Joaquín Ramos López
Opinión

Costumbres

Joaquín Ramos López

Miércoles 28 de mayo de 2025

3 minutos

Costumbres

Miércoles 28 de mayo de 2025

3 minutos

Bonito vocablo, potente, emotivo, legítimo, recurrente y de remate. Y, como no, ambivalente, o sea, humanístico.

Algo que se califique así engrandece al tiempo, estimado en todos sus momentos. Una opción para resolver, para justificar y para comprender. Una referencia para culminar una voluntad alejada de argumentos subjetivos enfrentados. Un poder disuasorio.

La 'costumbre' tiene –merece, si se me permite– nombre “propio”. Porque no hay una costumbre que no se corresponda con “algo” que le otorga primacía verbal sobre el común destino de su recurso.

Tiene un valor permanente, no se agota ni se sustituye; puede obviarse y hasta no considerarse, pero queda ahí para el siguiente episodio. O no conviene ahora, pero mantiene su importancia. 

Para el Derecho es “fuente” de interpretación y, en ocasiones, de aplicación, cuando la ley, el reglamento, la norma escrita, no tienen o pueden dar respuesta asimilable por la ausencia formalizada de las relaciones discutibles.

Y faculta la calidad y mérito de las culturas, de las relaciones humanas en la historia, del buen resolver entre las opiniones encontradas. Acaba un pleito y abraza un remedio. Explica un acto de otros y descubre una práctica no imaginable en los demás.

Obviamente, existen buenas y malas costumbres, no pensemos que  la costumbre está limpia de dudas; sencillamente porque han nacido para dilucidar asuntos o mostrar conductas, entre dispares planteamientos humanos.

Las hay imperiosas; o se hace así, o no seguimos hablando. Las tenemos soberbias u orgullosas; es la costumbre, se toma o se deja. También pueden ser imprescindibles; aquí nos gusta seguir la costumbre. Algunas dan respeto a lo desconocido; tienes que probarlo si quieres integrarte. 

Cabe estimar también el rango mayor de las tradiciones. Esa suma de costumbres –buenas– que, habiendo sido mantenidas entre sucesivas generaciones, llegan a conformar la tradición de un pueblo. 

Ese valor corporativo no escrito, trasladado oralmente y en ocasiones recogido en formas, ornamentos y muestras o representaciones culturales, feriales, religiosas y mundanas, que dan lustre a la personalidad de un grupo social que permanece.

Pero hemos de contar con las que no gustan porque nos parecen malas costumbres, que haberlas “haylas” y que, generalmente, a la mayoría de personas, nos desagradan. 

Sin embargo, aún estas, merecen considerarse, sin juzgarlas comparativamente, cuando obedecen a creencias y prácticas de otros grupos humanos que nos diferencian en otras muchas cosas, que definen la naturalidad de cada pueblo, su origen e historia.

Citar también “nuestras malas costumbres”, sociales o personales, que tanto dan que hablar y, lamentablemente, mucho hay que evitarlas, para unas deseables buenas relaciones humanas.

Que ya no sea solo por mala educación cívica, que ahora es penosamente tan visible, sino por desconsideración al valor íntimo personal que nos debemos, al desprecio de las buenas costumbres entre pares. Aquellas otras que suelen dar paso a los vicios.

Me inclino, pues, por la buena costumbre de caernos bien, beneficiarnos de lo que tenemos por buen hábito y esforzarnos en superar con algún disgusto, pero con decisión, otros negativos usos.

Sobre el autor:

Joaquín Ramos López

Joaquín Ramos López

Joaquín Ramos López es abogado, vicepresidente de la Comisión Séniors del Ilustre Colegio de la Abogacía de Barcelona (ICAB) y autor del blog Mi rincón de expresión.

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