí que tendría que ser con una combinación de medidas estructurales que impactaran desde luego en las cuentas públicas y en toda la sociedad.