"Franco ha muerto": dónde estaba y dónde estoy
Lunes 1 de diciembre de 2025
3 minutos
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Como todos los días, a las 5:45 del 20 de noviembre de 1975 estaba en mi puesto de trabajo, al pie de una máquina de embutir en aquel pequeño obrador que mi mujer y yo intentábamos sacar adelante con muchísima ilusión y un gran esfuerzo. Encima de mi máquina, aquel transistor paró su habitual programa y anunció un parte para todo el país: "Franco acababa de fallecer". Un escalofrío –no he de negarlo– me recorrió el cuerpo. ¿Y ahora qué?, fue lo primero que pensé.
Yo llevaba siete años casado y con mucho esfuerzo íbamos consiguiendo cosas. Habíamos comprado nuestro cochecito, teníamos unas pesetas en el banco, la idea era comprar un pisito en la playa, luego dar estudios a nuestros dos pequeños. Todo eso lo había conseguido en unos pocos años. Y pensaba algún día hacer de nuestro obrador una empresa un poco más grande. En pocas palabras, tenía un horizonte al que poder aspirar.
¿Y ahora qué va a pasar? Franco había muerto. Lo enterraremos y después, ¿que? El franquismo moría con él. La oposición de la época, por supuesto, no era franquista, pero hemos de convencernos que tampoco en su mayoría era demócrata. Y después, ¿qué nos vendrá? Y llegó aquello que fue lo mejor que nos pudo pasar en aquellos momentos de incertidumbre: un Rey para todos los españoles y un presidente apaciguador, que fueron capaces de persuadir y convencer, como dijo mi paisano Miguel de Unamuno, a partidos antagonistas para llegar a acuerdos y ser capaces de remar todos en la dirección que esta nave común que se llama España.
Ahora, más cerca de los noventa años que de los ochenta y cuando el tiempo me corre demasiado a prisa, pero tengo aún tiempo para meditar, vuelvo a sentir un escalofrío. El porvenir es oscuro, vuelven los insultos, los escaños están pegados a los traseros de los diputados, que los defienden a toda costa, porque yo creo que no saben hacer otra cosa. Eso es volver para atrás. Y así, remando cada uno a su ritmo, esta nave común no puede llegar a ningún puerto.
Por favor, a los que decís representar al pueblo, remar todos en la misma dirección y tomar ejemplo de aquella generación que llamasteis de la "posguerra", que fue capaz de unir a la anterior de sus padres, que se habían enfrentado a tiros en distintas trincheras. No remover más la basura, ni resucitéis momias, que eso siempre huele mal y no es el camino de la convivencia.
Y seguro que a aquella generación que hicimos la Transición, nos evitaréis el escalofrío que ahora sentimos, después de cincuenta años. Tened en cuenta que antes de la poltrona está el bien común, que es para lo que os hemos elegido.
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